Vox ya está en el gobierno. Pero, curiosamente, la ultraderecha tiene que celebrar esta primera victoria en la comunidad autónoma de Castilla y León. A pesar del rechazo de los de Santiago Abascal por estas divisiones territoriales, que en innumerables veces han pedido abolir en favor de un sistema mucho más centralizado, Vox no ha querido desperdiciar esta vez la oportunidad para entrar en un ejecutivo en el Estado español, la primera vez que lo consigue. Y lo ha hecho, precisamente, de la mano del Partido Popular. El presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, que ya se impuso a las últimas elecciones regionales este febrero, ha obtenido su investidura después de llegar a un acuerdo Vox. Un pacto de gobierno afectará tanto a la Mesa del Parlamento como a la futura conformación del ejecutivo: Vox presidirá la cámara y tendrá la vicepresidencia y tres consejerías de la Junta.
Finalmente, ninguna otra formación ha dado apoyo a la investidura del candidato popular. El PSOE se había planteado la opción de abstenerse a fin de que Vox no entrara en el gobierno de la región, pero finalmente esta propuesta no ha acabado saliendo adelante. Mañueco ha quedado investido con los votos de los 31 procuradores del PP y los 13 de Vox. En total 44 escaños que superan la mayoría absoluta (que son 41). Así, los votos negativos del PSOE (28), Unión del Pueblo Leonés (3), Soria Ya (3), Podemos (1), Ciudadanos (1) y Por Ávila (1) no han sido suficientes. Su investidura abre la puerta a la toma de posesión del nuevo gobierno que tendrá lugar el día 19 de abril.
Mañueco hace suyo el discurso de Vox
Hoy, Alfonso Fernández Mañueco ha aprovechado su discurso de investidura para dar la bienvenida a su nuevo aliado de gobierno, y lo ha hecho asumiendo completamente el relato más ultra. Se ha comprobado en varias ocasiones. En referencia a la educación, por ejemplo, ha reivindicado la importancia de que el sistema educativo a Castilla y León mejore y llegue más lejos, a fin de que genere "oportunidades y esté libre de todo adoctrinamiento ideológico". Es precisamente este último elemento el que denota más claramente el vínculo con Vox, que ha cargado en innumerables ocasiones contra el mismo concepto.
Pero donde más claramente se ha hecho suyo el discurso de Vox ha sido en tres ámbitos claves. Por una parte, con respecto a la memoria histórica, Mañueco ha anunciado que pondrá en marcha una normativa "de concordia" que integrará toda la revolución existente sobre la memoria histórica. Precisamente, quiere "evitar el uso de la historia para dividir a los españoles", una expresión que podría ser perfectamente del partido de ultraderecha. También en violencia de género. El candidato popular ha afirmado que su gobierno de coalición elevará a rango de ley el actual Plan de Prevención de la Violencia en el Ámbito Familiar a través de la elaboración y la aprobación de una nueva Ley de Lucha contra la Violencia Intrafamiliar. Y en materia de migración, ha considerado "enriquecedor y necesario" permitir la llegada de personas extranjeras a la sociedad de Castilla y León "siempre de forma legal y ordenada".
Sin Ayuso ni Feijóo
A este acto, finalmente no ha asistido la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, cuya presencia estaba prácticamente confirmada, ya que ella apuesta por normalizar las relaciones con Vox, y tampoco el nuevo flamante presidente de las populares, Alberto Núñez Feijóo, que era la gran incógnita del acontecimiento. Uno de los retos del gallego es precisamente la gestión de la relación con la extrema derecha y, de momento, ha optado por retrasar la foto con Santiago Abascal, que ya había confirmado su presencia. Así, Feijóo no ha asistido hoy a las cortes de Castilla y León, poniendo como excusa la reunión semanal del nuevo comité de dirección del partido. Aunque ciertamente estas se celebran los lunes, el popular se salva así de tener que hacerse una foto con Abascal, que ha ido a Valladolid a dar apoyo al líder de Vox en la región. El líder ultra ha querido quitar peso a la ausencia de Feijóo y considera que "no hay duda" de que da apoyo al nuevo gobierno. Cuando se firmó el pacto entre las formaciones, el PP estaba en plena crisis y el presidente todavía era Casado, pero Feijóo bendijo el acuerdo, asegurando que respetaba la decisión de Mañueco y considerando que era un pacto "perfectamente legítimo".