Manuel Valls ha pedido un pacto PSOE-PP para acabar con el independentismo. En declaraciones en Efe, el exprimer ministro francés y concejal de Barcelona entre 2019 y 2021 ha considerado que "la gran suerte" del estado español es que todavía hay dos grandes partidos (en referencia a los socialistas y a los populares) y que un pacto entre los dos sería la manera de dar "una salida a la crisis catalana". "En todas partes veo que hay mucha polarización, mucha violencia política. La suerte en España es que los dos grandes partidos, el PSOE y el PP, siguen, cosa que en Francia no ha pasado porque han quedado destruidos", ha explicado.

Según Valls, los socialistas y los populares representan "una forma de estabilidad". En este sentido, ha felicitado a Alberto Núñez Feijóo por el acuerdo para reformar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). "Por el futuro de Catalunya, para la unidad de España, no hay ninguna otra solución que un pacto entre el PSOE y el PP. Es la manera de ir más lejos en el tema catalán", ha afirmado.

Valls se vanagloria de haber hecho "un Valls" en Barcelona

El exconcejal de Barcelona ha recordado que la prensa acuñó el término "hacer un Valls" cuando en 2019 facilitó la investidura de Ada Colau para evitar que el alcalde fuera el republicano Ernest Maragall y se ha vuelto a vanagloriar de aquel movimiento: "Ha sido una manera de quedar a la historia". Así, ha insistido en que en Catalunya hace falta un pacto para "hablar más del futuro y menos del pasado", teniendo en cuenta "todas las crisis que hay dentro del independentismo". "¿Es difícil? Seguro. Hay crispaciones, tensiones, pero me alegro de este último pacto (sobre el poder judicial) y de un Feijóo capaz de tener el juicio de un hombre de Estado", ha dicho, antes de considerar que el estado español no puede estar en manos del "extremismo" de Podemos, Sumar y Vox.

Respecto a las elecciones francesas que empiezan este domingo, Valls ha considerado que el panorama es poco esperanzador, entre un electorado que "no es fascista" pero que "ha perdido el miedo al nacionalpopulismo" de Marine Le Pen, una izquierda salpicada por el antisemitismo y un campo moderado sin capacidad de atracción. "Puedo decir que estoy a nivel personal angustiado. Hemos entrado en una incógnita que nos puede llevar al precipicio", ha dicho. En esta línea, ha descartado que el Frente Popular tenga ninguna oportunidad y ha apostado o bien por una Asamblea dominada por la extrema derecha o por una alianza de partidos moderados. Además, ha negado que el Reagrupamiento Nacional de Le Pen sea un partido fascista y se ha limitado a decir que es "xenófobo".

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