Hoy se despiertan. Hace trece días trece, El País adelantaba que PP y PSOE se habían repartido las vocalías del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y pactado su presidente (el magistrado Manuel Marchena, que lo sería también del Tribunal Supremo), saltándose la Ley Orgánica del Poder Judicial. Pues hasta hoy, miércoles, portadas y editoriales de los diarios de Madrid no han vuelto a hablar de la cosa, salvo El País del sábado pasado. Los lectores de El Mundo, ABC y La Razón se habrán llevado un susto de muerte al ver así, de repente, tanta podredumbre política y judicial en España. Los dos grandes partidos han pasteleado el poder judicial, las leyes que nos hemos dado entre todos, etcétera, y nadie sabe como ha sido.
Dicho de otra manera, esos tres diarios hacen hoy las portadas que les tocaba hacer el martes pasado.
Quizás confiaban en pasar de puntillas para disimular la maniobra que, vía whatsapp y con crudeza matemática, explicaba el portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, a 146 miembros de su partido. Este mensaje hace la primera diferencia entre la actual renovación del CGPJ y las anteriores, negociadas con la misma comedia pero con menos ruido. El whatsapp de Cosidó no es sólo el foco que, de repente, deslumbra a los traficantes en plena transacción y los pone, a ellos y a su fechoría, a la vista de todos. También evidencia los silencios cómplices de alguna prensa y de no pocas firmas del kommentariat madrileño. Porque lo sabían todo desde el viernes 10.
Todos a correr
El lunes pasado, día en que se hizo oficial el tráfico de vocalías del CGPJ, el trío de diarios de la derecha no se indignaba por la vergonzante negociación, sino que se quejaba de la flaqueza del PP al entregar la mayoría del Poder Judicial a magistrados "progresistas" (eufemismo de designados por el PSOE) a cambio de hacer a Marchena presidente del CGPJ y del Supremo. Este era el tono de las portadas del martes 13, salvo de la de ABC, una marcianada sobre la imposición del euskera en La Rioja.
Este miércoles, sin embargo, todos corren enfurecidos a rasgarnse las portadas con titulares de lado a lado. Según El Mundo, el magistrado "provoca una crisis política al renunciar a presidir el Poder Judicial tras conocer el whatsapp de Cosidó en que se jacta de 'controlarlo'". Más o menos, así lo explican todos los diarios. Ahora es una "crisis política" que "ha deshecho el pacto" y todo son lágrimas. Hace una semana era business as usual.
Es decir, según el relato de los diarios, si no fuera por el dichoso de mensaje de Cosidó, tan inoportuno y torpe, el nombramiento habría pasado tan desapercibido como la actual rifa de vocalías o con las tradicionales protestas y lamentaciones de un par de días de duración, como es tradición desde 1985.
Lo que llama más la atención en el relato de las portadas y editoriales de este miércoles son sus contorsiones de todo tipo para presentar Marchena como un héroe. "Prestigia la Justicia", dice El Mundo. "Señala los abusos de los partidos", según ABC. "Quiso renunciar antes del whatsapp de Cosidó", explica La Razón con notable pragmatismo.
Claro, pobre. Hace al menos trece días que sabe que lo han elegido y no ha dicho ni mu hasta que se le ha visto el plumero a la maniobra. ¿Con su silencio —como el de algunos diarios—, no aprobaba o consentía su promoción? "Nunca he concebido la función jurisdiccional como un instrumento al servicio de una u otra opción política para controlar el desenlace de un proceso penal", ha escrito. "¡Soy independiente!" proclama. ¿Hacían falta estas excusas? Se conoce que sí. Porque si nunca quiere decir nunca, ya podía haberlo dicho el sábado pasado, cuando se supo que el PP lo proponía. No lo hizo. Seguramente tenía mucho trabajo o cualquier otro motivo honorable. Podrá dar razón de ello, porque no hay duda de que los periodistas le preguntarán a la primera ocasión que tengan.
¿Renunciar a qué?
En este contexto, es curioso que todos los diarios utilicen el verbo "renunciar" para describir el acto del magistrado. Eso le pone en otro compromiso, porque uno renuncia cuando cede o abandona alguna cosa que le pertenece o a la que tiene derecho —y es dudoso que sea este el caso.
Para hacerla corta: Manuel Marchena tiene que juzgar el 1-O y quieren dejarlo bien como sea, sin manchas de conjura partidista. De ninguna manera puede parecer que ha consentido los tejemanejes del PP y del PSOE. El mismo ABC no se corta en explicitarlo en un subtítulo: "Los separatistas piensan utilizar la crisis del Poder Judicial para llevar el caso a Europa". ¿Qué caso? No lo dicen. No hace falta. Todo el mundo lo sabe. Justamente, las implicaciones para la justicia española "del caso" —Europa les mira— es el segundo factor que diferencia esta renovación del CGPJ y las anteriores, tan manejadas como esta.
Los editoriales bailan la misma danza. El País, en Indignidad, vierte todas las culpas al "estilo" de Cosidó, que tilda de "tabernario y matón", y sobre el PP, "que traslada una manera patrimonialista de entender el ejercicio del poder que es impropia en una democracia", etcétera. En cambio sólo menciona una vez al PSOE, que era la contraparte del PP en esta "manera de entender el ejercicio del poder". De los jueces que se han prestado a la cosa, ni palabra. En la web, el editorial se acompaña con la foto de Cosidó.
Europa los mira
En la foto que va con el editorial de El Mundo aparecen Marchena y... el ministro del Interior, el juez Grande-Marlaska. Sic. Estas fotos no caen en la página por sorteo sino que se escogen con alguna intención, cosa que siempre es de mal juzgar. El editorial (El juez que dijo basta de política) es más ecuánime al señalar a los responsables de este circo de tres pistas. Ambos partidos reciben. De los jueces que se han prestado a la cosa, ni palabra. También se escandaliza ahora —enhorabuena— de que "el PP y el PSOE [pensaran] que podrían volver a pastelear impunemente el CGPJ a su gusto e interés como hacen desde 1985, pero esta vez ni siquiera se han molestado en guardar las formas". Eso. Las formas. Este es el problema. Bien visto.
En fin. El editorial es un catálogo de todos los tópicos imaginables en defensa de la democracia y de condena del partidismo, etcétera, etcétera. Una frase, sin embargo, lo explica todo, todo, todo. Es esta: "[Las "élites políticas de España"] estaban poniendo en almoneda su prestigio [de Marchena] a la vista de todos los españoles y, por cierto, del Tribunal de Estrasburgo, al cual sin duda recurrirán los independentistas para intentar impugnar por parcialidad las sentencias que les afecten de entre las que pueda dictar, singularmente la del 1-O, clave de todo este drama. El daño infligido al crédito del Poder Judicial es por eso incalculable". Por eso llora a la criatura este miércoles. Por eso callaban como tales hasta este miércoles.