El 23 de marzo del 2018, todavía con la resaca de la investidura fallida de Jordi Turull, Catalunya se levantó con la noticia de que Marta Rovira, secretaria general de Esquerra Republicana, se había marchado al exilio. Aquel viernes, Rovira estaba citada a declarar ante el Tribunal Supremo y no se presentó. En una carta que compartió en las redes sociales anunciaba que emprendía un "camino duro", pero que se iba para poder ser libre y ejercer de madre. Vuelve a Catalunya más de seis años después y no lo hará sola, sino acompañada de Ruben Wagensberg, diputado de ERC que ya lo era el día que Rovira se tuvo que marchar, Josep Campmajó, el periodista Jesús Rodríguez, y el vicepresidente de Òmnium, Oleguer Serra. Los cuatro se exiliaron a finales del 2023 por la causa del Tsunami Democràtic. A las 9 horas de este viernes serán recibidos de nuevo en el Principado con un acto en Cantallops, donde llegarán después de un viaje en coche desde Ginebra, ciudad donde Rovira ha vivido en los últimos seis años de su vida y de donde se marcharon este jueves por la tarde.
Rovira no vuelve por los efectos de la amnistía, sino por un error formal del juez Manuel García-Castellón, que ha dedicado los últimos años de su carrera a perseguir por terrorismo el Tsunami Democràtic: el martes archivó la causa judicial después de que la Audiencia Nacional invalidara toda la instrucción desde julio del 2021, cuando García-Castellón prorrogó la investigación fuera de plazo. Rovira siempre había sostenido que volvería a Catalunya el día que se archivara la causa del Tsunami y así lo ha hecho: solo tres días después ha cruzado la frontera. Y lo hace en uno de los momentos más complicados para su partido en los últimos años, en medio de una crisis interna muy profunda, alejada de quien durante 13 años fue la otra parte del tándem de la dirección republicana, Oriol Junqueras, y horas antes de que el partido resuelva, en principio, el asunto de los carteles contra los hermanos Maragall que salieron desde dentro y que han sido la gota que ha colmado el vaso para una militancia que se había acostumbrado a la tranquilidad durante más de una década, especialmente cuando los resultados electorales acompañaban al partido.
Una declaración ante el Supremo
Rovira no se marchó como diputada en el Parlament. Había renunciado al acta horas antes, como Carme Forcadell y Dolors Bassa, que en el día que la secretaria general de ERC se exilió volvieron a ingresar en la prisión, también Jordi Turull, Josep Rull y Raül Romeva. A diferencia de ellos, Rovira no había formado parte del Govern del 1 de octubre, no había sido consellera en ningún momento de la legislatura, sino que había ejercido como presidenta del grupo parlamentario de Junts pel Sí. Un mes antes, el 19 de febrero del 2018, había declarado ante el Tribunal Supremo durante dos horas y quedó en libertad bajo fianza de 60.000 euros, pero no le retiraron el pasaporte. El 22 de diciembre, el día siguiente de las elecciones del 155 que ganó Arrimadas y donde ERC quedó por detrás de Puigdemont, aunque las encuestas llegaron a augurar una victoria republicana, el Supremo la había imputado por un delito de rebelión por su participación en la organización del referéndum, y el 23 de marzo, coincidiendo con el día en que se marchó, fue procesada por este delito, como los Jordis y los consellers.
Prudencia a pesar de la reforma del Código Penal
A finales del 2022, casi tres años después de pactar con el PSOE la investidura de Pedro Sánchez, y un año y medio después de que el Gobierno indultara a los presos, se anunció un acuerdo entre ERC y la Moncloa por la eliminación del delito de sedición, que provocó el surgimiento del de desórdenes públicos agravados. La eliminación de aquel delito, que era lo único que mantenía a Rovira en el exilio, se vio como una reforma hecha a medida para que la secretaria general de Esquerra pudiera volver a Catalunya. Pero no lo hizo. Quien sí que volvió fue Clara Ponsatí, que se encontraba en Bélgica, y también benefició al ahora president del Parlament, Josep Rull, que había sido condenado e inhabilitado por este delito y ha sido el primero de los presos en volver a la política activa. Aunque se esperaba que la reforma provocara el retorno de Rovira, ella lo negó de lleno al día siguiente mismo: "Solo con esta reforma, hoy no podría volver a Catalunya con garantías", aseguró, poniendo como objetivo la amnistía. Con la eliminación del delito de sedición, el único delito que le quedaba a Rovira era el de desobediencia. Y un mes después de la aprobación de la amnistía, el juez del procés, Pablo Llarena, dejó sin efecto la orden nacional de detención contra ella.
En el centro de la investigación del Tsunami
Meses más tarde de la reforma del Código Penal, en abril del 2023, se hizo público que la Audiencia Nacional señalaba directamente a Rovira y otros cargos de ERC por Tsunami Democràtic, descartando que fuera un movimiento espontáneo de la sociedad civil como respuesta a la represión del Estado. Según los informes de la Guardia Civil, la tarea de Rovira consistía en consensuar el formato y el contenido del Tsunami con el resto de partidos y entidades independentistas, también el Govern presidido entonces por Quim Torra. Según consta en el procedimiento judicial, a finales de agosto del 2019 en Ginebra, mes y medio antes de la publicación de la sentencia, se celebró una reunión en que también participaron Carles Puigdemont, que se había desplazado desde Bélgica, o Anna Gabriel, exiliada también en Suiza. En un mitin en Vic, su ciudad, en mayo del 2023, enmarcado en la campaña para las elecciones municipales, Rovira advirtió que su retorno no era inminente, precisamente por la causa del Tsunami: "Todavía tardaré un poco más en volver. Me parece que mi estancia en Ginebra se alarga. No me quiero precipitar, antes quiero saber de qué se me acusa". El 7 de noviembre, pocos días después de que ERC y el PSOE pactaran la amnistía, Marta Rovira era imputada por el delito de terrorismo.
Durante todos estos meses, Rovira ha ido manteniendo que volvería al país una vez la causa del Tsunami estuviera archivada. Después del tirón de orejas de la Audiencia Nacional, García Castellón lo hizo el martes y la de Vic el mismo miércoles confirmaba que su retorno era inminente. Lo hace acompañada del resto de exiliados por el Tsunami, que llegaron a Ginebra en los últimos meses. También Ruben Wagensberg, con quien, según explicaron en un acto muy emotivo en Suiza durante la campaña electoral de las elecciones catalanas, pasaron Navidad juntos, como si fueran una familia. Rovira decía el miércoles que quería volver con el diputado republicano y sus deseos se han podido hacer realidad, ya que horas después de estas declaraciones, el Tribunal Supremo que investigaba a Puigdemont y Wagensberg también archivó la causa.
¿Un retorno para calmar las aguas?
El retorno de Rovira tiene un cierto punto de oportunismo. Lo hace en el momento más complicado para su partido en la última década y supone una buena noticia para una formación que va a prácticamente a crisis por semana. ERC se encuentra prácticamente partida entre los partidarios de la renovación liderados por ella y los que consideran que Oriol Junqueras tiene que seguir liderando el partido. Esta misma tarde el partido celebra una ejecutiva y un consejo nacional para resolver el escándalo de los carteles, y Rovira podría estar presente. Sería el primero en seis años que no se tendría que conectar por videollamada. Cuando se tuvo que marchar, la situación de ERC era radicalmente diferente de la actual y en los meses previos a su partida, algunos veían en Marta Rovira a la primera presidenta de la Generalitat, cuando ERC lideraba las encuestas y Junqueras ya estaba en la prisión: "Va siendo hora de que en este país una mujer esté al frente", aseguraba el ahora expresidente del partido en una carta a la militancia sobre Rovira. El sueño, sin embargo, quedó lejos de ser posible y ERC se tuvo que conformar con el tercer lugar en las elecciones del 2017 y el cargo más importante dentro del Govern de Torra lo ocupó Pere Aragonès, como vicepresidente y conseller de Economia.
Además, el retorno de Rovira coincide con la negociación de los republicanos con el PSC para la investidura de Salvador Illa, que, según ella misma, avanzan a buen ritmo. Durante las conversaciones entre los dos partidos para la Mesa del Parlament, finalmente infructuosas porque ERC priorizó el pacto "antirrepresivo", diferentes miembros del PSC se trasladaron a Ginebra para negociar directamente con Rovira. No se producirá, así pues, la imagen de Salvador Illa viajando hasta el país helvético para cerrar un hipotético sí de Esquerra, que finalmente tendrá que validar la militancia.