El TSJC proyectará este lunes, a partir de las nueve de la mañana, una imagen inédita en democracia: Un expresident de la Generalitat sentado al banquillo de los acusados por haber impulsado una votación política. Con él, dos miembros de su ejecutivo. Los tres, acusados de desobediencia y prevaricación como responsables de mantener la consulta del 9-N a pesar de la suspensión del Tribunal Constitucional.
Mientras el expresident Artur Mas, la exvicepresidenta Joana Ortega y la exconsellera Irene Rigau se enfrentan al interrogatorio del tribunal, miles de personas seguirán el juicio con altavoces en el paseo Lluís Companys, a las puertas del Tribunal. Esta mañana el proceso acumulará nuevas imágenes impactantes. De hecho, hace días que las acumula.
Respuesta proporcionada
Las jornadas previas a la cita, la antigua CDC se ha visto sacudida otra vez por una nueva operación policial. Nombres muy próximos al expresident Mas se han encontrado detenidos durante horas, sin que hubiera orden del juez al respecto. Una nueva operación por el 3% a las puertas del juicio del 9-N. Casi nadie lo ve casual. La corrupción es plomo en las alas del proceso, se lamentaba este domingo el republicano Joan Tardà desde este diario. La reivindicación catalana está poniendo a prueba los resortes del Estado hasta extremos insospechados.
El famoso choque de trenes se acerca y el terreno desconocido en que Mas vaticinó que se adentraba el proceso empieza a tomar forma. La fecha de caducidad fijada para septiembre no hace más que aumentar la presión. De momento, la tensión ha acabado por asfixiar en cuestión de semanas la Operación Diálogo. El miércoles pasado se firmó su acta de defunción definitiva, justo cuando nació la Operación Precinto. Fue el mismo Puigdemont quien se encargó de bautizar esta nueva estrategia después de que desde Madrid el gobierno de Rajoy pusiera al descubierto su última arma para frenar el referéndum: precintos para los colegios electorales y, si hace falta, la recuperación de las competencias en enseñanza para tomar el control de las escuelas. Cada movimiento desde Catalunya tendrá una "respuesta proporcionada", advertía el número dos de Soraya Sáenz de Santamaría, Roberto Bermúdez de Castro.
Declaración del presidente
Este lunes, a primera hora será el president quien moverá pieza. Hará una declaración a las ocho de la mañana desde la galería gótica del palacio de la Generalitat. A la hora que la mayor parte de los catalanes van al trabajo y llevan a los niños a la escuela, y desde el escenario reservado para los momentos clave. No se prevé que el suyo sea un discurso protocolario. El desayuno político de alto voltaje para Catalunya, España y para aquellos que lo quieran escuchar en el mundo. Un total de 324 periodistas de 70 medios de comunicación, siete de los cuales extranjeros, se han acreditado para cubrir el juicio. Las horas previas ha habido concentraciones en diferentes ciudades europeas, así como en el País Vasco y Navarra.
El Govern se sabe observado y también en la plaza Sant Jaume los tensores han ido girando. Si la conferencia de Puigdemont y el vicepresident, Oriol Junqueras, en Bruselas hace diez días irritó en Madrid, el acto del president con el cuerpo consular miércoles y, horas después, la reunión del Pacto Nacional por el Referéndum remacharon la estrategia de buscar ampliar la base del proceso. La presión sobre los comunes y su líder Ada Colau se mantiene. Algunos de sus representantes estarán también en las puertas del Tribunal.
Al acabar la declaración, el president y la mayor parte del Govern, así como la presidenta del Parlamento, Carme Forcadell, y los diputados de JxSí acompañarán a los tres imputados hasta el TSJC. Lo harán a pie desde la plaza Sant Jaume, no en coche como estaba inicialmente previsto. Pero además, se desviarán del camino para acercarse previamente al Fossar de las Moreres y la explanada del Born, con todo el valor simbólico que este espacio recoge para el independentismo. Media hora de recorrido antes de desembocar en el paseo Lluís Companys. Más de 40.000 personas se han inscrito para participar en la concentración. Casi 160 autocares de todo el país.
Esta mañana el proceso atravesará una línea roja. El mundo verá a un presidente de la Generalitat sentado en el banquillo de los acusados por razones políticas.