El Rey, al rescate de una España que vive tiempos difíciles. Tercer mensaje de Navidad de Felipe VI, quinto de su reinado, con Catalunya como “seria preocupación” proyectada sobre el futuro de España. Preocupación tanto en el plano interior ―investidura de Pedro Sánchez en el aire― como exterior y en conjunto, tras el golpe que ha supuesto a la justicia española la sentencia del TJUE sobre la inmunidad de Oriol Junqueras. Ante ello, el monarca ha llamado a confiar en España y ha subrayado la “solidez de nuestro Estado”, a la vez que ha citado valores constitucionales como el de la "concordia", para hacer frente a la situación.
La palabra Catalunya solo ha aparecido una vez entre las 1.457 del discurso, de 12 minutos y 18 segundos incluyendo los himnos, pero lo ha impregnado casi desde principio a fin. De entrada, Felipe VI ha descrito un marco general de “tiempos de mucha incertidumbre, de cambios profundos y acelerados” que provocan "preocupación e inquietud" tanto dentro como fuera de España. Entre ellos ha citado desde la nueva era tecnológica y digital al cambio climático, pasando por "el rumbo de la Unión Europea". Y ya inmediatamente ha situado a Catalunya entre “las serias preocupaciones que tenemos en España”, junto a "las consecuencias de la revolución tecnológica para la cohesión social" y “el deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones” ―entre las cuales, la propia monarquía―.
El jefe del Estado ha comparecido en el salón de audiencias del Palacio de la Zarzuela. Sobre una de las consolas se apreciaba una fotografía de la familia real española con 41 personas galardonadas con las Orden al Mérito Civil “en reconocimiento a su compromiso personal y contribución social”.
Investidura en el aire
Con un gobierno en funciones desde hace ocho meses a raíz de la investidura fallida de Pedro Sánchez tras las elecciones del 28-A, y sin que aún esté plenamente garantizada la reelección tras la repetición electoral del 10-N, puesto que depende de ERC, el Rey ha señalado que “corresponde al Congreso tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de todos los españoles”.
A la vez, el monarca, subrayando de nuevo que “no vivimos tiempos fáciles”, ha señalado: “Debemos tener más que nunca una confianza firme en nosotros mismos y en España, que siempre ha sabido abrirse camino cuando hemos afrontado el futuro con responsabilidad, con generosidad y rigor; con determinación, pero también con reflexión y serenidad”.
España Global
El grueso del mensaje lo ha dedicado Felipe VI a reivindicar la imagen de España en unos momentos en que la justicia y la opinión pública europea la han puesto de nuevo en cuestión como democracia tras la sentencia del TJUE sobre la inmunidad de Junqueras como eurodiputado. Un severo revés para el Tribunal Supremo, que juzgó y condenó a duras penas de prisión a los líderes presos del procés independentista, y del que, como consecuencia ―en concreto, de la orientación del informe del Abogado del Estado― depende la investidura de Sánchez. ERC pide un gesto y la nulidad de la causa.
Ante ello, Felipe VI ha intentado deshacer toda duda remarcando que España “vive conforme a valores y actitudes compartidos con las demás sociedades libres y democráticas” y que “no está aislada, sino muy abierta al mundo”. Ideas muy similares a las defendidas por la fallida plataforma España Global, con la que el gobierno de Sánchez ha intentado combatir al independentismo catalán en los foros internacionales. Por ello, afirma, “podemos sentirnos muy orgullosos de los valores que inspiran a nuestros ciudadanos (…) y de la solidez de nuestro Estado”.
A juicio del monarca, ello constituye “una realidad contrastada que debemos poner en valor", y ante la cual “no debemos caer en los extremos, ni en una autocomplacencia que silencie nuestras carencias o errores, ni en una autocrítica destructiva que niegue el gran patrimonio cívico, social y político que hemos acumulado”. Es lo más parecido a un muy tímido ensayo de autocrítica ―la débil alusión a las carencias y errores― que aparece en el mensaje, y pese a las duras críticas que ha recibido por su papel en el procés y, especialmente, a raíz del durísimo discurso del 3 de octubre del 2017, considerado por amplios sectores en Catalunya como un aval a la represión del independentismo.
Concordia sin presos ni exiliados
Hasta ahí, la parte más “militante” del discurso navideño del jefe del Estado, que, por tercer año consecutivo, ha evitado aludir a la represión del independentismo, pese a su alejamiento de la mayoría de la sociedad catalana. Quizás por ello, el tramo final del mensaje ha constituido un intento, también muy forzado, de tender la mano, en realidad más acorde a los intereses de la investidura de Sánchez ―que depende de ERC para salir adelante― que a una auténtica oferta de reconciliación y amnistía, como la de la Transición, que incluya a los presos políticos y exiliados independentistas.
El rey de España se ha limitado a reivindicar una vez más los “valores” de la Constitución de 1978. Entre ellos ha citado, en primer lugar, “el deseo de concordia”, el cual, ha dicho “gracias a la responsabilidad, a los afectos, la generosidad, al diálogo y al respeto entre personas de ideologías muy diferentes, derribó muros de intolerancia, de rencor y de incomprensión”.
En segundo lugar ha situado “la voluntad de entendimiento y de integrar nuestras diferencias dentro del respeto a nuestra Constitución, que reconoce la diversidad territorial que nos define y preserva la unidad que nos da fuerza”. En tercer lugar ha citado “la defensa y el impulso de la solidaridad, la igualdad y la libertad como principios vertebradores de nuestra sociedad”.
Felipe VI ha cerrado el mensaje pidiendo de nuevo confianza en España para hacer frente a “los desafíos”, sin divisiones, ni enfrentamientos, ha dicho. “Tenemos un gran potencial como país. Pensemos en grande. Avancemos con ambición. Todos juntos. Sabemos hacerlo y conocemos el camino”, ha cerrado, antes de felicitar las Pascuas y el año nuevo en eusquera, catalán y gallego, además de en castellano.