La Meridiana se ha expresado con una contundencia espectacular. Desbordante. Una vez más, la concentración convocada por la ANC y Òmnium ha sido una exhibición multitudinaria, familiar, festiva y absolutamente pacífica. Por cuarto año consecutivo. El puntero amarillo, los 135 tramos de colores, las camisetas blancas... Cinco kilómetros con miles de personas luciendo banderas esteladas al grito de independencia. Ni las nubes que cubrían Barcelona a primera hora de la mañana, ni el colapso del metro han conseguido aguar la fiesta. "Lo hemos vuelto a hacer", ha exclamado el presidente de Òmnium, Quim Torra, tan pronto como ha subido al escenario.

El objetivo de los organizadores se ha conseguido y con creces. La primera cifra de asistentes la ha dado el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, que desde el escenario ha adelantado que algunos medios hablaban ya de dos millones de personas. La ANC ha evitado siempre cuantificar la participación en la Diada, pero el Secretariado de la Assemblea esperaba este año una guerra de cifras. Pocos minutos más tarde, la Guardia Urbana de Barcelona cifraba en 1.400.000 el número de participantes. La Delegación del Gobierno habla de 520.000.

Era todo un reto. Esta ha sido una Diada diferente. La primera que se convoca con la candidatura de Junts pel Sí en marcha, justo el día que arranca la campaña electoral. Formaciones y dirigentes políticos que en otras ocasiones habían tomado parte de la movilización, habían anunciado esta vez que no participarían y acusaban a la candidatura que encabeza Raül Romeva de instrumentalizar la Diada. Tanto Òmnium como la ANC han negado manipulación alguna. Finalmente, también algunas personalidades próximas a Catalunya Sí que es Pot, como los concejales de Barcelona en Comú Jaume Asens y Gerardo Pisarello, han acudido.

A pesar de la presencia de los candidatos de Junts pel Sí y de la CUP en las primeras filas de la manifestación, el acto ha seguido el esquema habitual de otros años, con intervenciones de los responsables de la ANC y de Òmnium. También ha hablado Gabriel Rufián, de Súmate, que ha hecho una intervención especialmente emotiva evocando el papel de la inmigración en la construcción del país, y Liz Castro, norteamericana y miembro de la Comisión Permanente de la ANC, con un parlamento en inglés. "No queremos seguir formando parte del Reino de España ni un minuto más, de un Estado que ya no nos representa", ha exclamado Jordi Sánchez, que cerró los parlamentos.

Como es habitual, Artur Mas no ha asistido a la manifestación para preservar su papel institucional. Sí ha comparecido, como en años anteriores, para hacer una declaración institucional después de reunirse con los convocantes en el Palau de la Generalitat. "En la calle se influye, pero en las urnas se decide", ha subrayado, paraañadir que los catalanes tendrán oportunidad de "influir y decidir" en las elecciones del próximo 27-S. El presidente catalán ha acusado al Estado de tratar a los independentistas casi como a delincuentes y lo ha instado a abandonar la miopía política y el orgullo imperial para cambiar las leyes que sean necesarias. "Creo que tenemos derecho a ser escuchados", ha concluido.

Una de las reacciones más significativas ante el éxito de la Diada ha sido la de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Por la mañana, en la rueda de prensa del Consejo de Ministros, la vicepresidenta había restado importancia a la cita, asegurando que lo que antes era una fiesta de todos los catalanes se ha convertido en "un acto electoral de Mas". Visto el éxito de participación y con la manifestación ya casi acabada, ha publicado un tuit advirtiendo que "una democracia no es solo ir a las urnas, sino la garantía del cumplimiento de la ley y el respeto a los derechos a través de los tribunales".