Ha sido Vox quien ha plantado ante Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo la primera arena donde bajar a intercambiarse reproches en clave de la campaña de las elecciones europeas. Todavía a veinte días para la celebración de los comicios continentales, que serán el 9 de junio, unas declaraciones de Javier Milei, invitado en un acto de Vox, han permitido al presidente español acusar al líder del PP de ser un cómplice del extremismo ultra y a Feijóo señalar con el dedo las sobreactuaciones de Sánchez ante los embates provenientes de sus adversarios políticos. La disputa entre el PSOE y el PP, que se preveía que pivotaría en torno a la amnistía, las alianzas en Catalunya e, irremediablemente, los casos de presunta corrupción, ha tomado vuelo en las últimas horas a costa del presidente argentino, que ha acaparado todos los discursos políticos desde que acusó de “corrupta” Begoña Gómez. “Abrir la puerta al socialismo es invitar la muerte y la esclavitud”, llegó a afirmar el presidente argentino en un acto organizado en Madrid por el partido de Santiago Abascal. Lo que más ha trascendido, sin embargo, son las palabras sobre la esposa de Sánchez.
He ahí la chispa que ha provocado una enorme gesticulación por parte del PSOE. El mismo domingo, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, comparecía desde la Moncloa para anunciar que había llamado a consultas a la embajadora española en Argentina y denunciar el “ataque frontal” de Milei a la “democracia” y a España. Y este lunes elevaba la intensidad del choque convocando a la sede del ministerio al embajador de Argentina en España, exigiendo unas disculpas de Milei y amenazando con romper las relaciones entre ambos países.
También este lunes, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, acusaba al PP y Vox de “convertir Madrid en el epicentro de la internacional de la ultraderecha” y el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, reprobaba a los populares que hicieran seguidismo de la “estrategia” de la ultraderecha de “crispar, insultar y sembrar odio”. Por su parte, también con la voluntad de redirigir la contraofensiva hacia Alberto Núñez Feijóo, Pedro Sánchez pedía más tarde “patriotismo” al PP: “Defender las instituciones españolas de las difamaciones que puedan hacer otros mandatarios no entiende de peros”. “Entre gobiernos, el afecto es libre, pero el respeto es irrenunciable”, añadía.
📝 Milei, al lado de Abascal, se alza contra el socialismo y tilda de “corrupta” a la mujer de Sánchez
El PP pone a Milei y Sánchez en el mismo saco y lo atribuye todo a la campaña
¿Y qué dice el PP de todo esto? Los populares, que han ido modulando su discurso, han reprobado las palabras y la visita de Milei, pero han aprovechado el choque diplomático para disparar también contra Pedro Sánchez. “Con todos mis respetos, la mujer de Pedro Sánchez no es un asunto de Estado”, señalaba este lunes por la mañana al vicesecretario institucional del partido, Esteban González Pons. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se sumaba y reprobaba una “sobreactuación impropia” de la Moncloa, criticando que el ejecutivo pretenda convencer a la ciudadanía de que “Sánchez es el Estado”. La estrategia enarbolada por Feijóo era equiparar los postulados del presidente argentino y de su homólogo en España: “Lo que ha hecho Milei es más o menos lo que ha hecho Sánchez contra mí o contra la señora Ayuso. A mí me ha dicho que yo era presidente del partido a consecuencia de la corrupción de mi partido y a la señora Ayuso le he dicho que vivía en una casa pagada con la corrupción. En definitiva, lamentablemente el Gobierno está polarizando la vida política”, lamentaba más tarde en una entrevista en Telecinco. Asimismo, el líder del PP relacionaba la campaña del PSOE con la de Vox: “El objetivo del PSOE es que se hable mucho de lo que dice Vox y el objetivo de Vox es que se hable mucho de lo que dice al PSOE”.
Todo era una especie de matiz, con menos o más contundencia, a la posición del partido del día anterior. El domingo, los populares “se negaron a participar en la estrategia” del PSOE y acusaron a los socialistas de querer que “Milei movilice al electorado que ya no convence el Gobierno”. Sin embargo, este lunes el PP también ha cargado contra Javier Milei. “No puede venir en su primer viaje a España sin saludar al rey, al Gobierno y al Parlamento, entrar en un acto político de un partido y remover la política nacional española”, sostuvo González Pons. “Ni el Gobierno de Sánchez ni el señor Milei están en el espacio de moderación que yo reivindico para la política”, añadía Feijóo, que añadía que Sánchez “no está para dar lecciones de diplomacia, teniendo en cuenta que su gobierno empezó todo eso haciendo exactamente lo mismo que hoy denuncia”.
Tiene razón el líder del PP cuando pone el dedo en la llaga: el primero a disparar contra el otro fue el PSOE, y con una acusación grave. El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, dijo que Javier Milei podría haber “ingerido sustancias”, cosa que provocó un conflicto diplomático. Milei atacó a Sánchez reprobándole que “pacta con los separatistas” y el Gobierno rechazó “rotundamente” el comunicado del gobierno argentino. Al cabo de un par de días, en Buenos Aires señalaron que el choque ya estaba superado, y el contraataque argentino ha llegado este fin de semana.
El arma de Sánchez: convertir el 9-J en un nuevo plebiscito contra la extrema derecha
La puntualización en el discurso de los populares obedece, seguramente, al intento de no tropezar dos veces con la misma piedra. Si el PP no es el actual inquilino de la Moncloa, es, con toda probabilidad, porque le pasó factura en las urnas del 23-J haber llegado a incontables pactos con Vox después de las elecciones del 28-M. En aquellos comicios autonómicos y municipales, a Pedro Sánchez no le salió bien la estrategia de hacer ostentación de su gestión al frente del ejecutivo. En cambio, sí adivinó cuándo planteó las anticipadas elecciones generales como un plebiscito entre el progresismo y la suma de la derecha con la extrema derecha.
Ahora, el PSOE está planteando la campaña europea, que arranca el próximo viernes, en este mismo marco: situar a los socialistas como la alternativa al auge de las formaciones ultras en Europa y las políticas reaccionarias. Cuando el partido de Sánchez hizo pública la elección de la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, como candidata a las elecciones europeas, los socialistas prometieron plantar cara a las “tentaciones retardistas o al rechazo de la agenda verde por parte de la derecha”.
🔎 Sánchez aprovecha el choque con Milei para convertir el 9-J en un nuevo plebiscito contra la extrema derecha
Es una línea argumental que Sánchez ha explotado las últimas semanas. Hace prácticamente un mes, Pedro Sánchez publicaba una carta en su cuenta de Twitter diciendo que necesitaba cinco días de “reflexión” después de sentirse víctima, según su discurso, del “barro en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política”. También el presidente del Gobierno tildaba la semana pasada de “encuentro de ultraderechistas” el acto que Vox ha celebrado este pasado fin de semana en Madrid con personalidades mundiales de la extrema derecha.