"Ya me gustaría a mí tener los medios y los recursos que tiene Diplocat". No son palabras de un pequeño empresario o de una modesta fundación, son palabras, ni más ni menos, que del ministro de Exteriores, Josep Borrell. Según el socialista, Catalunya ha superado a España en la difusión del "relato" independentista en el exterior y, eso, siempre según el ministro, es gracias a la cantidad de recursos que tenía el Diplocat antes de ser liquidado por el 155.

Las palabras de Borrell caen por su propio peso. Resulta inverosímil que un consorcio como el Consell de Diplomàcia Pública de Catalunya pueda tener más recursos que el mismo Ministerio de Asuntos Exteriores de España, cuarta potencia económica de la zona euro. De hecho, sólo con una simple ojeada a los datos quedan desmentidas las palabras de Borrell. El Diplocat recibió 2,3 millones el año 2017 del presupuesto de la Generalitat, mientras que el presupuesto del Ministerio de Exteriores para este 2018 es de 1.182 millones.

De hecho, el departamento de Borrell gasta 2 millones de euros al mes ―lo que serían unos 24 millones de año― sólo en el alquiler de las embajadas, los consulados y las residencias oficiales de sus representantes. Es decir, sólo en los alquileres de un mes, el gobierno español ya gasta casi toda la aportación que la Generalitat hace al Diplocat.

Sólo en alquileres, el gobierno español ya gasta casi toda la aportación que la Generalitat hace al Diplocat

El Diplocat es un consorcio publicoprivado en el cual participaban hasta el octubre pasado desde futbolistas, como Xavi Hernández, hasta la Taula del Tercer Sector. Sin embargo, el principal financiador es la Generalitat. Su tarea se centraba en hacer diplomacia básicamente académica, dando charlas en think tanks o teniendo contacto con políticos de otros países y, entre sus principales funciones, estaba la difusión del derecho a decidir. Fue liquidado por el gobierno español con el 155, aunque el Govern empezó un proceso para su restitución el julio pasado.

Tampoco el presupuesto de la Conselleria d'Exteriors de la Generalitat llega a la suela del zapato del ministerio. Concretamente, el presupuesto del Govern en Exteriores es de 18 millones de euros, contando ya la aportación al Diplocat. Dicho de otra manera, lo que paga cada catalán para la estrategia internacional de Catalunya son poco más de 2 euros y medio al año, mientras que lo que paga cada español por el Ministerio de Exteriores se eleva a 25 euros el año.

200 países contra 12

Además, el nivel de proyección de uno y otro no tienen nada que ver. En el Diplocat, antes de su cierre, trabajaban menos de una veintena de trabajadores. El cuerpo consular español tiene representación en casi 200 países y cuenta con 182 embajadores, además de los consules y de todos los trabajadores de las embajadas como la segunda jefatura, el consejero, el secretario, el canciller... En sólo una embajada pueden trabajar decenas de personas.

Por lo contrario, la Generalitat, antes de la aplicación del 155, tenía representación en doce países, todas ellas con estructuras muy modestas. Hablamos de las de Francia, Reino Unido, Alemania, Austria, Estados Unidos, Italia, Portugal, Dinamarca, Suiza, Polonia, Croacia y Bruselas, que es la única que se mantuvo abierta durante la intervención aunque se despidió a su delegado. En todas estas delegaciones trabajaban una cincuentena de trabajadores, contando ya a los delegados.

Sin embargo, el Govern se ha propuesto recuperarlas y ya aprobó el 26 de junio el decreto que permitía reabrir las delegaciones en el Reino Unido e Irlanda, Alemania, Italia, Francia, Suiza y los Estados Unidos de América. La de Berlín ya ha sido inaugurada esta semana y la de Londres lo hará la semana que viene. Además, la conselleria comandada por Ernest Maragall también tiene previsto la apertura de embajadas en los países nórdicos, en los Balcanes, en China e incluso en los estados del Oriente Medio.

¿Qué cuestan las embajadas españolas?

El coste del alquiler de las embajadas, consulados y residencias españolas en el exterior, como hemos dicho antes, se eleva a los 24 millones al año. Además, algunas de las embajadas que tiene España en el mundo tienen dimensiones y gastos muy elevados. Un ejemplo es la de Moscú, que cuesta 141.486 euros al mes, o la de Nueva York, que sale por 85.133 euros.

Los gastos estratosféricos, sin embargo, no acaban aquí. La sede de la embajada en París, por ejemplo, tiene 14.450 metros cuadrados y el precio del mantenimiento del edificio de la conselleria, así como la residencia de la embajada y el de la Delegación Permanente de España en la OCDE, es de 331.825 euros, según la adjudicación hecha pública por el ministerio por dos año

El ministerio de Exteriores gastó 48.487 euros en una alfombra para el comedor de gala de la embajada ante el Vaticano

Estos no son los únicos costes que destacan. Sólo en el mantenimiento de jardines de las embajadas, en 2016 y 2017, el Ministerio de Exteriores se gastó 60.536 euros en Berna (Suiza) y 62.920 en Roma. En este mismo periodo, se gastó 48.487 euros en el suministro "de una alfombra de nudo manual para el comedor de gala" de la embajada ante el Vaticano y, en mobiliario, se gastó 20.507 para la delegación de Bogotá y 34.536 para Río de Janeiro. También se hicieron obras de reforma en la sede de Bangkok, que costaron 527.927 euros.

La más escandalosa, sin embargo, es la embajada de España en Riad, que cuenta con una piscina cuyo mantenimiento, junto con otras instalaciones electromecánicas, se adjudicó a una empresa en 2015 por 96.000 euros.

Además, en 2016 el ministerio se gastó 72.479 euros en el suministro de banderas y mástiles para las representaciones en el extranjero.

¿Cuánto cobra un embajador?

Aunque el gobierno español cuenta con una página web de transparencia, los sueldos reales de los embajadores son un misterio, ya que los que aparecen en internet son sin los complementos. Así, mientras que el sueldo base medio es de unos 60.000 euros anuales, con los complementos puede llegar a ascender hasta los 120.000. Además, hay que tener en cuenta que todos los embajadores cuentan con una residencia pagada en sus países de destino para ellos y sus familias.

Los complementos, pues, se pagan para equiparar el sueldo al nivel de vida del país o para compensar cuestiones como la lejanía, la insalubridad y las situaciones de violencia de los países en cuestión. En el caso del embajador australiano, por ejemplo, el sueldo base es de 58.867 euros, pero una vez sumados los complementos son casi 120.000 euros.

Sin tener en cuenta estos complementos, los embajadores mejor pagados son los de Marruecos, Nueva York, Bruselas y Ankara, mientras que los peor pagados son los de Cabo Verde, Costa de Marfil, Kuala Lumpur o Zimbaue.

La diplomacia española, pues, cuenta con una estructura mastodóntica y muy potente que nada tiene que ver con el modesto despliegue catalán. Ni en cuanto a los lujos ni en cuanto a los gastos. Así, Catalunya gasta sólo un 1,58% de lo que gasta España en exteriores.