La exdiputada Mireia Boya ha anunciado esta tarde que se da de baja de la CUP, después de que la formación ha dado por cerrada su denuncia de acoso machista por parte de un miembro del secretariat nacional. Boya ha lamentado el "silencio" de compañeros ante esta situación. "Hoy es un día triste, me he dado de baja de la CUP por cómo ha acabado mi caso. Las violencias machistas son personales y colectivas al mismo tiempo, la reparación también lo tiene que ser. Las mujeres, siempre en el centro", ha indicado en la red, y también se ha explicado en un contundente comunicado.
"Han pasado dos años y una pandemia desde mi denuncia a la comisión de agresiones machistas de la CUP del acoso sufrido por parte de un compañero miembro del secretariat nacional cuando yo era diputada en el Parlament de Catalunya", explica. Según Boya, la gestión inicial de la denuncia que se hizo desde la CUP no la puso "en el centro", "aunque era un compromiso de la formación y un principio básico del feminismo hacerlo". "Se desconfió de mí y se quiso esconder lo que había pasado. Sentí que pasaba por mentirosa, por exagerada, por interesada. Este fue el discurso que se difundió y que parte de la militancia creyó. Se llegó a hablar con la prensa de espaldas a mí, con una versión de todo que quizás permitía lavar la ropa sucia en casa, pero que no sólo estaba alejada de los cuidados a la mujer víctima, sino que tergiversaba los hechos, me apartaba y me revictimizaba enormemente", apunta.
La exdiputada reconoce que tenía una posición de privilegio para explicar su caso por el impacto mediático, pero afirma que se defendió sola ante la comisión de agresiones machistas, "que en aquel momento inicial se caracterizó primero por su parcialidad, y después por su ausencia". "Los silencios de muchos compañeros y compañeras me hicieron tanto o más daño que las palabras de otros", añade. Boya revela que se ha pagado "una terapia psicológica que la organización no ofrecía y sin la que hoy seguramente no estaría haciendo este balance ni tomando esta dolorosa decisión", y añade que todavía no se ha podido librar de secuelas psicológicas y emocionales como "la ansiedad, el miedo a hablar en actos públicos, o la inseguridad de militar en algún espacio de la izquierda independentista o anticapitalista". "Durante todo este tiempo, he abandonado toda trinchera, excepto la mía", resume.
Boya explica que "después de año y medio de silencio" la CUP le comunicó en el mes de enero "que el caso se cerraba". Narra que el agresor "ha seguido las medidas pactadas en el marco del protocolo". "El informe final de la comisión de gestión de agresiones machistas explica su proceso, que lo ha llevado a trabajarse y a reconocer la violencia machista ejercida y el dolor que me causó a mí y a otras compañeras. Lo lamenta en una carta privada que me ha enviado y que he prometido no compartir. Leerla me ha permitido saber que el protocolo de la CUP funciona y es una herramienta imprescindible", asegura, también para saber que "no mentía, no exageraba, no era por interés político".
La exdiputada asegura, sin embargo, que "la reparación también tiene que ser colectiva", con el argumento que las agresiones machistas lo son. Y como considera que ha habido "una mala gestión" de la CUP, de aquí su decisión de dejar la formación.
Reacción escueta de la CUP
La CUP ha reaccionado de forma escueta a la decisión de Boya, i se ha centrado en indicar que seguirán "revisándose" para erradicar cualquier actitud machista. "Igualmente, queremos poner en valor el trabajo realizado por la comisión de abordaje de agresiones machistas nacional y subrayar que el protocolo ha sido y es una herramienta útil. Lamentamos la decisión de Mireia y queremos agradecer todo el trabajo realizado por la compañera y exdiputada durante todos estos años", ha añadido.