Pasan los días, se acerca su debate en el Congreso de los Diputados, pero nada se mueve. Por una parte, los socios habituales del Gobierno, como ERC, el PNV o EH Bildu, reclaman cambios en una reforma laboral que ven del todo insuficiente, que se queda corta. Por otra parte, con el aumento de la presión de los empresarios, La Moncloa se niega a tocar el acuerdo alcanzado con los sindicatos y la patronal. En este contexto enrocado, desde el ejecutivo central ya exploran otras vías, como podría ser la de Ciudadanos, que vuelve a dividir a la coalición española. Desde el PSOE lo ven con buenos ojos, porque al fin y al cabo son unos votos a cambio de nada, mientras que Unidas Podemos recela, porque pone en peligro la alianza de legislatura con las izquierdas y el independentismo. Tienen hasta el 3 de febrero para conseguir los votos, cuando está previsto que se debata y vote el decreto en el Congreso de los Diputados.
Desde el lado socialista reiteran su mensaje tanto a ERC como al PNV. Así lo transmiten fuentes del Gobierno: "Tienen que entender que, si se acepta lo que piden, los agentes sociales se van". Prácticamente descartan los votos de la izquierda abertzale, porque "las condiciones son imposibles". Pero no pasa lo mismo con Ciudadanos, que se ha ofrecido a aprobar la reforma laboral "si no se toca ni una sola coma". En este sentido, estas mismas fuentes avisan a Unidas Podemos de que "no puede boicotear el voto de un partido como Ciudadanos si dan su apoyo sin negociar". En cualquier caso, desde La Moncloa aseguran que "no bajarán los brazos" y están dispuestos a negociar y llegar a acuerdos con los republicanos en otros ámbitos.
El mismo mensaje que ha enviado este jueves al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en un desayuno informativo. La mano derecha de Pedro Sánchez ha vuelto a reclamar a todos los partidos, incluidos los "socios prioritarios", que validen el acuerdo de la mesa de diálogo social, que permite dejar atrás la reforma laboral del 2012 del gobierno Rajoy. Bolaños ha defendido que "no es un proyecto de nadie", sino "un proyecto de España", y ha reclamado "altura de miras". Frente a las críticas de socios progresistas como ERC o EH Bildu, se ha vuelto a mostrar "extrañado" de que quieran "mantener" el marco de relaciones laborales del PP. "Yo lo considero un proyecto de país y apelo a las fuerzas políticas a que tengan altura de miras", ha concluido.
Los socios mantienen los recelos
Pero los argumentos de La Moncloa no convencen a los "socios prioritarios" de La Moncloa. Ayer mismo, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, señaló la construcción de un "frente común" de estos aliados parlamentarios contra una reforma laboral insuficiente. "La reforma laboral no es ni siquiera una reforma; es un maquillaje", criticó en rueda de prensa en la cámara baja, desde donde cargó contra las "mentiras" del ejecutivo central. "Nos lo han presentado como un plato de lentejas, o lo tomas o lo dejas. Si no se mueven, votaremos que no", remachó el dirigente republicano.
Tampoco cambian las cosas en el País Vasco, donde la reforma laboral cuenta con la oposición además de los sindicatos mayoritarios. La rechazan tanto EH Bildu como el PNV. Estos últimos reclaman que se establezca la preeminencia de los convenios autonómicos sobre los estatales. Hoy mismo, el presidente de la formación jeltzale, Andoni Ortuzar, ha reiterado que votarán en contra de la convalidación si no se modifica este aspecto.