A Pedro Sánchez se le presentan más y más obstáculos. No solo sufre un asedio judicial por las investigaciones a su esposa, a su hermano y a su exmano derecha —José Luis Ábalos— por el caso Koldo; desde que empezó la legislatura, el Gobierno sufre una importante asfixia aritmética en el Congreso de los Diputados. Y eso se le pone constantemente de manifiesto en las conversaciones que mantiene con los grupos parlamentarios para sellar la ley más importante de cada año; con la esperanza de encauzar así la legislatura: los presupuestos generales del Estado. Antes de presentar las nuevas cuentas, el ejecutivo quiere aprobar la senda de déficit, después de que Junts per Catalunya la tumbara hace unos meses. Pero la Moncloa, en privado, es cada vez menos optimista. Pronostica un camino espinoso con los independentistas. Y también con las formaciones que se sitúan a su izquierda, porque Podemos y Sumar también han amenazado con embarrancar las cuentas del 2025.

Vamos por partes. La dificultad para aprobar unos nuevos presupuestos españoles ya se puso de manifiesto el pasado mes de marzo, cuando Pere Aragonès convocó elecciones en Catalunya para el 12-M. Ante la dependencia aritmética de ERC y Junts, y al ver que los dos partidos se adentraban inmediatamente en una campaña electoral, Pedro Sánchez tiró la toalla y renunció a presentar las cuentas en el Congreso; se comprometió a presentar meses después los presupuestos del 2025. Pero la primera decepción se la llevó el pasado 23 de julio, cuando se celebraba el primer aniversario de las elecciones generales del 23-J.

Junts, como castigo por el déficit de ejecución presupuestaria en Catalunya, exponía la debilidad parlamentaria del PSOE tumbando la senda de déficit presentada por el Ministerio de Hacienda. Después del verano, los socialistas desafiaron a los independentistas presentando en el Congreso la misma senda de déficit; idéntica. El grupo parlamentario de Míriam Nogueras repitió por activa y por pasiva que la volverían a tumbar. El primero a frenar en aquel 'Chicken Run' fue Pedro Sánchez: en medio de un cúmulo de gestos para desinflamar la relación PSOE-Junts, el Gobierno retiró del orden del día la votación de aquella senda. Desde entonces, ambas formaciones negocian.

"La pelota está en su tejado; de momento la cosa no se mueve", señala una fuente juntaire conocedora de las conversaciones con el PSOE. Los diputados de Míriam Nogueras, amparándose en una resolución que aprobó el Parlament en 2014, exigen que el Gobierno dedique un tercio del margen de déficit a las comunidades autónomas, lo que querría decir que la capacidad de gasto de los territorios pasaría del 0,1% al 0,8%. En la última propuesta que hacía el Consejo de Ministros la distribución era del 2,2% para la Administración General del Estado, del 0,1% para las comunidades y del 0,2% para la Seguridad Social.

Uno de los negociadores de confianza de Pedro Sánchez admite en privado que el Gobierno sí que está abierto a retocar la décima; y cualquier cambio se traduciría en mucho dinero. Pero la intención del Gobierno es que a la tercera vaya la vencida. No quieren sufrir un nuevo porrazo parlamentario. Por eso, según relata un ministro de alta jerarquía a este periódico, Sánchez contempla presentar la senda de déficit después de los congresos de las dos formaciones independentistas. ERC, que no celebra su cita congresual hasta finales de noviembre, ya advirtió hace un mes al PSOE que pagará caro su trato prioritario a Junts: "Empezamos las negociaciones desde cero", aseveraba Rufián.

Sea como sea, el PSOE ha aprendido la lección del "pieza a pieza" que impone Junts. Fuentes de la capitanía de los juntaires en Madrid aseguran a ElNacional.cat que un pacto en la senda de déficit no implicará un acuerdo en los presupuestos. Y así lo avalan los socialistas. "Que nos aprueben una cosa no quiere decir que después nos aprueben las cuentas", admiten ministros de máxima confianza de Pedro Sánchez.

Podemos, una nueva preocupación para el Gobierno

Las pesadillas, sin embargo, no acaban en Junts per Catalunya. Porque Podemos comunicó este lunes que consultará a su militancia si vota a favor o no de los presupuestos españoles, con dos condiciones sobre la mesa: bajar un 40% el precio de los alquileres y romper las relaciones comerciales y diplomáticas con Israel. "Es un temazo", admiten las mismas fuentes socialistas, que reconocen que les preocupa que la militancia tenga que validar un acuerdo con sus exsocios de ejecutivo; no que las demandas sean complicadas.

También este martes, Sumar ha dicho la suya. La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha advertido que su formación y el PSOE están "atascados" en la negociación sobre los presupuestos. Hoy por hoy, según su relato, hay "una enorme distancia, sobre todo en el tema de la fiscalidad". "Nosotros queremos que se mantengan los impuestos en la banca y las eléctricas, que han funcionado muy bien", ha dicho.