Ha llegado el día. El día en que los Mossos d'Esquadra, por orden del Tribunal Supremo español, deben detener a Carles Puigdemont, el 130.º president de la Generalitat de Catalunya, en una imagen que se prevé histórica. Este jueves de agosto, por la mañana, está previsto el pleno de investidura que debe servir para investir al socialista Salvador Illa como 133.º president. Carles Puigdemont, que lleva más de seis años exiliado en Bruselas y con una orden de detención activa —a pesar de la aprobación de la ley de amnistía, que el juez Llarena ha decidido no aplicar en el caso del expresident—, aseguró en campaña electoral que estaría presente en el debate de investidura, y este jueves se celebrará, seguramente, en condiciones distintas a las que él y su partido, Junts, esperaban, pero ha llegado el día. El Tribunal Supremo mantiene activa la orden de detención y cuando pise el Estado español, o cuando sea detectado, será detenido.

Por ahora, las incógnitas sobre los planes que tiene el president Puigdemont y su equipo para llegar al Parlament de Catalunya sin ser detectados son totales y se mantiene una espera tensa en todos los cuarteles generales de los partidos, independentistas o no. Ninguna pista, por ahora, que haga pensar qué movimiento puede hacer el de Girona para llegar al parque de la Ciutadella sin ser detectado, primero por los servicios secretos españoles, después por la Policía Nacional y la Guardia Civil, y, en última instancia, por los Mossos d'Esquadra. Sea como sea, lo que está claro es que será detenido, el entorno del president lo da por sentado.

Los Mossos d'Esquadra trabajan con la hipótesis de que el president Puigdemont podrá llegar a Barcelona y que se aproximará al Parlament de Catalunya, que será el primer lugar donde se dejará ver. Será allí donde se prevé que sea arrestado y entregado al juzgado de guardia de Barcelona, en la Ciutat de la Justícia, sin tampoco pasar por una comisaría, para que sea el magistrado de guardia, responsable de detenidos, quien ponga en conocimiento del juzgado que lo reclama, en Madrid, la detención de Puigdemont. Aquí arrancará lo que por ahora parece el terreno más desconocido. Teniendo en cuenta que ha estado en el exilio, el juez Llarena puede interpretar que existe riesgo de fuga, lo que podría llegar a condicionar un posible ingreso en prisión, extremo que la defensa del president Puigdemont estima innecesario. Lo que sí saltará por los aires, si el president del Referéndum del 1 de Octubre es detenido, es el pleno de investidura de Salvador Illa, que con toda seguridad se suspenderá.

El plan para detener a Carles Puigdemont

No existe ningún plan especial —como sí se diseñó en 2017, si la declaración de Independencia no se hubiera abortado— para detenerlo. La policía catalana tiene todos sus mecanismos de escucha activos, liderados por la Comissaria General d'Informació —que también hizo efectiva la detención de Clara Ponsatí con éxito en julio de 2023, entregada al juez y puesta en libertad en pocas horas—, pero no hay ningún dispositivo especial para realizar la detención, tampoco para adelantarse a los cuerpos de seguridad del Estado. Lo que sí se ha preparado es si hay que extraer, con vehículo policial, al president Puigdemont ya bajo custodia para trasladarlo al juzgado de guardia. Si las hipótesis que ahora mismo tienen los Mossos d'Esquadra sobre la mesa se cumplen, totalmente o en parte, la detención se producirá alrededor del parque de la Ciutadella o en la entrada del Parlament, y teniendo en cuenta que están convocadas varias concentraciones de apoyo al president en el exilio —también en contra, con Vox—, uno de los momentos críticos puede ser la salida de la zona con el president en el interior de un vehículo policial. Los Mossos tendrán desplegados en la zona a la Brigada Mòbil (Brimo) y equipos del ARRO, las dos unidades que pueden realizar tareas de antidisturbios.

Los Mossos confían en que la policía española, bajo el mando del ministro Marlaska, no se adelantará a la policía catalana, y que "permitirán" que la detención la realicen los propios agentes de los Mossos. La lectura política es fácil de hacer. El PSOE y, por tanto, el PSC, no harán efectiva la detención del president Puigdemont, y serán los Mossos d'Esquadra, bajo el control de ERC —aunque por orden de un tribunal español— quienes detendrán al 130.º president de la Generalitat de Catalunya. Con esta premisa, los Mossos esperan que el president aparezca en la zona del Parlament de Catalunya y no tanto en poder detectarlo en la zona de frontera administrativa con Francia.

Cualquier agente de los Mossos —también de otro cuerpo policial— que detecte a Carles Puigdemont, teniendo en cuenta que es una persona pública y totalmente conocida, podría identificarlo y cuando se confirme que tiene una orden de detención pendiente, realizar su detención. Si ningún agente de la policía lo detecta antes, sí lo harán cuando quiera entrar en el Parlament de Catalunya. El cuerpo de guardia del Palau está formado por agentes de los Mossos d'Esquadra, que, en funciones de policía judicial, estarán obligados a detener a Puigdemont. El equipo del expresident podría intentar otras formas de entrar, incluso, acompañado del president Josep Rull, pero el de Terrassa lleva escoltas, que también son miembros de los Mossos d'Esquadra y, por tanto, también tendrían que detenerlo.

La Prefectura de los Mossos d'Esquadra no ha dado ninguna orden concreta a sus agentes sobre cómo actuar cuando Carles Puigdemont sea detectado, como todo está previsto, este jueves en el Parlament de Catalunya. Se emitió una orden dirigida a todos los agentes, que recordaba que se había aprobado la ley de amnistía y que en caso de duda sobre su aplicación, se elevara la información a la superioridad, y directamente a la Prefectura, la dirección policial, que se encargaría de dar las órdenes concretas. En este caso, no obstante, fuentes de la policía catalana aseguran que no existen dudas, y que el juez que ordenó su detención lo ha reiterado; por lo tanto, no será necesario ni esa consulta a la Prefectura. Sí que los agentes que detengan al president Puigdemont, por los canales habituales, lo comunicarán a la Prefectura, teniendo en cuenta que se trata de una detención relevante y que será necesario iniciar una serie de protocolos para el traslado y las posibles reacciones.

En el interior del Parlament

Si las previsiones de los Mossos fallan y Puigdemont logra entrar en el Parlament de Catalunya, habrá que ver si la policía catalana, cuando lo detecte, lo detiene o no. Aunque existe un protocolo que quiere evitar que agentes armados puedan entrar en el hemiciclo, no hay nada, por ahora, más allá del sentido común, que pueda evitar que agentes de los Mossos d'Esquadra identifiquen y arresten al president Puigdemont en el interior del Parlament de Catalunya. Sea como sea, fuera de la Ciutadella, entrando en el Parlament o ya en el interior del Palau, la detención se espera, si se puede organizar con suficiente tiempo, que la efectúen altos mandos de la Comissaria General d'Informació, los mismos que recibieron el encargo de detener a Ponsatí, en el Born, hace más de un año.

En la calle no se esperan graves disturbios

A pesar de las diversas convocatorias hechas por entidades soberanistas y también los CDR en la zona del Parlament de Catalunya para este jueves, por ahora nada hace pensar en que la situación de tensión que se vivirá en el interior del Palau —la suspensión del pleno y cuándo se podrá celebrar y si Llarena envía a Puigdemont a una prisión de Madrid— pueda contagiarse al exterior.

Los analistas de la policía catalana trabajan con una hipótesis que no prevé, en este momento, disturbios en la calle como respuesta a la detención. El agotamiento con los partidos independentistas y el hecho de estar en pleno agosto hace imaginar a los Mossos d'Esquadra que el alto voltaje vivido cuando el president fue detenido, en el año 2018, en Alemania, no se repetirá ahora. A pesar de ello, la política catalana hace años que parece imprevisible, y todos los escenarios están abiertos. La policía catalana se encuentra en máxima alerta, a pesar de estar a principios de agosto, por lo que pueda pasar. La historia reciente de Catalunya ha confirmado que todo es posible, y no todo siempre es bueno.