Todo estaba previsto para detener al president Puigdemont de manera proporcional y sin desórdenes públicos cuando entrara en el recinto del parque de la Ciutadella. Los Mossos d'Esquadra tenían blindadas todas las puertas y sabían que, si nada fallaba, si Carles Puigdemont, el pasado 8 de agosto, quería participar en el debate de investidura de Salvador Illa, tenía que pasar por las dos únicas puertas que se instalaron para acceder al parque de la Ciutadella, y allí, tal como se había previsto, sería detenido por el mismo jefe del cuerpo, Eduard Sallent, y por la comisaria en jefe de la región de Barcelona, Montserrat Estruch. Según consta en el informe de 25 páginas que el mismo Eduard Sallent ha firmado para explicar al juez Pablo Llarena cómo fue este operativo, la idea era poder interceptarlo de camino al Parlament, así evitar problemas de orden público y cumplir con lo que dice el protocolo, poder hacerlo de manera congruente y proporcional.
Del informe, al que ha tenido acceso ElNacional.cat, se desprende que no solo Sallent y Estruch estaban preparados para leer los derechos a Carles Puigdemont. La parte más crítica de todo el dispositivo que se había organizado era trasladar al president al Palau de la Justicia, en L'Hospitalet de Llobregat, donde debía ser entregado al juzgado de guardia. Para ello, sin embargo, se había organizado una comitiva que constaba de un vehículo de paisano de los Mossos, con agentes de la Comisaría General de Información, y también dos vehículos más, tipo furgoneta, con operadores del Grup Especial d'Intervenció (GEI), la unidad de élite de la policía catalana, especialistas en incidentes de alto riesgo, sobre todo con personas armadas.
Traslado de Puigdemont escoltados por el GEI de los Mossos
Según consta en el informe entregado a Llarena, ya se había preparado la coordinación entre los agentes de paisano que trasladarían a Puigdemont, en esta comitiva escoltada por el GEI, y el servicio que se encarga de la protección de la Ciutat de la Justicia, y se delimitó la zona donde el president Puigdemont, ya formalmente detenido, esperaría para ser entregado al juzgado de guardia.
También se había diseñado cómo debía ser el traslado, si así Llarena lo hubiera ordenado, hacia Madrid. No estaba previsto entregar al president Puigdemont a la Guardia Civil o a la Policía Nacional; la idea de los Mossos era realizar el traslado ellos mismos, por carretera, hasta entregar a Carles Puigdemont al Tribunal Supremo. Como también en el viaje de la Ciutadella al Palau de la Justícia, el convoy policial iría escoltado por agentes del GEI de los Mossos. Según ha podido saber ElNacional.cat, esta protección de alto nivel no se enmarcaba en una posible fuga de Puigdemont; lo que se quería era evitar problemas de seguridad contra el mismo detenido, objetivo de la ira españolista, si era detectado. Desde el Departament d'Interior ya se había avisado al Ministerio del Interior que agentes armados del cuerpo de los Mossos d'Esquadra saldrían de Catalunya para realizar este "eventual traslado", y ya se habían reservado habitaciones en un hotel de Madrid para alojar a los agentes que formaban parte de esta comitiva que debía trasladar a Puigdemont de Barcelona a la capital de España para entregarlo, detenido —se desconoce si la intención era esposarlo o no— al juez Llarena, el hombre que lleva siete años intentando cazarlo, de momento, aún sin suerte para él.
El plan no salió bien para los Mossos
La historia, sin embargo, fue diametralmente opuesta a lo que había previsto la cúpula de los Mossos. El escenario que habían previsto, que el president Puigdemont llegaría al Palau del Parlament y que podría ser arrestado, se diluyó cuando Puigdemont logró escapar ante más de 300 agentes de los Mossos, un helicóptero y tres drones que había en la zona. En el informe que los Mossos han enviado a Llarena también explican todos los escenarios y cuándo perdieron de vista al president, justo después de su discurso en el Arc de Triomf.