De la noche a la mañana, las certezas se han convertido en incertidumbres. Los frágiles equilibrios han saltado por los aires en un momento muy complejo. Con una crisis económica y social que requiere de gasto público, hay dos presupuestos en tramitación y también en juego: los del Estado y los de la Generalitat. Los españoles, que el año pasado fueron aprobados con el aval de ERC, no cuentan hoy por hoy con los números necesarios para salir adelante. Los catalanes, todavía menos, después de la salida de Junts per Catalunya del Palau de la Generalitat y la formación de un gobierno en solitario. Del juego de equilibrios de los republicanos, que se encuentran en minoría en el Parlament y con la peligrosa mano tendida de los socialistas, dependerá el resultado final. Lo que tiene claro el president Pere Aragonés es que quiere evitar la imagen de un simple intercambio de presupuestos. Quiere algo más.
Los presupuestos del Estado, que ya han sido presentados ante el Congreso de los Diputados y enviados a Bruselas, serán el termómetro del clima que se respira. Se encuentran en un estado más avanzado que los catalanes, al menos un par de semanas, y permitirán ver los primeros movimientos. Este mismo viernes finaliza el plazo para la presentación de enmiendas a la totalidad -ERC ya la tiene redactada por si deciden activarla— y el miércoles y jueves que viene tendrá lugar el debate a la totalidad en la cámara baja española. Los republicanos, que de momento dejan entrever distancia con los socialistas, jugarán la partida con la mirada fijada, también, fuera del proyecto de presupuestos. Miran hacia la mesa de diálogo, que el pasado julio acordó avanzar en la desjudicialización. Desde el verano, no ha habido ninguna novedad al respecto, pero la mesa se tendría que volver a reunir antes de que acabara el año. En esta línea han ido los mensajes emitidos durante la última semana tanto desde Palau como desde la sede de la calle Calàbria, reclamando compromisos "contra la represión" a los socialistas, a los de aquí y a los de allí.
En público, ERC avisa de forma reiterada que está "muy lejos" de aprobar los nuevos presupuestos del Estado y que habrá que sudar la camiseta. Fuentes del equipo negociador de los republicanos señalan que será una negociación "global", que hay que "cumplir con lo incumplido", pero también "avanzar en lo prometido y mejorar el clima negociador". Estas mismas fuentes remarcan que "no irá de una sola cosa", aunque sobre el ambiente ciernan iniciativas congeladas, como la reforma del delito de sedición. "Hace falta que todo avance a la vez", ha verbalizado este lunes la portavoz y secretaria general adjunta Marta Vilalta. El año pasado, la negociación para la tramitación de los presupuestos del Estado con Esquerra se desencalló gracias a las cuotas para el catalán en la ley audiovisual —después matizadas—, pero también gracias a la promesa de un comité de seguimiento de la ejecución presupuestaria que no se ha llegado a reunir nunca. Este pacto hizo que no registraran enmienda a la totalidad. En estos momentos dicen contemplar todos los escenarios: desde registrarla hasta votar la que presenten otros partidos.
El terreno para los presupuestos catalanes, que van más retrasados que los estatales, dependerá en gran medida de estos movimientos (o no movimientos) en Madrid. El escenario es mucho más complejo que antes, con la salida de Junts per Catalunya del ejecutivo. La aritmética es la que es: el president Pere Aragonès, con sólo 33 escaños en el Parlamento, necesita de la formación de Laura Borràs si no quiere caer en manos del PSC. Esta última es una imagen que quieren evitar como sea. Por eso, hoy por hoy, focalizan todos los esfuerzos y mensajes en mantener la coalición al menos en el ámbito presupuestario y retener también los votos de los comunes, como el año pasado. En caso contrario, atar la gobernabilidad en Catalunya a los socialistas, sin nada a cambio, tendría un coste muy elevado para Esquerra Republicana. Su posición podría quedar debilitada tanto en Madrid como en Barcelona.
En este contexto, se están planteando la posibilidad de otros escenarios. Empezando por la prórroga presupuestaria, a la que han abierto la puerta desde el minuto cero, asegurando que desde el Gobierno tienen instrumentos jurídicos para recuperar los millones de euros sin presupuestar. También se está calibrando la posibilidad de llevar la aprobación de las cuentas más allá del 1 de enero reglamentario, en un intento de dar margen a las negociaciones. Sea como sea, el terreno de juego del nuevo Govern de Aragonès es un campo de minas que hay que evitar pisar.
Moncloa lo evita
Como en anteriores negociaciones con los republicanos, desde La Moncloa intentan desvincular las medidas para hacer frente al "día a día" --como los presupuestos-- del conflicto político entre Catalunya y el Estado. Fuentes del Gobierno señalan que la negociación presupuestaria "tan solo ha empezado" y confían en que los grupos "progresistas", como es el caso de Esquerra Republicana, no presenten enmiendas a la totalidad a unos presupuestos con récord en gasto social. Y también insisten en separar las negociaciones del Congreso de las negociaciones entre gobiernos. "Una cosa es la mesa de diálogo y la otra los presupuestos generales del Estado", concluyen estas mismas fuentes. Si prosperan las enmiendas a la totalidad, adios presupuestos.