La revista The New Yorker, el referente mundial en materia cultural, se ha preguntado en un extenso reportaje sobre la monarquía española si Felipe VI será el último rey de España. Cita al prestigioso historiador Paul Preston para avalar esta posibilidad, mientras recuerda la polémica actitud que tuvo el monarca avalando la represión contra el referéndum del 1-O en Catalunya.
"Paul Preston, el biógrafo de Juan Carlos, me ha dicho que no puede descartar la posibilidad [de que Felipe VI sea el último Rey]. "Felipe tiene muchas cosas en su contra", me ha dicho. Menos afable y carismático que Juan Carlos, Felipe VI ha adoptado una postura inflexible con las fuerzas independentistas de Catalunya, incluso avalando las duras tácticas policiales que se han aplicado. Eso lo ha convertido en una figura muy impopular en Catalunya, y en las últimas visitas que ha efectuado ha sido abucheado por la multitud que lo esperaba. "El Rey de España tiene que demostrar que representa a todas las comunidades del país, no sólo a los españoles", dice Preston", señala.
Sin embargo quien se lleva el premio a la hora de desprestigiar la monarquía española, según The New Yorker, es Juan Carlos I.
"Se hace difícil pensar en un monarca hoy en día que haya caído en desgracia de una forma precipitada y completa como Juan Carlos. Su caída ha puesto en duda el futuro de la corona española. Las izquierdas en España piden un referéndum sobre el futuro de la monarquía. El presidente español, el socialista Pedro Sánchez, ha hecho un llamamiento a la unidad y ha reiterado el apoyo de su gobierno a las "instituciones nacionales", incluida la monarquía. Pero la historia no se ha acabado y parece que es correcto preguntarse si Felipe VI será o no el último rey de España", indica.
La revista, que hace un repaso de las monarquías europeas desde la Primer Guerra Mundial, cuando desaparecieron muchas de ellas, apunta que la británica es actualmente la más sólida. Recuerda que hace años también lo era la española, pero que eso ha pasado a la historia, al volver a experimentar al rey emérito la larga tradición borbónica de exiliarse de España. "Al huir del país, Juan Carlos está manteniendo una antigua, y a veces olvidada de forma conveniente, tradición familiar borbónica de subterfugios, huidas y exilios. En 1931, el abuelo de Juan Carlos, Alfonso XIII, huyó del Palacio Real de Madrid, y de España, sólo dos días después de que unas elecciones municipales que ganaron de forma masiva los republicanos acabara con la monarquía y estableciera la Segunda República española", apunta. Pero recuerda también que esta Segunda República fue una de las pocas excepciones de la monarquía borbónica desde 1714, al lado de la invasión napoleónica y la denominada Revolución Gloriosa de 1868, además del paréntesis del general Franco.
Después de que el dictador nombró a Juan Carlos como sucesor, y la consolidación del monarca después del intento de golpe de Estado de 1981, el autor del reportaje, Jon Lee Anderson, explica que ya en 1998 escribió un perfil en The New Yorker donde insinuaba los rumores que apuntaban que Juan Carlos recibía comisiones de los acuerdos comerciales internacionales en los que participaban empresas españolas. Y relata un caso de censura. "Uno de los principales empleados del Rey en el Palacio de la Zarzuela llamó a los editores de una revista importante española, para advertirlos que no reprodujeran el artículo en español. Y obedecieron", lamenta.
Según The New Yorker, la caída de Juan Carlos empezó en 2012 con el asunto de la cacería de elefantes en Botsuana, y de su amante Corinna Larsen, cuando España estaba en plena crisis económica y en medio de una fuerte recesión.
La conclusión final es que quizás lo que sucede es que las monarquías están en amenaza de extinción, y que la historia parece que quiere acabar lo que inició con la Primera Guerra Mundial.