El economista Santiago Niño Becerra se ha mostrado "muy preocupado" por los conocimientos y competencias que tienen los jóvenes que llegan a la Universidad, que a su entender son insuficientes. "Soy lego en procesos educativos anteriores a la Universidad, pero lo que sé, porque lo he vivido y es una realidad compartida por muchos colegas, es que desde hace más diez años la calidad y cantidad de conocimientos y competencias con los que chicas y chicos llegan a la Universidad ha ido cayendo en picado. Ignoro dónde se halla el problema, yo solo constato la realidad. Y es muy preocupante", ha señalado.

Niño Becerra ha hecho la reflexión después de que el Gobierno espanyol ha defendido ante los tribunales, el nuevo sistema para pasar de curso y obtener el título de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Según la LOMLOE, conocida como ley Celáa, ahora se da más margen a los equipos de profesores a la hora de tomar la decisión y se quita importancia al número de suspensos. En esta etapa educativa se permite pasar de 1.º a 2.º con dos suspensos, obtener el título con una asignatura pendiente si se considera que el alumno ha alcanzado las competencias adecuadas, y cursarlo en tres años si se tienen circunstancias especiales.

Según el decreto de aplicación, la evaluación de los alumnos es "global, continua y formativa" y "tendrá en cuenta el grado de desarrollo de las competencias clave" con el que los niños aprenden a desarrollar estrategias "que les permitan responder a los retos del mundo actual". Cuando el progreso no sea adecuado, se tienen que aplicar medidas de refuerzo. Las decisiones sobre la promoción serán tomadas de forma colegiada en la finalización de cada uno de los tres ciclos. "La repetición será, en todo caso, una medida excepcional", según señala el Gobierno.

La comunidad de Madrid ha recorrido la aplicación de la LOMLOE ante el Tribunal Supremo, y la ha acusado de una "elevada carga ideológica en el texto". Según el informe en que la Comunidad de Madrid basa el recurso, “el abordaje de los temas resulta complejo y se tiene que hacer con la mayor seriedad y rigor, porque no parece prudente vincular, por ejemplo, la validez matemática con el consumo responsable”. “Dicho con otras palabras, la reiteración constante sin tener en cuenta una mínima coherencia acaba por banalizarlos”, subraya el escrito.