Todo hace pensar que, en pleno conflicto con Rusia, ha caído trabajo -y mucho- sobre el alto representante de la Unión para Política Exterior y Asuntos de Seguridad, Josep Borrell. Y no obstante, el político leridano todavía ha tenido tiempo esta tarde para publicar un hilo de tuits explicando las sanciones que la UE ha acordado contra los 351 diputados de la Duma que votaron a favor del reconocimiento de Donetsk y Lugansk, y contra 27 personas y entidades que dan cobertura o financian a la ofensiva militar rusa.
No obstante, a Borrell se le ha ido la mano en su entusiasmo, advirtiendo a los oligarcas con sus tuits que se habían acabado las compras en Milán, las fiestas en Saint Tropez y los diamantes de Amberes y que este era sólo el primer paso. La sorpresa que ha provocado la escasa sutileza diplomática de Borrell, más propia de una venganza de tono tabernario que de un alto comisionado en un momento de extrema gravedad, le ha obligado a eliminar el tuit. Pero el chubasco ha continuado.
Incluso un tuit del ministerio de exteriores ruso se ha lamentado de que "por primera vez vemos a un euroburócrata celebrando el daño provocado por Bruselas en las empresas de los Estados miembros de la UE".
Una de las primeras a denunciar el tuit ha sido la eurodiputada flamenca Assita Kanko, que ayer protagonizó una polémica con Borrell después de que se había referido a ella en la Eurocámara como "diputada de origen africano".
Los reproches al alto comisionado, no obstante, le han llovido por todas partes y desde todos los rincones de Europa. La perplejidad ha sido la nota dominante.