La expresidenta del Parlament Carme Forcadell publica este miércoles el libro 'Escrivim el futur amb tina lila' (Editorial Destino) donde narra el esfuerzo por mejorar la vida de las presas y la apuesta por el feminismo que ha trasladado a los centros penitenciarios desde que está condenada por el 1-O. En el volumen, Forcadell reflexiona y se preocupa por decenas de internas. Las presenta como "mujeres, delincuentes y víctimas" que han tenido vidas marcadas por la "pobreza, la ignorancia, el engaño o la violencia" y que eso, en muchos casos, las ha conducido a la prisión. La republicana reconoce haber pasado momentos de "tristeza" al ver que la etapa en la prisión no es "corta" pero a la vez celebra que le haya enseñado a ser "más feminista".
'Escrivim el futur amb tinta lila' arranca con la preocupación de Forcadell por su madre, quien es consciente que por su edad no verá a su hija en libertad. La expresidenta del Parlament se conjura por vivir el presente y no estar tanto determinada por el pasado.
Que la primera prisión donde estuvo encerrada fuera la madrileña de Alcalá Meco, para Forcadell fue "positivo" por su atención hacia las mujeres porque posteriormente fue encerrada en otros donde hubiera sido más difícil progresar. De hecho, explica que en Catalunya le costó mucho acostumbrarse a las nuevas normas que eran "diferentes" que en Madrid. Define Alcalá Meco como un centro "amable, con césped, árboles, flores y que te permitía desplazarte con absoluta libertad por todo el centro".
Los bolígrafos lilas
La voluntad de dar a conocer el feminismo empieza con los populares bolígrafos lilas de Carme Forcadell. En la prisión empezó a repartir entre las reclusas cuando hacían una cosa buena para ellas mismas o para el resto de presas. Según relata en el libro, este gesto permitió conversar sobre feminismo y las hizo sentir "más cerca" para hablar y reflexionar.
También relata que organizó celebraciones navideñas y de Fin de Año tanto con las internas como con las funcionarias y que eso transmitió mucha ilusión. Con la excusa de los bolígrafos, Forcadell explica que su objetivo es mejorar la vida de las presas, tanto como puede, y darles la oportunidad de saber que existen personas "que las ayudarán sin pedir nada a cambio".
Forcadell sufre por sus compañeras al ser "delincuentes y víctimas" y explica que muchas han sufrido maltratos, violencia machista, violaciones, vejaciones, humillaciones y olvido. Incluso, habla de algún caso de internas que nacieron en la misma prisión donde están y de otros que se ven incapaces de recuperar la libertad porque prefieren estar salvaguardadas de sus parejas o familias y tener asegurado un techo y comida.
Un sistema penitenciario "ciego" y "protocolario"
En el trabajo, Forcadell plantea momentos de "luz y de obra", de "escasas conquistas" y "desánimo". Relata la dificultad en la rehabilitación para las mujeres y un sistema penitenciario que ve demasiado "ciego" y "protocolario". "Indiferente a las necesidades de rehabilitación de las presas, que merecen una oportunidad para rehacer sus vidas," apunta.
Forcadell cree que las mujeres son la parte "más perjudicada" del sistema y que muchas entran "por culpa de los hombres y no reciben el mismo trato que ellos dentro de la prisión".
Para revertir la falta de igualdad en la prisión, Forcadell celebra haber conseguido secaderos y planchas para el pelo, poder quedar en la celda en los tiempos libres en vez de estar en espacios comunes, poder ducharse después de practicar deporte, más horas de piscina, mayor variedad en la comida y poder crear un jardín.
Explica que lideró una campaña para que las internas dejaran de fumar, para reclamar mejores salarios para los presos que trabajan en la prisión, reducir los precios del economato e incentivar la presencia de artículos por la higiene íntima o la peluquería. Indica que fracasó al crear conciencia ecológica y al fomentar el reciclaje.
Finalmente, razona que las prisiones no tendrían que existir "porque no funcionan" y apuesta por modelos "más abiertos" donde los internos tengan un contacto más directo con la vida real. También confiesa que uno de los aprendizajes adquiridos es que "nunca más en la vida dejaré que nadie decida por mí. Si una se tiene que equivocar, es mejor tener el consuelo de hacerlo por actos y decisiones propias".
La política, en último término
En general el libro no aborda cuestiones políticas, si bien es cierto que traslada la perplejidad de muchas presas al conocer la condena de Forcadell y lamenta que el Parlament y el Govern "no estuvieron a la altura" con la reacción de la sentencia.
"En este Estado sale más barato robar millones que poner sobre la mesa temas de libertad que, hoy por hoy, parecen intocables", plantea Forcadell.
También dice que habría estado bien que el el expresidente Carles Puigdemont hiciera público el otoño de 2017 que el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy aplicaría igualmente el 155 si no se proclamaba la DUI.
Un libro para entenderse a sí misma
En rueda de prensa, Forcadell afirma que el libro la ha ayudado a entenderse a sí misma y también a las mujeres que están en la prisión, de las cuales asegura que ha aprendido mucho de su "fortaleza". La expresidenta del Parlament expone que la intención es "dar voz" en las presas y explicar qué pasa en el sistema penitenciario. Y es que, según Forcadell, es un modelo "hermético", demasiado centrado en la punición, en lugar de la reinserción, y con centros pensados para hombres. "El sistema es el reflejo de la sociedad machista", lamenta.
En las puertas de un nuevo Govern, la expresidenta de la cámara ha hecho un llamamiento para que el ejecutivo opte por una prisión "abierta". "La prisión tiene dos partes; la de castigo y la de reinserción. La de castigo es que estás allí sola, aislada; y la parte de reinserción es que haces cursillos y trabajas", ha razonado. "Pediría al nuevo conseller de Justicia que este sistema punitivo sea mínimo, porque no funciona; lo que sí que funciona es un sistema abierto y sentir que eres útil en la sociedad", ha continuado.
Por otra parte, el libro hace pensar "si como sociedad hemos hecho todo el que teníamos que hacer para estas mujeres, y que muchas no han tenido la oportunidad de no ingresar". "Muchas han sido vejadas, maltratadas, algunas violetas y casi todas han sufrido violencia machista", ha relatado la exdirigente, que dice que no se puede saber si son delincuentes porque antes han sido víctimas. ¿"Sirve la prisión para que una vez salgan puedan tener las herramientas para tener una vida como las otras mujeres? Yo creo que no. Y, por lo tanto, el objetivo es denunciar este sistema penitenciario y ayudar a tener un futuro mejor, y escribirlo con tinta lila", ha añadido.
Así, Forcadell transmite a las presas, con una óptica feminista, que "si luchan y se ayudan, pueden cambiar este futuro; podrán decidir por ellas mismas". "A pesar de todo, salen adelante, y no saben qué es el feminismo, pero lo practican", ha concluido.