Entre la irrupción de Podemos en el Congreso el 20-D de 2015 con 69 diputados (sumando todas las confluencias) y la marcha de los morados al Grupo Mixto de la Cámara Baja han pasado casi ocho años. En medio, ha habido cuatro elecciones generales, siete debates de investidura, cuatro mociones de censura y tres síes, una abstenció y un no de Podemos a Pedro Sánchez. Cotas de poder que ningún partido fuera del bipartidismo clásico había alcanzado, un relieve en la secretaría general y, recientemente, un enfrentamiento fratricida con Sumar, una transición al Grupo Mixto y una retahíla de bajas en cuentagotas.
Los que nacieron porque "si la gente normal no hace política, al final te hacen los otros" tuvieron que romper la baraja porque, según argumentaron, al lado de Sumar no podían hacer política en la Cámara Baja en forma de intervenciones o de presentar iniciativas. Y este sábado se preparan para un acto "muy especial y muy importante" que todo hace pensar que tiene que servir para orientar, redefinir o apuntalar su rumbo político.
2014, el año de la aparición: la presentación, las europeas y el primer Vistalegre
Toda esta historia se remonta, originariamente, a enero de 2014, cuando Pablo Iglesias, acompañado de otros politólogos y activistas, presentó el proyecto de Podemos como respuesta de la izquierda al delicado contexto social y económico del Estado y recogiendo la indignación que había estallado el 15-M del 2011. Después de unos primeros meses de gestación fugaz y de ganarse el apoyo popular, la formación morada, con el rostro de Pablo Iglesias impreso en la papeleta, consiguió más de un millón de votos y cinco eurodiputados en las elecciones europeas del mes de mayo.
Sin embargo, la configuración efectiva como partido político no llegó hasta otoño: el 15 de noviembre se dieron a conocer los resultados de la primera Asamblea Ciudadana, celebrada en Vistalegre, que ratificó Pablo Iglesias como secretario general de Podemos.
Las encuestas animan el sueño del sorpaso
A finales de aquel año y a principios del 2015, un total de doce encuestas (cinco de Metroscopia publicadas en El País, tres de la SER, pero también en sondeos aparecidos en El Mundo y en El Confidencial) situaron a Podemos como primera fuerza en el Congreso de los Diputados. La primera vez fue a principios de noviembre de 2014, con una estimación de voto del 27,7%, un punto y medio más que el PSOE y siete puntos más que el PP.
La última encuesta con Podemos en la primera posición fue al cabo de cinco meses, en abril, con los pronósticos más ajustados que nunca: entre Podemos y Ciudadanos, con el PSOE y el PP en el medio, había tan solo 2,7 puntos porcentuales.
20-D de 2015: Podemos entra en el Congreso
Y en un escenario abierto e incierto, y con las encuestas habiendo dejado atrás el impulso que había llegado a tener Podemos, los españoles fueron a votar el 20 de diciembre de 2015, después de cuatro años de mayoría absoluta del Partido Popular. Podemos y sus confluencias irrumpieron en el Congreso con 69 diputados (42 de Podemos, sumados a los doce de los comunes, primera fuerza en Catalunya, los nueve con Compromís en el País Valencià y los seis con En Marea en Galicia). Los morados se situaron en tercera posición, a solo 21 escaños del PSOE.
Pedro Sánchez fue el encargado de intentar la investidura después de un pacto con Ciudadanos. No consiguió los apoyos necesarios. Pablo Iglesias, desde el atril del Congreso, le mantuvo la mano tendida para configurar un Gobierno "de cambio y de progreso", pero le reprochó que "con el contenido, con el fondo y con las formas" los socialistas habían demostrado que "solos no son de fiar".
Nadie fue capaz de articular una mayoría y las elecciones se repitieron en junio. Podemos concurrió en alianza con Izquierda Unida bajo el nombre de Unidos Podemos. El espacio llegó a los 71 diputados (45 de los cuales eran de Podemos) y fue la fuerza más votada en el País Vasco y en Catalunya (con la marca de los comunes). Es el año que la abstención de mala gana del PSOE acabó permitiendo que Mariano Rajoy fuera investido para evitar unas terceras elecciones.
Dos años más tarde, Pablo Iglesias presentó una moción de censura como iniciativa política para reprobar las políticas del gobierno del PP. El líder de Podemos insistió en su deseo de ponerse de acuerdo con el PSOE para echar el gobierno del PP "más temprano que tarde". Y apeló directamente a los socialistas: "Desde el respeto, les pido que intenten entenderse con nosotros". Como estaba previsto, la moción de censura, con la abstención del PSOE y del PDeCAT y el apoyo de ERC, Compromís y Bildu, no prosperó.
En todo eso, en febrero de 2017 Iglesias se había impuesto a su número dos, Íñigo Errejón, en la segunda Asamblea Ciudadana, la conocida como Vistalegre 2. Errejón continuó implicado con la formación hasta que en enero del 2019 llegó a un acuerdo con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, para presentarse a las elecciones autonómicas de Madrid bajo las siglas de Más Madrid. Cuatro días más tarde dejó su acta de diputado de Podemos.
De la moción de censura exitosa al primer Gobierno de coalición de la democracia
La moción de censura que sí que triunfó fue la que Pedro Sánchez presentó contra Rajoy en mayo del 2018. El líder del PSOE contó con el apoyo de Unidos Podemos, junto con ERC, el PDeCAT, el PNV, Compromís, Bildu y Nueva Canarias. Iglesias le reclamó a Sánchez que tenían que "ganar juntos las próximas elecciones generales" y quiso dejar claro que los españoles esperaban "un Gobierno diferente".
Al cabo de menos de un año, Sánchez se vio obligado a convocar elecciones anticipadas y en abril de 2019 la marca de Unidas Podemos perdió votos y escaños, y el espacio a la izquierda del PSOE se quedó en 42 diputados (de estos, 33 eran de Podemos, siete de los comunes y dos de Galicia En Común).
Nuevamente, el espacio de Podemos y el PSOE no se entendieron. Durante el debate de investidura fallido de Pedro Sánchez, Iglesias le reprochó que no podrían aceptar "ser un mero decorado en su Gobierno" y le pidió que había que "aprender a cooperar con las diferencias cuando se quiere gobernar con la diferencia". "Depende de usted que se pueda, depende de vosotros", sentenció.
Pero cuatro meses más tarde, España se vio asomada a las cuartas elecciones en menos de cuatro años. El 10 de noviembre de 2019 el espacio a la izquierda del PSOE alcanzó 35 escaños (26 de Unidas Podemos, al lado de los siete de los comunes catalanes y los dos de los comunes gallegos).
En esta ocasión, a diferencia de las anteriores, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no tardaron ni 48 horas en presentar un acuerdo para conformar el primer Gobierno de coalición de la democracia. Daba una vicepresidencia a Iglesias, que hacía gala que la nueva alianza aprovecharía "la experiencia del PSOE y la valentía de Unidas Podemos".
En enero del 2020 Pedro Sánchez era investido presidente y Pablo Iglesias se convertía en vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030. Del espacio de Unidas Podemos, lo acompañaban al Consejo de Ministros Yolanda Díaz, Alberto Garzón, Irene Montero y Manuel Castells.
Una herencia envenenada
Después de poco más de un año de coalición y para sorpresa de todo el mundo, Pablo Iglesias anunció en marzo de 2021 que dimitía de vicepresidente segundo para ser cabeza de lista de Podemos en las elecciones autonómicas de Madrid, que convocó anticipadamente Isabel Díaz Ayuso. Iglesias nombró unilateralmente a Yolanda Díaz sucesora como líder del espacio y Díaz pasó a ser vicepresidenta segunda. Es una relevo que él mismo ha reconocido posteriormente que fue un error.
Aquella decisión ha acabado marcando un punto de inflexión en la izquierda del PSOE. Hasta entonces, Podemos había encabezado y dirigido este espacio político, pero Yolanda Díaz pasó a encarnar un liderazgo que con el tiempo ha consolidado y que ha desplazado Podemos del tablero.
En clave interna, el 13 de junio Ione Belarra fue elegida nueva secretaria general de Podemos, recogiendo el testigo de Pablo Iglesias.
El verano del 2022 la ministra de Trabajo inició su proceso de escucha para elaborar "una propuesta de contrato social para la próxima década" y el pasado mes de abril anunció su candidatura para las siguientes elecciones españolas. En todo este tiempo, las relaciones entre Podemos y Sumar se fueron estropeando y rasgando, con recelos y desconfianzas mutuas. El desgaste que supuso por Podemos la ley del solo sí es sí también contribuyó a un distanciamiento que ha acabado siendo irreconciliable.
La relación tempestuosa con Yolanda Díaz: del acuerdo de coalición al Grupo Mixto
Después de la convocatoria de elecciones anticipadas para el 23-J, la tensión entre Sumar y Podemos fue in crescendo hasta el estallido final. El proyecto de Yolanda Díaz vetó a Irene Montero de las listas electorales y, a pesar de los recelos de Podemos, los morados acabaron integrándose a su candidatura. El resultado: cinco de los 31 escaños que consiguió Sumar en las elecciones.
Viendo los resultados, Podemos reivindicó su férrea voluntad de que Montero repitiera como ministra de Igualdad, pero Yolanda Díaz lo impidió y los morados se quedaron fuera del nuevo ejecutivo de Pedro Sánchez. Integrados en el Grupo Parlamentario Plurinacional SUMAR, no pudieron intervenir en los primeros debates de la legislatura y el pasado 5 de diciembre anunciaron que lo abandonaban para irse al Grupo Mixto.
Y así se cierra el ciclo de un Podemos que desde el 2015 había encabezado indiscutiblemente el espacio a la izquierda del PSOE, integrando otras formaciones con carácter propio, y que desde hace unos meses estaba quedando arrinconado. De la eclosión de 2015 y de haberse quedado a solo catorce escaños del PSOE en 2016, ha pasado a sentarse en el Grupo Mixto, marginado por el espacio que tradicionalmente había capitaneado y teniendo que volver a alzar la voz para hacerse escuchar.