Atípica. Así ha sido la ofrenda a la tumba de Lluís Companys de esta mañana. Los movimientos políticos de los últimos días han dejado el homenaje en un segundo plano: la expectativa mediática y las declaraciones políticas en el Fossar de la Pedrera, donde descansa el expresident, han convertido a los periodistas y gráficos en los protagonistas del lugar.
La jornada ha empezado a las 6 de la mañana en el foso de Santa Eulalia, en el castillo de Montjuïc, y ha continuado a las nueve ya en el cementerio con la ofrenda floral del PSC, pero se ha empezado a animar poco antes de las diez de la mañana en este rincón del cementerio de Barcelona. El número de medios desplazados al lugar, que se contaban por decenas, y el número reducido de ciudadanos ya preveían que el homenaje se había convertido en una previa de la intensa jornada política que se prevé para el lunes.
El despliegue mediático generado por la declaración de independencia y el requerimiento de Rajoy a Puigdemont han provocado que medios catalanes, españoles e incluso internacionales estuvieran más pendientes que nunca del homenaje a Companys. Y como no, esto se ha notado con la llegada del president, cuando pasaban 20 minutos de las 10. Los gráficos se han amontonado ante Puigdemont, que ha tenido que avanzar lentamente hacia la tumba de Companys. No cabía ni un alfiler.
Al mismo tiempo, un grupo sentido -aunque reducido- de ciudadanos no ha ocultado su emoción con su llegada. Eran unas varias decenas, medio centenar. Todos al unísono han empezado a entonar: “President, president!” en medio de algún otro grito de apoyo. Una señora ha motivado este fervor al grito de “¡estamos contigo!”, lo que ha levantado algunas sonrisas entre la comitiva que acompañaba al jefe del ejecutivo catalán.
Entre los que acompañaban a Puigdemont se encontraban el vicepresident Junqueras y la mayoría de los consellers del Govern. Todos ellos se han acercado a una a la tumba de Companys y han marcado una línea. Puigdemont y Junqueras han dado un paso adelante, dejando en segunda línea al resto de la comitiva para realizar la ofrenda. Del fervor se ha pasado a un silencio escrupuloso. Solo se oían los obturadores de las cámaras del corrillo de gráficos.
Entre el despliegue, también ha habido lugar para la emoción. Tras la ofrenda, entre los aplausos del público en recuerdo a Companys, dos mujeres visiblemente emocionadas se abrazaban ajenas al equipo de gráficos, que volvían a correr tras el president. Algunos ciudadanos han aprovechado el momento de calma posterior al homenaje para acercarse a la primera línea política para expresarles su apoyo. Algunos incluso querían guardar un recuerdo especial del momento, como una mujer que se ha acercado a varios miembros del Govern para que le dedicaran su senyera.
A unos metros, un trompetista de Balaguer, Ferran Estrada, amenizaba la escena entonando Els Segadors. El hombre, con un barretina y vestido de domingo, ha tocado durante más de dos horas casi sin descansar, demostrando un dominio de la técnica excelente. En una mano, llevaba una bandera, lo que ha despertado la curiosidad de algunos que se le han acercado. No era una estelada ni una senyera: llevaba la bandera de Barça.
Completamente al margen, han tenido lugar las declaraciones institucionales de los distintos representantes políticos, que han confirmado otra vez que el centro del acto era la actualidad política. Puigdemont, junto a la alcaldesa Ada Colau y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, han sido los que más interés han generado entre los periodistas. Se esperaba un avance de la respuesta del president a la carta de Rajoy, pero las expectativas rápidamente han topado con la realidad: no ha habido ninguna declaración al respecto, más allá de alguna insinuación.
Tras un breve discurso, Puigdemont se ha ido rápido del lugar. El resto de representantes políticos, han sido los siguientes. Los medios no han tardado en hacer lo propio. El Fossar de la Pedrera se ha vaciado de golpe: solo ha quedado un grupo de entre 10 y 15 personas que se acercaban a la tumba de Companys para dejarle flores. Y entre los que se han quedado, como no, el trompetista entonando otra vez Els Segadors.