Fernando Ónega, uno de los columnistas de referencia del establishment, ha escrito en La Vanguardia una columna (El Estado fallido) en la que deplora la ruina del “encanto que España y sus dirigentes políticos suscitaban en el exterior desde el éxito de la transición” y que se considere a España “como Somalia: un Estado fallido o a punto de serlo”. El tono de la columna es más de decepción que de amargura. Concluye con un aviso: que “jefes de Estado y de gobierno de Europa y América [citen] a España […] como ejemplo de fracaso” es combustible que “el independentismo y los populismos” aprovecharán “para pregonar que el Estado fallido es el del pacto constitucional del 78. Casualmente, el que ellos pretenden desmontar”.
En su columna de La Vanguardia, donde colabora desde hace años, lamenta que, tras la transición, “éramos una nación admirable. Ahora parece que empezamos a ser una nación de ineptos gobernada por irresponsables”. Se trata de un mal diagnóstico o de una exageración, aclara, “pero el daño está hecho (…). Si el nombre de España se identifica con el desastre, se derrumba todo”.
Los responsables són “los últimos gobiernos”, incluidos los del Partido Popular, pues “es improbable que un deterioro de esa magnitud se haya producido en los nueve meses del gabinete de coalición”.
Impropio de una democracia
Ónega se duele de que en el exterior “contemplan muchos de nuestros problemas como lo que son, impropios de una democracia sólida y consolidada e inconcebibles para sus culturas políticas”. Por contraste, cita la capacidad de los dos grandes partidos de Alemania para armar un gobierno de gran coalición si las elecciones no resultan en una mayoría absoluta. En ese y otros países, prosigue, “no se puede entender la falta de consenso en cuestiones constitucionales o elementales en un Estado de derecho” o “que no se haga el menor esfuerzo por salvar la estabilidad política e institucional”. También parece enviar un aviso a Felipe VI: “en las monarquías del norte de Europa resulta excéntrico identificar la Corona con determinados partidos políticos”.
La biografía de Ónega corre paralela a la de la transición española desde que Adolfo Suárez le nombró su director de prensa. El periodista gallego escribió gran parte de los discursos de Suárez, entre ellos el “puedo prometer y prometo” y, desde entonces, ha pasado por casi todos los medios escritos y audiovisuales influyentes de España.