En estos días, cuando en Catalunya se ha proscrito el color amarillo, incluso en las fuentes luminosas, para no afectar, según dicen, la neutralidad del proceso electoral en curso, la prensa del corazón española nos anuncia jubilosamente que Inés Arrimadas y Miquel Iceta serán los próximos invitados del programa de Bertín Osborne Mi casa es la tuya, en Telecinco. Y lo que todavía es más apasionante, se nos avisa de que Inés y Miquel aprovecharán para lanzarse mensajes "en clave 21-D" a través de Bertín, como si fuera la cosa más normal del mundo.
Nada de nuevo hasta aquí. Tampoco será mucho más original la respuesta de los catalanes y catalanas: indignación a espuertas en Twitter, Facebook y otras redes sociales y como máximo, alguna coña en Polònia. A estas alturas ya deben tener montado el gag. Todo eso me parece muy bien, faltaría más. Sin embargo, ¿y si para variar hiciéramos alguna cosa un poco diferente? Como por ejemplo denunciar a la Junta Electoral Central esta emisión de Mi casa es la tuya?. Seguro que, si se admitiera la denuncia, a los fans de Bertín, Iceta y Arrimadas no se les dará nada por esperar hasta enero para ver a sus ídolos haciendo una paella (o lo que sea), y así no romperíamos nuestra impoluta campaña electoral.
¿Y si denunciamos a la Junta Electoral Central la emisión de "Mi casa es la tuya" con Inés Arrimadas y Miquel Iceta por romper nuestra impoluta campaña electoral?
Supongo que a estas alturas, ell lector que ha tenido la paciencia de llegar hasta aquí, debe estar pensando que, total, seguro que la Junta Electoral Central se ingeniará alguna para decir que el Mi casa es la tuya no afecta el proceso electoral catalán. Bien, es posible, pero si no lo hacemos —si no lo hace alguno de los partidos que contribuyen a las elecciones—, no lo sabremos. ¿Y si resulta que actúan en consecuencia y paran la emisión del programa? ¿No podemos aprovechar una hipotética negativa para denunciar la parcialidad de ese organismo? Lo que, en cambio, es bastante claro, es que si no hacemos nada, seguiremos tragándonos "casas" y todo lo que quieran hacernos pasar por delante. La misma Junta Electoral Central lo ha dicho bien claro: no entraban a valorar la retransmisión por TV3 de la manifestación de Societat Civil Catalana, porque nadie se les había quejado. ¡Por lo tanto, quejémonos!
Tras estas polémicas televisivas se esconde, sin embargo, el verdadero problema de fondo, que no es otro que el contraste entre la actitud de los poderes políticos y mediáticos españoles y la ciudadanía catalana. Los primeros consideran que el estado de derecho es suyo, que es, sencillamente, lo que ellos deciden que sea. La segunda, en cambio, ve el derecho, los tribunales y los organismos públicos como una cosa ajena y hostil, donde siempre perderán. La consecuencia es clara: unos denuncian y los otros siempre son denunciados.
En el momento en que estamos, creo que deberíamos empezar a dar pasos para cambiar esta actitud. Perder el miedo a utilizar a favor nuestro los argumentos y los instrumentos jurídicos. Soy consciente de que no es nada fácil, y requiere tiempo, paciencia y conocimiento de las herramientas que nos da el derecho. Ahora bien, una cosa sí es cierta: sólo cuando reclamemos con seguridad nuestros derechos empezará de verdad nuestro empoderamiento como sociedad.
Ferran Armengol Ferrer es profesor de Derecho en la Universitat de Barcelona