La izquierda alternativa del Estado español tiene un problema, y se llama fragmentación. Los partidos más allá del PSOE han intentado a lo largo de la historia los experimentos unitarios: desde el nacimiento de Izquierda Unida en los ochenta hasta la fundación de Unidas Podemos en los últimos años, los diferentes grupos políticos han trabajado una estrategia marcada por la voluntad de tejer alianzas para fortalecerse electoralmente, hasta ahora sin mucho éxito. Pero esta voluntad se ha visto obstaculizada por el fantasma de la división. Sin ir más lejos, la lucha personalista de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón llevó a la aparición de Más País, primero en Madrid y después en un experimento fallido en las generales. Andalucía es ahora la nueva víctima de esta pugna entre las izquierdas.

Este próximo domingo 19 de junio, en los comicios autonómicos, los electores más progresistas de esta comunidad autónoma podrán escoger de entre dos papeletas con posibilidades de conseguir representación: Adelante Andalucía y Por Andalucía. La similitud en los nombres tan solo sirve para demostrar hasta qué punto se parecen. Ambas defienden avanzar en materia de derechos laborales, la protección del medio ambiente, y la lucha contra la xenofobia, el machismo y el LGBTIfòbia. De hecho, durante la anterior legislatura, los partidos de Teresa Rodríguez e Inma Nieto iban juntas en el Parlamento andaluz. Entonces, ¿qué ha pasado?

El debate por el PSOE

La marcha del grupo de Rodríguez no se entiende sin la coalición de Unidas Podemos y el PSOE a nivel estatal. Una estrategia que Adelante no quiere replicar en Andalucía. Según explica a ElNacional.cat el coordinador de la campaña de este partido, Néstor Salvador, este es el punto central. "No queremos cogobernar con el PSOE, ya que supondría un abrazo del oso", aclara. Su apuesta consiste en negociar medida por medida, sin entrar en ningún ejecutivo de izquierdas. "Mira qué pasa al gobierno central, que hablan de responsabilidad de estado y no presionan".

Salvador es crítico con algunas de las medidas que ha impulsado el 'gobierno más progresista de la historia' con el apoyo de Unidas Podemos. La derogación de la reforma laboral no gusta, como tampoco lo hace el mantenimiento de la ley mordaza y el envío, por parte del Ministerio del Interior, de una tanqueta a Cádiz para cargar contra los huelguistas del sector del metal hace unos meses. Adelante Andalucía abre la puerta a facilitar la investidura del candidato socialista, si se presenta la oportunidad, pero iniciando entonces una oposición firme. Ahora bien, es probable que esta situación no llegue a darse. Las encuestas señalan que el Partido Popular podría acaparar más votos que las tres formaciones de izquierda juntas.

Desde Por Andalucía, son muy críticos con esta retórica. El coordinador de Izquierda Unida en la región, Toni Valero, reivindica las oportunidades que ofrece una coalición de socialistas y los partidos a su izquierda para la región. "Que gobernar con el PSOE sea bueno o malo depende del programa", explica. "No se puede plantear una decisión previamente". Según su perspectiva, el experimento del primer ejecutivo de coalición en La Moncloa ha sido positivo. "Hay un programa de gobierno que defiende los intereses de la mayoría social y plantea materias expansivas que se han aprobado", afirma.

El origen de todos los males

El debate sobre el éxito del gobierno compartido no es nuevo. De hecho, fue el origen de la fractura entre Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias. La formación de la gaditana, Anticapitalistas, participó en la fundación de Podemos después del 11-M, y ella incluso se convirtió en secretaría general de los lilas en Andalucía en 2016. Pronto, sin embargo, emprendió una dirección crítica con la línea estratégica.

La formación de un gobierno de coalición en 2020 con Pedro Sánchez fue la gota que colmó el vaso. La consulta interna de las bases de Podemos dio una victoria abrumadora para su entrada al ejecutivo español. "Teresa Rodríguez perdió el referéndum por un 97%", mantiene Valero, subrayando cómo de importante fue aquel hecho. Con el establecimiento del nuevo ejecutivo de coalición español, se consumaba la fractura: Anticapitalistas y su líder abandonaban Podemos y anunciaban, posteriormente, que se presentarían a las elecciones andaluzas sin sus antiguos compañeros.

EuropaPress 2445594 candidato unidas podemos presidencia gobierno pablo iglesias intervencion
Abrazo entre Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez antes de la ruptura / Foto: Europa Press

¿Movilizar o desmovilizar?

Con todo, la existencia de dos candidaturas de izquierdas no responde tanto a una cuestión ideológica como a una personalista. Así lo certifica la profesora de Ciencia Política en la Universidad de Jaén, Belén Blázquez, quien cree que "la pugna es por el liderazgo". "Cuando los partidos no son fuerzas tradicionales y fuertes, sino que son coaliciones de diferentes grupos políticos, siempre hay tendencias que quieren imponerse sobre los otros", dice en una conversación con ElNacional.cat

Con respecto a los efectos que pueda tener esta ruptura, no hay una respuesta clara. Mientras que algunas voces señalan que la apariencia de desunión puede debilitar el movimiento y llevar a la abstención, otros apuntan que puede servir para movilizar aún más al electorado de izquierdas. Blázquez recuerda que el sistema electoral español "es poco proporcional" y acostumbra a penalizar la división". "El enfrentamiento entre los dos partidos puede hacer que la gente se quede en casa", advierte. Pero tanto Adelante como Por Andalucía le llevan la contraria. Néstor Salvador rechaza que la existencia de más opciones sea perjudicial: "Creemos que yendo solos podemos llegar a un electorado al cual otros no llegan". Toni Valero también lo ve así: "Podría ser que se movilizara a más gente y conseguir así más votos progresistas".

Los sindicatos tampoco lo acaban de tener claro. El secretario de materia institucional de UGT en la región, Oskar Martín, también señala la ley electoral como responsable de la necesaria unidad de la izquierda. "El éxito de la izquierda no viene determinado por estas divisiones, que no ayudan a orientar unas políticas en la buena dirección", afirma a ElNacional.cat. En cambio, para la secretaria general de Comisiones Obreras en Andalucía, Nuria López, hay motivos para ser optimistas. "Puede ser bueno para la democracia y activar el voto", asegura a este diario. "Los partidos son coherentes y se muestran tal como son". Si los liderazgos de los dos partidos hubieran llegado a un acuerdo sin tener en cuenta la voluntad de sus bases, dice, el resultado podría ser peor.

Una similitud evidente con el caso catalán

A nadie se le escapa que, al fin y al cabo, la discusión entre Teresa Rodríguez y el espacio de Unidas Podemos mantiene ciertos paralelismos con la situación en Catalunya. Aquí, Esquerra Republicana no forma parte del gobierno de coalición, pero sí que da apoyo en el Congreso de los Diputados y ayuda a garantizar la estabilidad del ejecutivo español a cambio de supuestas concesiones, mientras que Junts y la CUP se plantan firmemente en contra. Hasta ahora, la experiencia de los republicanos españoles y catalanes no ha dado motivos de celebración especialmente tangibles. El tiempo dirá si la estrategia de aquellos que observan con recelo y precaución el PSOE es, o no, la acertada.