Durante muchos años, El País ha sido la medida del periodismo. Su información era el mapa físico de España. Sus editoriales, el pulgar del emperador: sentencia de muerte o perdón de por vida. Este jueves el pulgar ha caído sobre Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE. En el editorial "Salvar al PSOE", se le retrata como "un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso". El diario más leído de España describe al líder socialista como un político cobarde, arrogante, sectario, mentiroso, ambicioso y obtuso. Un oportunista sin ideas. Tal cual.
Sorprende el tono y el contenido tan fuertes e insultantes del editorial —que és más una valoración sobre el carácter de Sánchez que sobre su política—, que se asocian a otras cabeceras. ¿Cómo ha tratado El País últimamente (desde el día siguiente a las últimas elecciones generales) a otros personajes, digamos problemáticos, de la vida pública española? ¿Salen mejor o peor parados que Sánchez? ¿Reciben un tratamiento proporcional?
En el caso de las tarjetas black de Bankia los protagonistas son Rodrigo Rato y Miguel Blesa. Son citados de paso (y entre paréntesis) en un editorial suave ("Juicio a las black"), sin palabras grandes que, además, advierte al mundo que "esta circunstancia [...] no tendría que conducir a lecturas equívocas, como 'un juicio a la clase política u otras generalizaciones abusivas e inútiles'.
El diario no carece de coherencia en este caso. Año y medio antes, en "Detención-espectáculo", pone en duda "la solidez de los indicios" de la policía para registrar el domicilio y el despacho de Rato y advierte que "el gobierno tiene que aclarar su fulminante arresto seguido de su rápida puesta en libertad". El día antes, en otro editorial ("El crash de Rato") razona que la detención del exvicepresidente de Aznar "afecta al PP y cuestiona la gestión de los datos tributarios".
En ambos casos habla del mismo Rato que era presidente de Bankia, banco a cuyo rescate se han dedicado 22.000 millones de euros de dinero público (más que a ningún otro) y que tiene abierta causa en la Audiencia Nacional por su salida a bolsa. Antifraude también atribuye al mismo Rato hasta nueve delitos fiscales en otra causa. Todo eso no se sabía cuando se escribieron las dos editoriales seguidas de 2015, pero era bien conocido el martes 29, fecha del último editorial sobre el asunto.
Chaves y Barberà
El caso de los ERE en Andalucía se toca en "La gestión de lo público" el mismo día que Anticorrupción pide seis años de prisión y 30 de inhabilitación para el expresidente socialista andaluz José Antonio Griñán por malversación y prevaricación, y 10 años de inhabilitación para su antecesor, Manuel Chaves, por prevaricación.
Los dos exmandatarios exsocialistas también están mencionados de lado, sin insultos ni mención al PSOE. El editorial vuela en círculos sobre la cosa (la desviación de 855 millones de los fondos destinados all desempleo entre 2001 y 2010) y advierte que "no estamos hablando de un caso de corrupción propiamente dicha, sino de presuntas irregularidades en la gestión y el control de fondos públicos". Ajá.
Al hablar de Rita Barberà, exmandataria expopular, en cambio, dice que "su procesamiento era alguna cosa más que esperado" y que "no se puede eximir de responsabilidad al Partido Popular", tal como se lee en "Lo que se da, se quita". La exalcaldesa es calificada de "irresponsable política (y muchas otras cosas más)". El título es parte del dicho español referente a Santa Rita, que aquí se utiliza, lo has adivinado, para pedir que le retiren el escaño a Barberà, que es senadora por designación y no por sufragio. Al día siguiente carga sobre Mariano Rajoy: es "necesario que se exprese" sobre el caso Barberà para "restablecer la confianza en las instituciones" en orden a "formar gobierno", que es "el verdadero interés de España".
Con la misma firmeza se ha pronunciado sobre el caso del nombramiento del exministro José Manuel Soria para el Banco Mundial y sobre el rechazo del gobierno en funciones a ser controlado por el Congreso. En un editorial especialmente exigente insiste en que "los escándalos del PP bloquean la gobernabilidad". El PP no aprende y sigue "desafiando" a todos y parece que no le importan los pactos "como si lo fiara todo al salto al vacío de otras elecciones".
Ni con Trump
Pasan sin ser insultados ni valorado su carácter o juzgadas sus intenciones: Arnaldo Otegi (por su tentativa de presentarse a las elecciones vascas), Luis de Guindos (presenta los presupuestos españoles en Bruselas), Mariano Rajoy (en varias ocasiones, pero sobre todo cuando dejó la duda de sí defendería su candidatura en el Congreso tras recibir el encargo del Rey), Jorge Fernández Díaz (conspira con el director de Antifraude de Catalunya). Algunos editoriales son contundentes, otros más técnicos. Ninguno es ofensivo.
El País ha publicado 34 editoriales sobre la formación de gobierno en España en los últimos 96 días. Uno cada tres días. El mensaje machacón en todos ellos es la necesidad urgente y absoluta de formar gobierno ahora, sí o sí, y el pánico a unas terceras elecciones. Todos movimiento público y toda actividad política se mide con ese criterio.
La advertencia de no forzar otras elecciones aparece por todas partes. Parece una obsesión. El de este jueves conmina al PSOE a ponerse en manos de una gestora "hasta la celebración de un congreso extraordinario, que de ninguna manera tendría que tener lugar antes de que quede aclarado el horizonte de la gobernabilidad de España", es decir, que ni les ocurra organizarse para otra cosa que permitir un gobierno de Rajoy y evitar unas terceras elecciones sea como sea.
El ritmo de un editorial cada tres días sobre el mismo punto no es fácil de sostener. No hay tantas cosas sustanciales que decir, menos todavía si la política va lenta. Para hacerse una idea, The New York Times ha publicado una proporción equivalente de editoriales sobre Donald Trump, de quien hay muchas más cosas por comentar y, como personaje, se deja mucho más. En ningunoo se le insulta, eso sí. Del mismo "desafío secesionista" catalán apenas se ha editorializado en ese periodo y no es difícil aceptar que es un caso tan o más grueso que el bloqueo del gobierno central.
Sea como sea, a medida que las editoriales se leen por orden de publicación se ve cómo El País se irrita más y más, pues sus reclamos no son atendidos. Como un padre con un hijo que suepende una y otra vez. Una selección de títulos lo muestra: "Formar Gobierno" (27 de junio), "Que se vayan todos" (17 de julio), "Exasperante bloqueo" (26 de julio), "¡Un Gobierno ya!" (30 de julio), "Esto no puede ser" (18 de agosto), "¿Y ahora qué" (1 de septiembre), "Ni Rajoy ni Sánchez" (4 de septiembre). El lenguaje se vuelve más y más puntiagudo y cabreado, la culpabilidad se concentra en Sánchez con argumentos cada vez más personales y menos templados y... ¡bum!, llega la explosión de este jueves.
En este punto, sería interesantísimo saber el por qué de esta pulsión del diario de referencia de España y si es necesario manifestarla cada tres días. Quizás debe ser así: hay que insistir. En cualquier caso, queda la duda de si con Pedro Sánchez había que utilizar toda esa retahíla de insultos.