El papa Francisco ha evitado el titular que su entrevistador, Carlos Herrera, le quería sacar sobre el procés independentista catalán y ha sido sibilino en su posicionamiento: "Para mí es clave en este momento, en cualquier país donde hay este tipo de problemas, preguntarse si se ha reconciliado con su propia historia", ha dicho en declaraciones a la Cadena Cope. Y añade desde el Vaticano: "No sé si España se ha reconciliado con el siglo pasado". Así pues, con el fin de evitar que sus palabras fueran hacia un bando u otro, el Papa tira de principios religiosos: "Hay que entrar en un proceso de diálogo y reconciliación".
Esta premisa la contrasta con todo aquello que negativiza este proceso: "Las ideologías destruyen". Una idea que sigue la misma línea que sus declaraciones anteriores sobre los nacionalismos: "El soberanismo es una exageración que siempre acaba mal". A pesar de todo, el Papa evita implicarse en primera persona por la causa: "Por una serie de particularidades, son los españoles quienes tienen que juzgar" las aspiraciones independentistas. En el contexto actual, el jefe de la Iglesia católica recuerda que ya hay precedentes independentistas en Europa, como Kosovo, que "se está reponiendo y todavía está en proceso". Un país al que ha alabado mientras que España sigue sin reconocerlo.
Por todo ello, tira pelotas fuera a la hora de premiar una u otra posición: "La unidad nacional es una expresión fascinante pero nunca se producirá sin la reconciliación de los pueblos". La única receta que el Papa da para el reiterado diálogo de que habla es "sacar adelante la historia como hermanos y no enemigos, o este tipo de inconsciente deshonesto que me hace juzgar al otro como enemigo histórico".
La lucha contra la pederastia
Más allá de asuntos que no implican al Vaticano directamente, como el independentismo, la crisis climática o Afganistán, el papa Francisco ha hablado de los escándalos que no paran de multiplicarse sobre los casos de pederastia dentro de la Iglesia. Evitando la autocrítica, se ha centrado en dos aspectos: la alabanza al cardenal Sean O'Malley y una denuncia internacional para que los gobiernos reaccionen ante la pornografía infantil. Primero ha alabado la figura de O'Malley, su valentía y todo el trabajo que empezó a ejercer ya desde antes de ser arzobispo de Boston para luchar contra estos abusos: "La Comisión de Defensa de Menores, que fue invención de él, hoy está funcionando. Creo que las cosas se están haciendo bien. De hecho, se ha progresado y cada vez se progresa más".
Y también ha dado un mensaje que va más allá de su institución: "Ahora, es un problema mundial y grave. Yo me pregunto a veces cómo ciertos gobiernos permiten la producción de pedopornografía. Que no digan que no se sabe. Con los servicios de inteligencia se sabe todo. Un gobierno sabe quién, dentro del país, produce pedopornografía. Para mí esta es de las cosas más monstruosas que he visto". El pasado mes de junio, se llevó a cabo la revisión del Código de Derecho Canónico, la primera en cuarenta años, que especifica claramente las reglas eclesiásticas y las sanciones contra los abusos sexuales a menores de edad y adultos vulnerables. A modo de ejemplo, sólo la Iglesia española ha admitido 220 casos en los últimos veinte años.
La entrevista de esta mañana desde el Vaticano también ha servido para cerrar los rumores sobre su salud. El Santo Padre ha manifestado que, casi dos meses después de la intervención por un problema intestinal, lleva una vida "totalmente normal", puede comer de todo" y mantener su agenda frenética: "Hoy toda la mañana en audiencias, toda la mañana," recalcaba. Una agenda que lo llevará también de viaje por Eslovaquia y Hungría este mes de septiembre, el 34.º de su pontificado. Y cuestionado sobre el ejercicio de su cargo, niega que se haya planteado renunciar: "A mí ni se me pasó por la cabeza. No sé de dónde han sacado que yo iba a presentar mi renuncia".