Fumata blanca. El Parlament ha validado definitivamente los presupuestos de 2023 gracias a la pinza del PSC, ERC y los comuns. Superado este último obstáculo, ya se ha podido poner el punto y final (a la espera de que se apruebe también la ley de acompañamiento de las cuentas esta tarde) a una negociación y una tramitación que finalmente se ha alargado más de cuatro meses. Los aplausos han llenado la cámara una vez Alba Vergés ha anunciado la validación, y las caras de Pere Aragonès, Salvador Illa y Jéssica Albiach han mostrado una sonrisa mientras encajaban las manos. El president de la Generalitat ha tomado entonces la palabra para agradecer a la cámara la efeméride, especialmente a aquellos grupos con los que se ha negociado, y ha prometido mantener la "mano tendida" a los partidos con los que el acuerdo no se ha concretado. A todos ellos, ha señalado que, "a pesar de las dificultades", es indispensable encontrar caminos para seguir avanzando hacia un país "más libre, justo, próspero, verde y feminista".

Pere Aragonès, después de la aprobación de los presupuestos / Foto: Carlos Baglietto

El proceso ha sido largo y con una montaña de disputas en medio. Pero a pesar de las dificultades y las desconfianzas que en algunos momentos han ensombrecido las relaciones entre los tres grupos, lo cierto es que el acuerdo final ha permitido a los republicanos acercar posiciones con socialistas y lilas, mientras que la distancia con los independentistas se ha ensanchado hasta un punto preocupante.

Así se ha evidenciado durante el debate parlamentario. El líder del PSC, Salvador Illa, ha evitado reproches contra el Govern, y se ha limitado a aplaudir la necesidad de impulsar Catalunya. "El presupuesto que aprobamos hoy es una ley muy relevante, no la menospreciemos", ha señalado, subrayando que con el documento se consigue potenciar la prosperidad del territorio, proteger con buenas políticas públicas la ciudadanía, y poner en marcha una administración eficiente. "Catalunya ha alcanzado mucho en medio siglo, pero tiene que hacer mucho más", ha dicho entonces, con ambición. El jefe de la oposición no ha escondido su objetivo de "arreglar" la política para hacerla "útil".

Por su parte, la líder de los comuns, Jéssica Albiach, también ha aplaudido la efeméride alcanzada durante la jornada de hoy, destacando algunas de las ganancias que ha conseguido su equipo negociador, con inversiones en sanidad, renovables, vivienda y transporte público. Unas cuentas que, además, "garantizan, que, quien más tiene, más paga" con los impuestos de patrimonio, a los cruceros y a los pisos vacíos. Y, además, esquivan la única "línea roja" de los comuns: no destinar ni un solo euro a los "macroproyectos fracasados" del Hard Rock, la B-40 y la ampliación del aeropuerto. "Por mucho que se diga, gana la gente y pierde Foment", ha celebrado. Y en un dardo directo al president de la Generalitat, Albiach ha advertido que se han acabado las excusas, porque el ejecutivo tiene que empezar a cumplir sus compromisos".

Salvador Illa sonríe durante el pleno del Parlament / Foto: Carlos Baglietto

Reproches duros entre los aliados independentistas

En cambio, entre los grupos independentistas la relación no ha sido tan fluida. La portavoz de ERC, Marta Vilalta, ha agradecido el apoyo del PSC y los comuns, definiendo este como "un gran día para el país" en el cual "coge sentido" el trabajo que hacen los políticos. "Eso es hacer de políticos: negociar y salir de las zonas de confort e, incluso, admitir contradicciones", ha reconocido, a pesar de señalar como los comuns que "ni un euro" de las cuentas van a los macroproyectos socialistas. Ahora bien, las buenas palabras hacia los de Salvador Illa y Jéssica Albiach han sido ásperas hacia sus exsocios del Govern, acusando las enmiendas de Junts de ser "estériles". "La varita mágica no funciona para estas cosas y lo que funciona es ser útil".

 

La réplica de Junts ha sido contundente, con un Albert Batet airado que incluso ha acabado en reproches con Alba Vergés. "Hoy no es un gran día", ha lanzado. "En Madrid están contentos porque se sella el tripartito". El portavoz juntaire ha advertido que estas cuentas solo traerán más autonomismo, y ha dejado patente la desconfianza existente entre su grupo y el republicano. "El president tenía dos opciones: o retroceder hacia el autonomismo o avanzar hacia la independencia. Y ha escogido la confortabilidad", ha disparado, sentenciando que se ha "roto" la mayoría del 52%. "No ha hecho ningún esfuerzo para mantener la mayoría independentista, ha lamentado, acusándolo de concederlo todo al PSC mientras cerraba la puerta a Junts como socios prioritarios".

 

Para la CUP, la sensación no ha sido mucho más positiva, con reproches directos contra los republicanos por haber pactado unos presupuestos que no ponen en el centro la defensa del sector público. La diputada Eulàlia Reguant ha rechazado que la sociedad exija presupuestos, como se ha encargado de reiterar la consellera Natàlia Mas en más de una ocasión. "Quien reclama los presupuestos es quien no quiere que nada cambie, que todo continúe igual", ha lanzado en referencia a la patronal. Y no se ha ahorrado un dardo contra Junts, recordando que las cuentas que aprobaron el año pasado, cuando estaban en el Govern, sí que tuvo el voto de los juntaires. "¿No eran autonomistas aquellos presupuestos?", ha remachado.

Jéssica Albiach se dirige al atril del Parlament / Foto: Carlos Baglietto

La crónica de tres meses de negociaciones

Después de la ruptura del Govern el pasado octubre, ERC cogió la responsabilidad de negociar las cuentas del 2023 con el resto de grupos del Parlament y relevando así el trabajo que había hecho hasta entonces el conseller Jaume Giró. Pero los primeros contactos fueron breves y repartidos en el calendario, sin prisas. Además, inicialmente, el ejecutivo de Pere Aragonès descartaba al PSC como socio prioritario y centraba su atención en los de Jéssica Albiach y los de Borràs y Turull. Con las semanas se fueron acelerando los contactos, y fue el 14 de diciembre cuando el Govern y los comuns pudieron anunciar en el Palau de la Generalitat un acuerdo para aprobar las cuentas. Pero los 33 diputados de los republicanos y los 8 de los lilas eran insuficientes: faltaba reunir todavía el apoyo de al menos uno de los principales grupos de la cámara.

Con el PSC ya inmerso en la negociación, la comunicación con Junts se enfrió. El acuerdo parecía inminente con la llegada del año nuevo, pero pasaban los días y las relaciones se intoxicaban: mientras Salvador Illa reafirmaba su exigencia por los tres macroproyectos (la B-40, el Hard Rock y la ampliación del aeropuerto), el ejecutivo intentaba esquivarlos anunciando que ya había acuerdo en el resto de demandas de los socialistas. Sin la cesión de ninguno de los dos actores, la negociación parecía enquistarse inevitablemente. Hasta que Aragonès decidió tragarse el sapo del Quart Cinturó durante el primer pleno del año, asumir las contradicciones, y remachar la presión sobre el jefe de la oposición para que ya no tuviera excusas. De hecho, el PSC todavía ha conseguido dilatar las negociaciones unos días más, pero con este escollo superado, finalmente se ha podido materializar el acuerdo. Ahora falta pasar todo el trámite parlamentario.

Y después, 37 días de trámite

Una vez superada la negociación, y presentado el acuerdo, ha llegado la obligada tramitación parlamentaria, que se ha mantenido lo más ágil y diligente posible con un calendario de tiempo récord. En total, han sido 37 días marcados principalmente por las comparecencias de los consellers en las comisiones, el debate de los partidos en estos órganos y la presentación de enmiendas. En medio, el debate y votación de las enmiendas a la totalidad, tumbadas por la alianza de los tres grupos protagonistas. Y finalmente, una comisión de Economía y Hacienda que ha recogido las más de 2.100 enmiendas al articulado.

Una comisión en la cual saltaron chispas. Y es que, a pesar del acuerdo entre el PSC, ERC y los comuns, este órgano fue el escenario de un último tira y afloja entre los grupos en torno a la ley de acompañamiento de los presupuestos. El motivo principal, la renta básica universal. Durante la negociación de las cuentas, el PSC y ERC decidieron este debate, que enfrentaba los dos grupos (con los republicanos a favor de poner en marcha un plan piloto y los socialistas en contra). Sin embargo, a pesar de no aparecer ninguna partida económica en la ley de presupuestos, sí que se hacía referencia a la ley de acompañamiento, a instancias de ERC. El PSC lo ha tenido fácil para dar un puñetazo sobre la mesa y eliminar este punto a través de una enmienda pactada con Junts, que no ha puesto trabas. Esta tarde tiene lugar en el Parlament la votación de la ley de acompañamiento, y, si no hay ninguna sorpresa de última hora, este será el último revés de la oposición que recibirá el Govern de Pere Aragonès en esta larga negociación de presupuestos.