El diario madrileño El País tiene mala suerte. En Twitter, red politiquera por excelencia, lo marcan al hombre y este miércoles se ha vuelto a llevar otra pitada por su titular: "El secesionismo impone su mayoría y sigue apostando por Puigdemont". Los tuiteros han recordado al diario que las mayorías no se imponen, sino que las deciden los ciudadanos con su voto y que precisamente este juego es típico de la democracia parlamentaria.
El titular de su portada digital también huele a bronca: "Los independentistas se aseguran el control de la Mesa del Parlament". De una rutina parlamentaria tan mecánica, automática y maquinal, que se sabía cómo acabaría (el mismo diario lo dice en el primer párrafo: "Torrent era el candidato con más apoyos"), difícilmente se puede describir como "asegurarse el control", con lenguaje bélico, como si se tratara de algo extraordinario. Da la impresión que quiere mostrar guerra donde, de momento, no la hay. Es la introducción perfecta al discurso de la queja ("los indepes ponen la presidencia del Parlament a su servicio", etcétera), que el primer partido de la cámara ha hecho cuando no habían pasado ni diez minutos diez de la inauguración de esta nueva legislatura. La sintonía entre diario y partido es, seguramente, accidental.
¿Cómo se han tomado el resto de medios españoles de referencia la primera sesión de la XII Legislatura del Parlament?
La prensa impriesa de Madrid (El Mundo, ABC, La Razón) marca el paso con el titular de la agencia Europa Press: A Roger Torrent lo han elegido presidente del Parlament con el voto delegado de los diputados presos. La Razón ha turbinado lo suyo añadiendo "los secesionistas controlan", etcétera. Ciertamente, tener diputados encarcelados que votan por delegación es una novedad de esta legislatura y es materia de titular. Para los malévolos, sin embargo, queda la duda de si lo han destacado como quien dice que "controlan" gracias al voto de unos (presuntos) delincuentes. Pero vaya, queda para los malévolos, porque el tono general de la prensa madrileña es más expectante que inculpatorio.
En Barcelona, la web de La Vanguardia propone un títular de aroma bélico, tal vez más moderado: "El soberanismo se hace con la Mesa del Parlamento y Ciudadanos y PP muestran sus armas" y el subtítulo, con lenguaje violento/guerrero, habla de "bronca anecdótica" (bonita antítesis) por la delegación de voto, y de un presidente "parapetado en una Mesa de mayoría soberanista". Bronca. Parapetado. ¡Bum! ¡Ra-ta-ta-ta!
El Periódico va más en son de paz. Destaca estas palabras del Honorable Roger Torrent: "Quiero contribuir a coser la sociedad catalana". Aliña la cosa con unos complementos sin ningún misterio: "Torrent, elegido con los votos del independentismo" (no se podía saber); "Torrent, hombre de partido y político profesional" (que extraño eh) y "Maragall hace enfadar a Arrimadas con su discurso" (tampoco se podía saber).
El voto misterioso
Otro tema caliente de la cobertura informativa de esta primera sesión parlamentaria es el misterioso voto en blanco de algún diputado unionista, constitucionalista o del 155, que restaba a la candidatura a la presidencia de José María Espejo-Saavedra, de Cs. Peor todavía, quitaba la razón a la acusación de Cs a los comuns de permitir que a mayoría de la Mesa sea independentista.
Nada más conocerse que faltaba ese voto, todo el mundo ha empezado a sospechar de Ramon Espadaler, el diputado democristiano adscrito al grupo del PSC. ¿Por qué Espadaler? No hay derecho. Da la impresión que que el político duranista es poco menos que el "traidor oficial". La cosa ha ido a más y él mismo se ha visto obligado a explicarse:
El "misterio del voto traidor" se lo han tomado muy en serio El Español y El Periódico. El diario de Zeta publica una pieza de hechos y explica que el voto sólo podía venir del PSC o del PP. Como unos y otros lo niegan, el reportero concluye: "Lo que está claro es que alguien miente". Muy perspicaz. Bien.
En el digital de Pedro J., en cambio, el cronista aspira a mucho más. Escribe un relato con ritmo de thriller donde propone dos posibles culpables: el susodicho Espadaler o algún diputado/a del PP, que se vengaría así de la negativa de Cs, a cederles un diputado para constituir grupo parlamentario. No sería favor pequeño: ganarían mucho tiempo de intervención y reduciría su déficit de 1,6 millones de la campaña del 21-D.
El cronista de El Español exculpa al PP porque "aunque nadie duda por aquí que el PP le tiene ganas a Ciudadanos, todos saben que esas ganas no son tantas como para traicionar la unidad del bloque constitucionalista" (la unidad, siempre tan principal). Ya ves, todo muy apoyado en las típicas y sólidas evidencias científicas. En consecuencia, cuelga el sambenito al diputado independiente con las mismas evidencias (es decir, ninguna). No se entiende, a no ser porque el cronista descuenta que Espadaler sea una especie de chaquetero profesional.
La sospecha/prejuicio le sirve para avanzar una continuación, también basada en las mismas evidencias, que cómo todo el mundo sabe, se escriben en condicional: "Si se confirmara la traición de Espadaler, el PSC se las vería y se las desearía...". Con esta técnica puedes (podrías) implicar al diputado del grupo socialista en el asesinato de Kennedy o en el 11-S. Adelante.
Espadaler estaba encantado. Tenía que pasar más o menos desapercibido o ser anécdota tipo monjas votando pero, a raíz del caso del voto insidioso, casi todas las teles le han entrevistado y los diarios hablan de él, incluido El Nacional.
La camiseta heredada
Ara y eldiario.es han informado de una tradición que ha nacido este miércoles. El diputado de ERC Ruben Wagensberg vestía la misma camiseta que llevaban puesta David Fernández y Lluís Llach el primer día que acudieron al Parlament, en 2012 y en 2015, respectivamente. La prenda recuerda la destrucción de Játiva, en 1707, por el ejército franco-castellano de Felipe V de Borbón. Es una alusión a los Países Catalanes y tal.
En este punto, a todo el mundo le rondan por la cabeza las mismas dos preguntas. La respuesta es Sí a ambas. Sí, es la misma camiseta. Sí, no se ha lavado en todo este tiempo "para que conserve el espíritu inicial". Que sea sólo el espíritu.