Semana política trascendental en Catalunya. En medio de unos días que pueden ser claves para la aplicación de la ley de amnistía, y en que presumiblemente se conocerá la decisión del juez Pablo Llarena sobre el caso de Carles Puigdemont, la partida de póquer para la investidura de un president de la Generalitat toma impulso. La ley es clara: una vez se ha constituido el Parlament –se hizo el 10 de junio con la elección de Josep Rull como nuevo president de la cámara y una mayoría de la Mesa independentista–, hay un margen máximo de 10 días hábiles para convocar un primer pleno de investidura. La fecha señalada en rojo es el 25 de junio. Y para que haya este pleno, tiene que haber (en principio) alguien a postular.

Para buscar a un candidato, Rull ha programado para este martes y miércoles una ronda de contactos con los grupos parlamentarios: el objetivo es tantear el terreno y saber si hay ningún presidenciable con suficientes apoyos para someterse a una investidura o bien que manifieste su voluntad de intentarlo. Hasta ahora, las conversaciones y los contactos cruzados entre partidos han existido, pero las negociaciones todavía no están lo suficientemente maduras y se espera que esta semana se dé un paso adelante en este sentido. Estos primeros encuentros exploratorios constatan que, hoy por hoy, ningún candidato ha avanzado a la hora de sumar votos y sitúa el debate del día 25 en una encrucijada. El escenario con más fuerza es un acto equivalente a una investidura fallida, es decir, un pleno el día 25 donde Josep Rull constate y acredite que no hay ningún líder que tenga mayoría ni que tampoco quiera (en estos momentos) dar pasos en falso que hipotequen sus posibilidades futuras en otro pleno de investidura a celebrar antes del 25 de agosto. Sea como sea, el president del Parlament tendrá que escuchar primero este martes a Comuns Sumar (12:30 horas), Vox (13:30 h), al Partido Popular (14:00 h), la CUP (15:30 h) y Aliança Catalana (16:30 h), y cerrará el miércoles con los tres principales partidos –Junts a las 11h, el PSC a las 12h y ERC a las 13h– para decidir si propone a Illa, Puigdemont o no hay candidato.

La nueva financiación abre el primer tanteo del PSC

Las elecciones del 12 de mayo deshicieron el empate que había entre el PSC, Esquerra Republicana y Junts per Catalunya (solo un escaño menos) durante la legislatura anterior: los socialistas vencieron con contundencia, imponiéndose con 42 diputados –nueve más que en el 2021–, un 28% de los votos y más de 200.000 sufragios de diferencia con respecto al segundo, Junts+. Esta victoria, unida a otros triunfos en el último ciclo electoral (las catalanas de 2021, las municipales de 2023 y las generales de 2023), instalaron a los de Salvador Illa en el optimismo y en un papel de cierta reivindicación: en tanto que primera fuerza en diferentes comicios y perdida la mayoría independentista y soberanista por primera vez desde 1980, el PSC reclamaba atender la "voluntad de abrir una nueva etapa" manifestada por la ciudadanía y solo han situado como posible una investidura de Illa, descartando del todo una abstención para permitir una presidencia de Carles Puigdemont. Este mensaje se vio reforzado con una nueva primera posición conseguida en las europeas cuatro semanas después del 12-M.

Ahora bien, la constitución de la Mesa supuso un pequeño revés en el guion previsto en Pallars. En la primera ejecutiva posterior a las elecciones del 12 de mayo ya se acordó el equipo negociador para intentar volver catorce años después a la Generalitat. Lo forman Lluïsa Moret (viceprimera secretaria del partido y presidenta de la Diputació de Barcelona), Alícia Romero (mano derecha de Salvador Illa en el Parlament), Ferran Pedret, José Luis Jimeno (secretario de Organización), Joaquín Fernández (secretario de Política Municipal) y Javier Villamayor (secretario de Programas). En aquel cónclave, se conjuraron en la discreción a la hora de afrontar las negociaciones. El 6 de junio, una delegación del PSC viajó a Ginebra para reunirse con Marta Rovira, quien capitanea estas conversaciones por parte de ERC y quien, de hecho, después de la salida de Oriol Junqueras, es la número uno de la formación republicana hasta el congreso que el partido celebre a finales de noviembre. La sensación era buena: los socialistas pusieron encima de la mesa una presidencia del Parlament para Esquerra, pero tenía que ir acompañada de avances sustanciales para acercar a Illa al Palau de la Generalitat, según ERC. Al final, sin buscar un vínculo con el PSC, la balanza se inclinó hacia construir puentes con el independentismo y situar a Josep Rull como segunda autoridad del país.

Este hecho decepcionó a los cuadros socialistas, pero también hay voces que prefieren hacer otra lectura a consecuencia de los complejos pasos que ahora tendrán que dar: si bien el acuerdo fue entre partidos independentistas, también hay quien ve que en la Mesa hay "mayoría progresista" con los tres miembros de su partido y los dos de Esquerra. Con todo, eso certificó que no será un camino de rosas hacer que Salvador Illa se convierta en el 133.º president de la Generalitat y que será largo. Y en este contexto emergen dos ingredientes: calma y temple. Ante la 'invitación' del secretario general de Junts, Jordi Turull, a que sea Illa el primero a ir a una investidura, los socialistas no quieren dar pasos en falso. El riesgo de exponerse a una votación que no prosperaría podría perjudicar sus opciones futuras en función de las cartas que el resto tenga. En toda partida de póquer, ir de farol puede salir bien o puede dinamitar cualquier opción de ganar.

La votación de la Mesa del pasado lunes, además, llevó al PSC a convencerse más de que solo hay una vía por la cual pueden transitar y llegar al destino que quieren, el Govern: tener los votos de Esquerra Republicana y Comuns Sumar. De hecho, Illa se ha comprometido públicamente a explorar solo este camino. La portavoz del grupo parlamentario, Alícia Romero, también lo decía muy claramente, y señalaba el acuerdo independentista como una "minoría de bloqueo". Por eso, los socialistas saben que les toca mover ficha si quieren el apoyo de los republicanos, ya que estos han puesto el foco en la financiación singular. El jueves, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, abría la puerta a una financiación que recoja las "singularidades" catalanas, aunque "dentro de un modelo válido para todas las comunidades autónomas".

Dos días después, se producían dos movimientos en este sentido: en el marco del Consell Nacional de ERC, Marta Rovira instaba a Sánchez a pronunciarse: "El PSC tiene que saber que si Pedro Sánchez no es capaz de mover ficha será muy difícil que Esquerra le pueda dar apoyo. Illa tiene que tenerlo bien presente, tenemos que estar al lado de la gente, no al lado de Illa. La llave hoy está más en manos del Gobierno y Pedro Sánchez que en manos del PSC". Poco rato después, en la clausura del Congreso del PSC del Baix Llobregat, Illa daba respuesta: "¿No queremos todos cuanto antes mejor una mejor financiación para Catalunya? Me quiero poner a trabajar de forma inmediata para conseguir estos objetivos, y sé que el Gobierno ayudará en esta tarea. No podemos ser la tercera comunidad a aportar y la decimocuarta en recibir. No es justo. No es ningún privilegio lo que pedimos, es una cuestión de justicia. Sabemos que el Gobierno de España tiene voluntad de escucharnos porque queremos dar una respuesta a la singularidad de Catalunya". Y el domingo Pedro Sánchez hacía guiños a los republicanos en una entrevista a La Vanguardia para seducirlos, donde elogiaba el papel de los de Calàbria en los indultos y la amnistía, y bautizaba de "factible" la financiación singular: "Es compatible mejorar el sistema de financiación autonómica desde el plano multilateral y al mismo tiempo articular una financiación singular para un territorio tan importante como Catalunya". El gesto iba más allá: "El futuro de Catalunya y, en buena parte, de España, dependerá de la consolidación de esta relación estratégica entre el PSC y ERC". No obstante, la portavoz del PSOE, Esther Peña, ha cortocircuitado las palabras de Sánchez y ha aguado la oferta de esta nueva financiación.

Junts, a la expectativa: días clave para el retorno de Puigdemont

Mientras tanto, en Junts se preparan para el retorno del president en el exilio, Carles Puigdemont. El martes pasado se publicó la ley de amnistía, que explicita de una manera muy nítida que las medidas cautelares tienen que "decaer de forma inmediata". Dicho de otra manera, las órdenes de detención contra Puigdemont, Marta Rovira o Lluís Puig no tendrían que estar en vigor. El desenlace se podría materializar esta semana: Pablo Llarena otorgó cinco días a las partes para que informen si se puede aplicar la amnistía en el caso del líder de Junts, especialmente lo que es relativo al delito de malversación. Los fiscales del Supremo ya han manifestado su desacuerdo con la orden del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, de aplicar la amnistía al dirigente independentista, un choque de alta tensión que llegará a su punto álgido este martes con la Junta de Fiscales, aunque la última palabra la acabará teniendo el máximo dirigente del Ministerio Fiscal.

Escuchadas las partes –se pueden pronunciar hasta el miércoles–, Llarena tiene tres opciones: mantener la orden de detención, levantarla o suspenderla (la más factible, tal como ha señalado este diario). La tercera vía acerca la llegada de Puigdemont a Catalunya quien, al mismo tiempo, ha reiterado que volvería para un pleno de investidura al margen de si él era el candidato o bien lo era Illa. En esta materia, Junts ha reivindicado desde la noche electoral su derecho a liderar un Govern independentista, que solo podría salir adelante con la abstención del PSC. Los socialistas, sin embargo, lo han rehusado –Illa lo ha dicho en cuatro idiomas–. Ante el pleno del día 25, el secretario general de Junts, Jordi Turull, retó a Illa a intentarlo en primer lugar y avisó de que ellos no quieren "hacer un Feijóo": "Queremos que Puigdemont sea president con todas las garantías. No se trata de hacer un debate de investidura por hacer un debate de investidura, sino que se trata de investir a un president". El espíritu de estas palabras invitan a pensar que Carles Puigdemont no optará al pleno de investidura del próximo martes.

Esquerra Republicana, sin prisa en plena tensión interna

A su vez, Esquerra Republicana marca distancias con los socialistas y frena su prisa: el partido cree que las palabras de Pedro Sánchez "enredan". La posición de Esquerra Republicana es que la financiación singular es "lo mínimo exigible" para poder abrirse a dar apoyo a Salvador Illa y, sobre su funcionamiento, advierten que no tiene que estar dentro del régimen común. La portavoz de la formación, Raquel Sans, ha recordado que buscan la "soberanía fiscal": "Reclamamos tener la llave de la caja y recaudar el 100% de los impuestos en Catalunya". Hoy por hoy, esta recaudación es solo del 9%. ERC quiere una carta más ambiciosa que esta primera tentativa socialista.

Además, el partido ha advertido que, con la soberanía fiscal, "la militancia no dará apoyo automáticamente al acuerdo" con Illa. Los de Marta Rovira quieren pasar de palabras a hechos y este mismo martes mantendrán una reunión con el PSC, que será un pistoletazo de salida a unas negociaciones que tienen que coger velocidad de crucero. Los encuentros, que serán un día antes de que los tres partidos se citen con Rull en el despacho de audiencias del Parlament, difícilmente cambiarán la opinión que Esquerra trasladará el miércoles al president de la cámara: hoy por hoy, ni Illa ni Puigdemont tienen su 'sí'.

Con un clima de disputas internas y que está abriendo fricciones en el partido tras los desastres electorales –el domingo, más de 300 militantes y altos cargos de la organización impulsaron un manifiesto pidiendo una "renovación de la cúpula" y "aire nuevo"–, el equipo de Rovira busca que las conversaciones vayan con un cierto hermetismo. No gustó que la apertura del PSOE a una financiación singular se conociera a través de los medios de comunicación. Ahora, a pesar de no atarse ni al PSC ni a Junts, Esquerra considera que ambos tendrían una "buena oportunidad" para explicar su proyecto de país en el pleno del día 25, aunque un pleno con un candidato incomodaría a algunos sectores porque obligaría a tomar partido en un momento en que no tienen prisa y quieren exprimir el jugo de las negociaciones. Entre algunos partidos, imperaba la sensación de que, si se conseguía evitar una repetición electoral, se podría encontrar la solución hacia finales de julio. Nadie se atreve a estas alturas a descartar una negociación límite hasta el 25 de agosto, fecha que se activará la próxima semana como periodo máximo para no ir a nuevos comicios.

Con respecto a los otros grupos, Comuns Sumar no daría apoyo en estos momentos a Salvador Illa, pero también trasladará al president Rull que no especularán con la repetición electoral. El PP también ha cerrado la puerta a este escenario: "Illa no es de fiar". Vox y Aliança Catalana tampoco manifestarán apoyo a ningún candidato, y la CUP prioriza un pacto independentista y anti-represivo. El momento de guardar un as bajo la manga se agota: en esta partida, las cartas ya empiezan a estar encima de la mesa.