"Yo colgué los carteles de Maragall". Uno de los tres jóvenes habla por primera vez y da detalles del caso de los carteles contra los hermanos Maragall, un ataque de falsa bandera que alguien, aún sin identificar, ordenó, lideró y financió, supuestamente, desde la sede nacional de Esquerra, en la calle de Calàbria de Barcelona. Más allá de las acusaciones entre los actuales líderes del partido y quien en aquel momento era el director de comunicación de ERC, Tolo Moya, que carga contra Sergi Sabrià —exviceconseller y hombre fuerte del Govern de Pere Aragonès—, Marta Rovira —secretaria general— y Ernest Maragall —víctima del ataque, junto con su hermano Pasqual, y, desde ahora, exmilitante del partido republicano—, ElNacional.cat ha conocido más detalles de cómo se gestó la acción, cómo estaban organizados los implicados, cómo se pagó y cuál era la estructura del comando que la ejecutó. En una entrevista con ElNacional.cat, Pau, uno de los tres jóvenes que fueron fotografiados mientras colgaban los carteles, lo ha explicado todo ante la cámara.
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Carteles, una lista de objetivos y 50 euros
El día 8 de marzo de 2023 por la noche, Pau recibió la llamada que esperaba y con el coche del padre de uno de los tres miembros del grupo que colgó los carteles, G.F., se dirigieron hacia Barcelona. Lo que se ha sabido ahora, y que en aquel momento no se llegó a filtrar, cuando desde el partido se difundieron las fotografías de los carteles, buscando la reacción mediática del ataque contra los hermanos Pasqual y Ernest Maragall, candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona a quien se pretendía dar notoriedad en la campaña de las municipales, es que en la lista de objetivos que recibió el comando había, además de las sedes de Esquerra, también centros de enfermos de Alzheimer. Los tres jóvenes cumplieron, asegura Pau en esta entrevista con ElNacional.cat. “Nos ordenaron que los carteles estuvieran mal colgados y también nos dieron una lista con los lugares donde debíamos colgar los carteles. Había sedes de Esquerra y centros de enfermos de Alzheimer”, apunta Pau. Admite que no recuerda en qué calles estaban estos centros, pero acepta que lo acabaron haciendo: “Esto no salió en las noticias”.
En la denuncia de Ernest Maragall ante los Mossos, del 10 de marzo, constan tres lugares donde aparecieron los carteles: la sede nacional de ERC en la calle Calàbria, la sede de distrito en la calle de Villarroel y también en la federación de Barcelona de Esquerra, en la calle del Consell de Cent, aunque también los pegaron en otros lugares. Los tres jóvenes de L’Anoia, bajo las órdenes de un militante de Esquerra de la misma comarca, hicieron la ruta de los carteles hasta que tuvieron un incidente con dos militantes, que en una de las sedes les hicieron fotos y les recriminaron la acción. Fue entonces cuando se marcharon. Cenaron juntos y volvieron a Igualada.
Como pago por llevar a cabo la encartelada, según Pau, les dieron 50 euros. Toda la acción de falsa bandera costó 300 euros. Quien lo reclutó a él —lo conocía de otros trabajos en la comarca— cobró 100 euros, él 50 euros y el amigo que había reclutado a Pau, G.O., también cobró 50 euros. Con los otros 100 euros pagaron la gasolina y la cena de los tres. Fue al día siguiente, alrededor de las diez y media de la mañana, que la noticia comenzó a correr. Un conocido avisó a Ernest Maragall de los carteles y fue antes de las seis de la tarde que las imágenes ya se habían filtrado a los medios de comunicación. Los Mossos d’Esquadra, de oficio, abrieron una investigación para aclarar los hechos. La Comissaria General d'Informació logró encontrar diversas imágenes de cámaras de seguridad y, tal como adelantó ElNacional.cat, el 29 de marzo difundieron las imágenes de los tres investigados por todos los canales internos de la policía catalana para poder identificarlos y aclarar quiénes eran y, sobre todo, quién lo había ordenado.
"Yo soy uno de los que colgó los carteles de los Maragall"
Fue la publicación de estas imágenes lo que activó dos cosas. En un primer momento, Pau pidió a su interlocutor cobrar más dinero por los hechos, teniendo en cuenta que si bien les habían asegurado que “lo tenían todo controlado”, las imágenes ya habían llegado a la prensa. Y eso le generó una sensación de ansiedad y nerviosismo hasta que en un incidente en un aparcamiento del Port Olímpic, el día 1 de abril, de madrugada, y tres días después de la publicación de las imágenes en ElNacional.cat, el mismo Pau, “de manera clara y sin ningún tipo de duda”, tal como consta en el atestado que hicieron los agentes del ARRO de los Mossos que lo escucharon, declaró: “Yo soy uno de los que colgó los carteles del Maragall”. Los agentes confirmaron que el hombre que les dijo aquello era parecido a la persona que salía en las imágenes de ElNacional.cat y “ante la posibilidad de que pudiera ser uno de los implicados”, pusieron los hechos en conocimiento de la Unitat Central de Delictes d'Odi de la Comissaria General d'Informació, quien había asumido el caso.
La investigación avanzó. De momento, sin que Pau y los otros tres implicados tuvieran noticias de los Mossos. El 13 de abril, según consta en las diligencias policiales y judiciales del caso, Pau se presentó en la comisaría de Igualada y aseguró a la policía que estaba preocupado por aquellos hechos y dijo quién era quién, poniendo nombre a los otros dos jóvenes que el día de los hechos lo acompañaban. En ese momento, aunque aún no había pruebas, el mismo Pau ya dijo a los Mossos que el encargo era de Esquerra Republicana de Catalunya. Pau estaba preocupado, se sentía vigilado y explicó a la policía que no sabía que el caso tendría aquella repercusión.
Los Mossos cerraron el círculo sobre G.O. y G.F. y pudieron llegar también al terminal móvil del militante de la comarca de L’Anoia que ordenó la acción, V.L. Fue entonces cuando se encendieron las alarmas en la sede nacional de Esquerra. No solo se debía buscar un cortafuegos, también se debía maniobrar con el mismo Ernest Maragall para retirar la denuncia y evitar que los Mossos pudieran seguir tirando del hilo de los móviles que habían intervenido de G.F., el líder de los tres, y también de V.L., el contacto entre los ejecutores del ataque de falsa bandera y miembros de la dirección de Esquerra. Era cuestión de tiempo que los especialistas de información de los Mossos pudieran poner nombres a las personas que aparecían en las capturas de pantalla y a los restos de conversaciones por aplicaciones encriptadas que habían recuperado de los móviles de V.L. y de G.F. Sin denuncia y un cortafuegos montado al militante de L’Anoia —que ha sido expulsado del partido—, todo parecía quedar tapado. Hasta que se descubrió que, supuestamente, los carteles se pagaron mediante una empresa que después factura los servicios realizados al partido republicano.
La organización del comando que orquestó la acción
Según ha revelado a este diario uno de los tres jóvenes que colgó los carteles la noche del 8 de marzo de 2023, él solo tenía contacto con su superior en este comando. Nunca llegó a hablar con el cerebro de la operación y tampoco con el militante pantalla, V.L., a quien, reconoce, conoce desde la infancia. L’Anoia es una comarca pequeña y él pudo llegar a saber quién era quien pagaba y ordenaba las acciones a G.F. Al más puro estilo militar, Pau recibió órdenes concretas el día de la acción. No supo hasta que estuvieron en Barcelona qué tenían que hacer exactamente y después no se volvió a hablar del tema. G.F. sí que recibía órdenes de V.L. y, a la vez, este militante de L’Anoia recibía órdenes de otras personas, siempre en aplicaciones encriptadas y donde, oficialmente, los Mossos no pudieron llegar antes de cerrar la investigación, cuando Ernest Maragall retiró la denuncia.
Los errores del militante de L’Anoia
¿Qué falló? ¿Cómo llegaron a saber quiénes eran los tres de L’Anoia? La confesión en el Port Olímpic fue el detonante, pero los Mossos ya tenían las imágenes —se publicaron en ElNacional.cat el 29 de abril— y era cuestión de días que alguien los conociera y pudiera atar cabos. También tenían un coche, un Toyota Yaris, propiedad del padre del líder de la banda, G.F. El error era de base, detalla Pau. Tal como ha explicado en esta entrevista a ElNacional.cat, el encargo que recibió el militante de l’Anoia era hacerlo con personas extranjeras y que fueran con la cara tapada, pero lo hicieron por la vía rápida, y optaron por encargárselo a ellos, tres jóvenes de Igualada, que si bien sin relación con la política, eran conocidos en la comarca.
Pero no solo eso. La noche de los hechos G.F. llamó a V.L. para recibir órdenes, pero lo llamó a su teléfono personal. Fue con este vaciado telefónico que se hizo, antes de intervenir los aparatos, que los Mossos llegaron hasta este militante de L’Anoia, a quien acusan de ser el líder operativo de las acciones de 'la B' —la supuesta estructura paralela del partido que vehiculaba estas acciones— y que tenía contacto directo, supuestamente, con la dirección de ERC. Ante estos movimientos judiciales, fue cuando los tres vieron que las promesas de su interlocutor eran vacías y que no lo tenían todo controlado y que el círculo se estaba, peligrosamente para ellos, cerrando. Con estos errores y la presión policial, fue cuando Pau pidió más dinero, por si acababa en la cárcel, compensar el trabajo hecho.
Pau pide disculpas a los hermanos Maragall
En la entrevista con ElNacional.cat, Pau, ahora ya sin estar investigado por este caso, después de que Maragall y la Fundació Pasqual Maragall retiraran la denuncia —se habían presentado como acusación particular—, ha aprovechado para pedir disculpas a los hermanos Maragall, al expresident de la Generalitat y exalcalde de Barcelona, enfermo de Alzheimer, y también a su hermano, que este lunes por la tarde ha anunciado, en una rueda de prensa desde la sede de Esquerra, que deja el partido para denunciar cómo se ha tratado el caso. Maragall está convencido de que el partido sabía desde el minuto uno que la acción se hizo desde Esquerra y que nadie, por desconocimiento o por descontrol, hizo nada. Hasta enero no fue alertado de que los carteles los habían colgado militantes del partido que formaban parte de un grupo paralelo de contrapropaganda y agitprop que pagaban, supuestamente, con fondos del partido.
Pau, uno de los tres investigados por haber colgado los carteles infamantes, ha asegurado que cuando lo vio, en ningún momento pensó que eran para atacar a alguien, que él pensó que era una acción similar a repartir propaganda. “Yo no tengo nada en contra de los enfermos; yo tengo una discapacidad, nunca atacaría a nadie con una discapacidad ni con nada”, apunta en la entrevista. Ha asegurado que intentaron hablar con Maragall para explicarle la situación —que ellos ya sabían que había sido una orden política—, pero su abogada lo detuvo y nunca se celebró el encuentro. Aunque el caso está cerrado y ahora Pau y los otros dos no serán juzgados ni investigados, apunta que “si hiciera falta, podría ayudar con lo que fuera, en alguna residencia con gente con esta enfermedad, haciendo charlas, lo que haga falta para disculparme y mostrar el arrepentimiento. Estoy abierto a todo para crear, transformar y reparar”, concluye.