El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha llegado por sorpresa a Marruecos este martes en su segunda semana de vacaciones, en lo que ha asegurado que es un viaje "estrictamente privado". Según han informado medios marroquíes y ha confirmado posteriormente EFE, el secretario general del PSOE ha llegado esta mañana a Marrakech en un vuelo comercial para pasar unos días de vacaciones con la familia. Fuentes de la Moncloa han asegurado que el viaje se ha pagado "íntegramente con recursos propios" del presidente español y que no hay previsto ningún acto institucional. Sin embargo, la elección del Marruecos como destino vacacional probablemente provocará una polémica en España, teniendo en cuenta que la relación de Sánchez con este país ha sido una de las cuestiones más controvertidas de su legislatura.
Inicialmente, se creía que Sánchez pasaría las vacaciones en Lanzarote, pero según han informado fuentes del ejecutivo a EFE, el presidente socialista en funciones ha estado en Madrid en los últimos días. De hecho, grabó un vídeo desde la sede del PSOE en Ferraz en el que invitaba a "transformar en una mayoría parlamentaria" la mayoría social obtenida en las urnas el pasado 23-J para "poder seguir avanzando". La prensa de Marruecos ha explicado que Sánchez se alojará en un hotel de lujo y que tiene previsto visitar la región de Marrakech y de Haouz y concluir el viaje en Tetuán.
Marruecos como destino vacacional, ¿una decisión casual?
Sánchez no es el primer presidente español que escoge Marruecos para un periodo de vacaciones, ya que los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González lo habían hecho anteriormente. Sin embargo, en el caso del actual presidente, la decisión parece poco casual. Marruecos ha sido un quebradero de cabeza constante para Sánchez después de que en abril del 2022 decidiera abandonar la histórica posición de neutralidad del estado español y otorgar al rey Mohamed VI la autonomía del Sáhara Occidental. El acuerdo firmado con el país vecino garantizaba el restablecimiento de "la plena normalización de la circulación de personas y mercancías" y de los "dispositivos apropiados de control aduanero y personas en el ámbito terrestre y marítimo".
La firma de este acuerdo, lejos de comportar beneficios para España, ha traído problemas. Por una parte, la anunciada "normalización" en las relaciones con Marruecos no se ha producido, y las aduanas continúan cerradas más de un año después. Por otra parte, el hecho de alinearse con los intereses de Marruecos comportó al estado español la enemistad con Argelia, que suspendió del trato de amistad y cooperación entre los dos países e impuso un bloqueo comercial en junio del 2022 que todavía se mantiene y que ha supuesto pérdidas de miles de millones de euros a empresarios españoles. Además, en el último año representantes del gobierno marroquí han hecho declaraciones incendiarias en las cuales afirmaban que "Melilla es un presidio ocupado por España" o reclamaban recuperar Ceuta y Melilla.
Si eso no fuera suficiente, hay que recordar que el 24 de junio del 2022, 23 personas —según datos del gobierno marroquí— murieron cuando intentaban cruzar la valla de Melilla. Sin embargo, las ONG calculan que se produjeron hasta unas setenta de muertes, y que alguna se produjo en territorio español, en medio de una actuación muy violenta por parte de las fuerzas de seguridad. La ONU instó a España a investigar la masacre, pero la Fiscalía acabó archivando la investigación porque no apreció "indicios de delito". El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, tampoco asumió responsabilidades, aunque el Congreso lo reprobó.
Por todo lo sucedido, sorprende el hecho de que Pedro Sánchez haya escogido Marruecos como destino vacacional, un movimiento que se puede leer como una estrategia para demostrar que todo va viento en popa en la relación con el país vecino, e intentar mostrarse seguro de sus políticas antes del inicio de un nuevo ciclo institucional en las Cortes españolas.