El presidente español, Pedro Sánchez, ha decidido tomar al pulso al independentismo. La Moncloa ha considerado que la tensión que se disparó en Catalunya después del referéndum del 2017 ha bajado lo suficiente como para convocar en Barcelona el 19 de enero la cumbre hispanofrancesa, con el presidente Emmanuel Macron. La noticia ha sido interpretada como una provocación por parte de dirigentes independentistas, entre los cuales el president en el exilio, Carles Puigdemont, que reclaman una respuesta en la calle. Otra de las incógnitas es el papel de la Generalitat y su president, Pere Aragonès. De momento, el Ejecutivo afirma que no ha sido informado de los detalles de la cita, aunque desde el departament de Exteriors se asegura que sí se está trabajando la reunión. La cumbre, que debe servir para firmar un tratado de amistad entre los dos países, se produce justo después de que el Govern haya admitido que ya no espera que se celebre en las próximas semanas el encuentro de la mesa de diálogo que se tenía que haber convocado a finales del año pasado.
Desde el 1-O Catalunya se había convertido en un territorio muy complicado para las máximas autoridades del Estado. Esta situación ha afectado de manera muy especial a Felipe VI, a quien el independentismo no perdonó el discurso que pronunció dos días después del referéndum, por el cual se vio literalmente desterrado de las comarcas de Girona, mientras que para el resto del territorio catalán se tenía que mover encapsulado en herméticos dispositivos de seguridad. También el gobierno de Pedro Sánchez se vio obligado a experimentar este malestar, cuando en diciembre del 2018 tuvo que blindar el barrio de la Ribera de Barcelona para poder celebrar un Consejo de Ministros, lo cual no evitó que se registraran incidentes. La cita se convocó en el edificio de la Llotja de Mar, un punto de fácil entrada y salida con el cual los miembros del gobierno se ahorraron tener que atravesar la capital catalana.
Cambio en Catalunya
La situación del independentismo, sin embargo, ha cambiado. En junio del 2021 los presos políticos recibieron un indulto parcial que les ha permitido salir de la prisión, aunque mantienen la inhabilitación. Además, el Gobierno y ERC han pactado la derogación del delito de sedición y la reforma de la malversación. A cambio, Esquerra se ha convertido en la muleta casi imprescindible en el Congreso del gobierno de PSOE y Podemos.
Todo ello en uno de los momentos de mayor división del independentismo, como se hizo evidente con la Diada y el 1 de octubre.
La intención del presidente español, Pedro Sánchez, convocando la cumbre en Barcelona es exhibir la normalización de la situación política en Catalunya, una vez, según él mismo ha asegurado, da por terminado el procés independentista. Por si no había quedado lo suficiente claro, este lunes La Vanguardia explicaba, citando fuentes de la Moncloa, que con la visita Sánchez pretende enviar un mensaje al mundo en el sentido de que la situación está más tranquila en Catalunya.
La tensión se relaja
De hecho, hace muchos meses que la respuesta a los viajes de los máximos responsables del Estado, empezando por el mismo Felipe VI, han evolucionado del contundente rechazo a una soporífera indiferencia. Lo que antes parecían incursiones en territorio hostil blindadas por dispositivos policiales descomunales, se han convertido en plácidas y discretas idas y venidas en que las protestas se han reducido a la mínima expresión hasta prácticamente desaparecer.
Y no obstante, la noticia que la Moncloa ha escogido Barcelona como escenario de la cumbre, ha agitado al independentismo. Algunos sectores y dirigentes reclaman una respuesta en la calle. El último llamamiento lo ha protagonizado Carles Puigdemont, que ha pedido una movilización el día 19 ante los que describe como "ilusos enterradores" del procés. No ha habido, sin embargo, de momento, ningún pronunciamiento por parte de las entidades.
Pasqual Maragall
Aparte de la respuesta del independentismo en la calle, se mantiene también la incógnita sobre el papel que asumirá el Govern, qué rol le otorgará la Moncloa y qué perfil piensa adoptar Pere Aragonès. Eso teniendo en cuenta que habitualmente en este tipo de citas los responsables territoriales tienen un papel protocolario, de acompañamiento y silente saludo.
No fue así, en cambio, en el 2006, cuando José Luís Rodríguez Zapatero se citó con Jacques Chirac en Girona. En aquella ocasión, los dos presidentes participaron en un foro de Diálogo España-Francia, paralelo a la cumbre, organizado por la fundación CIDOB, en que también tomó parte el entonces presidente, Pasqual Maragall, que se convirtió en uno de los protagonistas con una intervención en catalán en la que presentó Catalunya como un "cojín" entre España y Francia. Los dos presidentes, además, fueron recibidos por la entonces alcaldesa, Anna Pagans, en el Ajuntament. Maragall no participó en el recibimiento.
Hasta ahora, sin embargo, el Govern asegura que no ha sido informado de los detalles de la cumbre. El martes, la portavoz del Ejecutivo, Patrícia Plaja, aseguraba que la Generalitat desconoce los detalles del encuentro del cual la Moncloa ya ha informado públicamente. Desde presidencia se insistía este jueves en que no había habido ninguna novedad, mientras que desde la conselleria de Exteriors se apuntaba que sí había conversaciones, aunque no tenían información. El caso es que a estas alturas todavía no se ha comunicado oficialmente ni la agenda, ni siquiera el lugar donde se tiene que celebrar el encuentro, ni si se hará la habitual visita al Ayuntamiento, lo cual obligaría a ambas delegaciones a penetrar hasta el centro de la ciudad.
El precedente de Málaga
La última vez que se celebró en España una cumbre de este tipo fue en 2017 y se hizo en Málaga. En aquella ocasión, el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, y la entonces presidenta andaluza, la socialista Susana Díaz, dieron la bienvenida a las dos delegaciones, que encabezaban Mariano Rajoy y François Hollande.
El encuentro entre los dos presidentes se hizo en el Ayuntamiento de Málaga. Hasta allí fue la presidenta andaluza, que posó para la fotografía oficial. Aunque Rajoy sugirió que se pusiera a su izquierda, Díaz quedó al lado de Hollande, también socialista, con el cual mantuvo una "charla animada", según recogen las crónicas de la jornada.
Los presidentes habían sido recibidos con honores militares por la Legión, con una compañía y una escuadra de zapadores del Cuarto Tercio Alejandro Farnesio de Ronda, mientras la banda de música de la Brigada Alfonso XIII de este cuerpo interpretó la Marsellesa y el himno español. Según el teletipo de Europa Press, "al avanzar por el paseo del Parque, los dos presidentes han sido recibidos con aplausos por decenas de transeúntes que se han congregado en las inmediaciones, a los cuales han saludado desde la distancia". Los dos presidentes visitaron el Museo de Málaga, donde fueron acompañados por la consejera de Cultura andaluza, y participaron en una rueda de prensa conjunta en la sede malagueña del Centro Pompidou. Rajoy y Chirac fueron interrogados, entre otras cuestiones, por el referéndum que se estaba preparando a Catalunya.
La última cumbre: Montauban
La última cumbre hispanofrancesa se celebró en Montauban en marzo de 2021. Fue una cumbre con un fuerte contenido simbólico, dado que en aquella ciudad de Occitania se encuentra la tumba del último presidente de la República española, Manuel Azaña, y por primera vez los presidentes francés y español participaron en un homenaje al político muerto en 1940 en el exilio.
También esta vez, Sánchez quiere dar un significado simbólico a la cumbre entre España y Francia.