Pasadas las once y media del mediodía del día seis de julio de 2020, un mensaje en el buzón de correo del gabinete de presidencia del Parlament encendía las alarmas en el ala oeste de la cámara catalana. El remitente, un periodista, alertaba de que a Roger Torrent le habían pinchado el teléfono meses atrás para espiarle. Aquel correo, que acabó destapando una conspiración transfronteriza de escala internacional, con conexiones entre Sarrià de Ter, Ciudad de México, el desierto de Israel y Toronto, es el punto de partida de Pegasus. El Estado que nos espía (Ara Llibres), que ha publicado Roger Torrent.
La novela tiene todos los elementos propios de un thriller político y está escrita en forma de dietario. Desde el día que Torrent fue informado del inquietante e-mail hasta que acabó presentando una querella contra el exdirector del CNI, junto con su compañero de filas, Ernest Maragall, otra de las víctimas de una trama con 1.400 perjudicados, entre los cuales, por ejemplo, el amo de Amazon.
"Espiado. Me vienen en la cabeza todas las veces que he apartado el móvil de una conversación presente, todas las veces que he llamado por WhatsApp o Signal para evitar una línea convencional. Recuerdo los mensajes encriptados y las palabras en clave, los sobrenombres y los nombres implícitos. He sido lo bastante prudente"?. Es un pasaje del libro, en el cual el expresidente del Parlament confiesa cómo transitó de la incredulidad inicial a la indignación, pasando por la desazón de pensar a cuánta gente próxima podría haber afectado la intervención de su teléfono.
La sombra del CNI
Los hechos descubiertos en verano de 2020 se remontan a la primavera de 2019, cuando un agujero en la seguridad de Whatsapp sirvió para hackear miles de terminales a través del programa Pegasus, creado por NSO Group, una empresa israelí fundada por militares expertos en ciberseguridad y que sólo se vende a los servicios secretos oficiales de los estados. Una vez advertido de la posible intrusión, Torrent contacta con una organización de la Universidad de Toronto, que él mismo bautiza como "una especie de CSI de internet", que le confirma que le han espiado. Todos los dedos señalan a los servicios secretos españoles.
En el libro, el dirigente de ERC comparte la conversación que tuvo con la ministra de Defensa Margarita Robles. Saltan chispas. "Hasta donde yo sé, no ha sido el CNI", concluye ella. Torrent define la violación de la intimidad vivida en términos orwellianos y lamenta que "aplastar la oposición interna" es la línea que separa la democracia de la dictadura. Él tiene claro que si le han espiado es por la obsesión de determinados estamentos españoles de perseguir la disidencia, concretamente la que representa el independentismo catalán.
Una de las reflexiones que incorpora la novela es que cualquiera, cuando habla por teléfono, tiene conversaciones que sacadas de contexto pueden ser comprometidas. Más todavía en el caso de un político, para quien según qué afirmaciones pueden ser devastadoras.
En uno de los capítulos, se describe la reunión de la Mesa del Parlament en que expone el caso al resto de diputados presentes. En aquel momento, Santi Rodríguez, del PP, le insinúa que el enemigo podría estar en casa, y que detrás de todo podría estar el gobierno catalán, concretamente el departamento de Interior, en manos de JxCat. "No fastidies, Santi, que eso es muy bestia", respondió Torrent.
To be continued
El thriller de Torrent deja el final abierto. La querella por intrusión no autorizada, interceptación ilegal de comunicaciones y espionaje presentada contra el exdirector del CNI, Sanz Roldán, fue admitida a trámite en octubre. Por el camino, el Congreso rechazó crear una comisión de investigación específica sobre los hechos.
"Es posible que no lo lleguemos a saber nunca del todo. Que tengamos que resignarnos a convivir con la sombra de la posibilidad de que este caso cubierto de telarañas haya sido así siempre. Que las raíces sean tan intrincadas que sea demasiado difícil identificar el principio, y las ramas tan extendidas que sea imposible calibrar las consecuencias definitivas. Como si se tratara de una hiedra que ha invadido, poco a poco y sin avisar, toda la fachada," apunta al expresidente.
To be continued, que dirían en Netflix.