Juan Carlos I pasó, la víspera de Reyes, su peor cumpleaños. El rey emérito celebró los 83 años lejos de la Casa Real, solo, únicamenta acompañado de escoltas que le ayudan a transitar sus últimos pasos en un estado de salud deplorable. No ha pasado la Navidad en España, a pesar de los globos sonda, sino en los Emiratos Árabes Unidos, donde sigue fugado de la justicia de varios países, desde España hasta Suiza, que le tienen abiertas investigaciones. La regularización de 678.000 euros previamente defraudados a la Hacienda española es sólo un parche. Quien fue Rey sólo trae hoy más carbón a la Zarzuela, con la institución en sus horas más bajas. El juguete roto del régimen del 78.
En este contexto Felipe VI, como cada día de Reyes, afronta la pascua militar, la peor desde que tomó las riendas del reino en el 2015. Será la más amarga. No se espera nada de su discurso en la sala del trono del Palacio Real de Madrid. Desde La Moncloa se limitan a señalar que "él sabrá qué decir". Por si quedaban dudas, ya demostró en el discurso televisado de Navidad que piensa pasar de puntillas por todos los escándalos que salpican a la monarquía, a pesar de los muchos frentes abiertos. No sólo son los tejemanejes y la corrupción del padre, que también, sino también el ruido de sables proveniente de militares retirados y activos del Ejército español que le envían cartas en términos golpistas. Las mismas Fuerzas Armadas ante las que hablará hoy. Tampoco se espera mucho de la ministra Margarita Robles.
El 2020 ha sido el año del coronavirus, pero también el año del descrédito de la monarquía española. A medida que avanzaba la pandemia, también se iban destapando los escándalos del reinado de Juan Carlos I. Ni el virus sirvió como alfombra donde esconder los tejemanejes. Tanto es así que, finalmente, la justicia española también tuvo que abrir investigaciones preliminares. Felipe VI también se vio obligado a romper la relación con el padre, expulsándole de la Casa Real y retirándole la paga, pero controlando los daños. El Congreso de los Diputados también ha intentado investigar a la Casa Real, un intento que se ha visto bloqueado reiteradamente por la pinza monárquica de PSOE, PP y Vox en la Mesa del parlamento español.
Unidas Podemos se ha quedado una y otra vez solo en la Mesa del Congreso, pero ha abierto un foco de división dentro del Gobierno de coalición, una experiencia turbulenta. Pedro Sánchez se ha apresurado en todo momento a convertirse en el escolta de Felipe VI, que ayuda la monarquía a seguir caminando. El PSOE se ha convertido en la muleta del hijo del emérito. Mientras, Pablo Iglesias intenta hacer la zancadilla avistando un "horizonte republicano". Unas discrepancias que seguirán e incluso se intensificarán este año. Los morados presionan para aprobar, al menos, una Ley de la Corona, que registrarán pronto en el Congreso de los Diputados. Quieren regular "qué puede hacer el Rey y qué no" además de profundizar en la escasa transparencia de la Casa Real. Los socialistas esquivan esta norma como pueden. Son conscientes de que la de la monarquía es una pieza muy sensible del régimen del 78. Si se toca, admitió al ministro Juan Carlos Campo hace unas pocas semanas, "puede derrumbarse todo".
Ruido de sables
Por si todo esto fuera poco, Felipe VI ha acabado de labrar la imagen de rey de parte, un camino iniciado el 3-O de 2017 y continuado ahora por las cartas de unos militares que le han conocido en las tres academias. No sólo son los militares retirados que le enviaban cartas pidiéndole un golpe de Estado y que en chats privados de WhatsApp hablaban de fusilar a 26 millones de españoles que no piensan como ellos. Durante las últimas semanas también se han conocido chats de oficiales y suboficiales que están en activo justificando aquellas proclamas golpistas, así como vídeos recientes en instalaciones militares con exhibiciones nazis y fascistas. El rey Felipe VI es el principal interpelado de estos mensajes, no sólo como mando supremo de las Fuerzas Armadas, sino porque estas misivas van directas al buzón de La Zarzuela. Pero el monarca, que pasó por las tres academias del Ejército, ha optado por el silencio ante el ruido de sables.
Institución tocada
El CIS ya hace años que ha dejado de preguntar por la monarquía, también como cortafuegos a la institución, pero el descrédito y la contestación social parece ir en aumento a pesar de la fuga del emérito. No hay que olvidar que, por acción u omisión, Felipe VI tampoco está libre de pecado, siendo el segundo beneficiario de una de las sociedades offshore del padre investigadas por la justicia. Desde dentro de La Zarzuela tampoco parece que lo vean muy claro. Después de siete años, el jefe de Protocolo de la Casa Real, Alfredo Martínez Serrano, ha pedido su salida para reincorporarse a la carrera diplomática. Hace un mes se supo de otra salida: la del almirante Juan Ruiz Casas, jefe militar de la Casa Real. El barco ha chocado contra un iceberg y algunos prefieren lanzarse con salvavidas antes que no sea demasiado tarde. Nada de todo esto estaba previsto el 6 de enero del 2020.