La CUP no quiere investir ni investirá a Mas presidente. Esta es la premisa de salida de la izquierda independentista que, con diez diputados en el zurrón tiene la llave de la gobernabilidad y, de rebote, del proceso.
Una llave que quieren usar poniendo unas condiciones que rompen, si se quiere, los esquemas básicos de las negociaciones tradicionales de la política catalana.
Antonio Baños y Anna Gabriel, uno y dos de la CUP en el futuro Parlament, lo dejaron claro la noche electoral y lo repiten todavía: un Gobierno sin Mas al frente, un plan de choque de emergencia social, organizar la desobediencia y recordar que el plebiscito se ha perdido.
La izquierda independentista y anticapitalista tiene ganas de hacer valer a sus diputados, indispensables para que Mas sea investido. Nadie lo pone en duda: C's, PSC, Catalunya Sí que es Pot y PP suman 63, es decir, un escaño más que Junts pel Sí. Por lo tanto, Mas no tendría la mayoría simple que requeriría investirlo en segunda vuelta.
La etapa que se abre también servirá para poner en funcionamiento el sistema cupero de hacer política en una biosfera que no acaba de entender las formas contundentes ni los equilibrios de una formación asamblearia.
De Mas, ni hablar
"Si es por la CUP, Mas no será presidente, creo que lo hemos dicho suficientemente claro, ¿no?", aseguran tanto Baños como Gabriel ante la presión mediática que les pide concreción en esta decisión."El presidente tiene que ser una persona que no se identifique con los recortes, la corrupción y las privatizaciones", exponen como condición primordial con el fin de pactar un Gobierno. Un punto de partida que la formación siempre pone en escena. Cinco diputados electos más Baños y Gabriel han comparecido este 28 de septiembre, después de la reunión del secretariado de la formación, para explicar colegiadamente que no piensan dar la presidencia a Mas y que, en cualquier caso, debe negociarse un nombre de consenso.
Tampoco han querido ir más allá y han evitado responder sobre si se encontrarían más cómodos negociando un gobierno presidido por Raül Romeva. Además, la CUP evita hoy por hoy especular sobre fórmulas alternativas de investidura como permitir que dos de sus diputados voten un "sí crítico", como hizo un concejal cupero con la investidura de Ada Colau como alcaldesa. "El acuerdo de CDC y ERC en Junts pel Sí no afecta a la CUP", remachan. "El proceso no es Mas", insisten.
Las condiciones
Para empezar a trabajar, la CUP ha instado a los partidos –Junts pel Sí y Catalunya Sí que es Pot– y "diferentes actores políticos y sociales" a empezar una "ronda de conversaciones". "No queremos que estas conversaciones se conviertan en un show mediático", avisan para defender unas negociaciones que prevén "tensas y difíciles"."Haremos valer todos nuestros votos", avisan para justificar sus posiciones negociadoras.
De todos modos, insistes en que "no detendrá el proceso" y, que el Parlament, si de ellos depende, empezará a tomar "decisiones soberanas".
La CUP establece como líneas rojas de una negociación, además de que Mas no sea presidente, un "plan de choque de lucha contra la emergencia social" y poner en marcha un proceso de desobediencia. Este proceso de desobediencia implicaría no cumplir la "legalidad española injusta como los desahucios o la Ley Wert". En medio "de estas desobediencias", Baños incorpora la ley de Consultas, un instrumento que puede ser una herramienta crucial para un Gobierno con el apoyo de la CUP.
No hay DUI
El secretariado de la CUP considera que con los resultados electorales en la mano, "se ha perdido el plebiscito" al no superarse el 50% más uno de los votos y, en cambio, se han ganado las "elecciones constituyentes". Esta premisa les imposibilita sacar adelante la DUI que incorporaban en su programa electoral si las fuerzas independentistas obtenían la mayoría de escaños y de votos.Ahora el grupo parlamentario cupero apuesta por abrir el "proceso constituyente", que les ayudaría a buscar apoyos y aclarar la posición nacional de Catalunya Sí que es Pot.
Gabriela Serra, una de las diputadas procedentes de los movimientos sociales, es una de las más firmes defensoras de abrir conversaciones con CSQP y con los diputados de ERC para buscar complicidades y articular leyes y acciones parlamentarias de contenido social.
"No estamos aquí para negociar cargos ni conselleries". Este es lema de negociación de la CUP para el proceso que se ha abierto después de las plebiscitarias. Una declaración de principios con que quiere reivindicar "su manera de hacer política" –asamblearia y territorial– que choca con los hábitos habituales de negociación de los partidos catalanes.
Además, hay que tener presente la compleja estructura orgánica de la CUP y el juego de equilibrios de los sectores que se integran, y ahora están representados en el grupo parlamentario. "Se tendrán que acostumbrar a nuestra manera de entender la política", avisan.