Esta mañana de lunes se han escuchado en el palacio de la Moncloa gritos similares a los de unos aficionados celebrando un gol de victoria en una eliminatoria de la Champions. Pero no será hasta este martes por la noche que el Real Madrid visitará el campo del Bayern de Múnich para disputar la ida de las semifinales de la competición europea. Pedro Sánchez ha cumplido el objetivo de mantener en vilo a la ciudadanía española, y su hermetismo ha provocado que incluso algunos de los trabajadores de la residencia presidencial no hayan podido evitar gritar de alegría cuando han escuchado la decisión de Sánchez de "continuar". Los gritos se han colado en la comparecencia institucional del jefe del ejecutivo. Ha sido la euforia de la Moncloa, después de cinco días de silencio que han hecho mantener al PSOE en el pesimismo total.

 

La última imagen que se tenía de Pedro Sánchez era la del presidente del Gobierno, con gesticulación de un hombre abatido, abandonando el Congreso de los Diputados con el coche oficial. Aquel miércoles, unas horas más tarde, publicaba una carta dirigida a toda la ciudadanía española anunciando que necesitaba cancelar toda su agenda durante cinco días para poder "reflexionar" si continuaba al frente del Gobierno. Hubo quien entendió la misiva como una nueva 'jugada maestra' del superviviente nato de la política. Hubo, en cambio, quien se lo creyó y sufrió por si el líder del PSOE acababa realmente abandonando la primera línea política. Con el tiempo, cuando el silencio de Sánchez ha empezado a calar, estos segundos han acabado siendo mayoría.

El entorno de Pedro Sánchez manifestaba el miércoles a los periodistas que el líder del PSOE estaba realmente tocado. El presidente del Gobierno y sus ministros acostumbran a reunirse los miércoles en una sala del Congreso de los Diputados reservada exclusivamente al ejecutivo, para acabar de pincelar los preparativos de la sesión de control que arranca a las nueve de la mañana. Miembros de su extrema confianza declaraban que le habían visto realmente hundido. Aquella noche la noticia traspasaba fronteras, y los periódicos, radios y televisiones más importantes del mundo recogían en lugares destacados de sus ediciones digitales la amenaza de Sánchez de dar un paso al lado.

El día siguiente, jueves, María Jesús Montero y Félix Bolaños, los dos ministros más próximos a Pedro Sánchez, lo animaban en entrevistas radiofónicas matinales a continuar en el cargo. Aseguraban que no tenían ningún contacto con el presidente. Le trasladaban, incluso, "energías positivas". Un miembro destacado de Sumar respondía a ElNacional.cat que Sánchez tenía que impulsar una cuestión de confianza acompañada de un proyecto de ley para modificar el sistema de acceso a una carrera en la judicatura, y daba por hecho que el líder socialista no podía abandonar el cargo porque, en política, "no se dimite en dos tiempos".

"Llorados de casa"

Aquella noche, Carles Puigdemont le recordaba a Pedro Sánchez que los motivos que él denunciaba que lo habrían llevado a un hundimiento psicológico no llegan ni a la suela del zapato de la persecución que han tenido que sufrir tantos independentistas catalanes. "Nosotros salimos llorados de casa", manifestó el líder de Junts per Catalunya y candidato a las elecciones del 12-M. Emiliano García-Page respondió al ataque del president de la Generalitat en el exilio: "Lo dice quien salió de su casa en un maletero".

El viernes, la extrema derecha no daba su brazo a torcer. Hazte Oír desafiaba a Pedro Sánchez presentando una nueva querella contra su mujer, Begoña Gómez. El PSOE decidía reconvertir el Comité Federal del día siguiente (sábado) en un pseudomitin de apoyo a Pedro Sánchez y aplazaba para otro día la confección definitiva de la lista socialista para las elecciones europeas. Y José Luis Rodríguez Zapatero participaba en la campaña electoral catalana suplicando a Sánchez que no abandonara la Moncloa. También aquel día, el presidente del CIS, el socialista José Félix Tezanos, decidió poner en marcha la maquinaria del organismo público y elaborar una encuesta relámpago. El resultado se ha conocido este lunes: la ciudadanía española avala la continuidad de Sánchez y el PSOE supera por 9 puntos al PP en el barómetro.

María Jesús Montero en la calle de Ferraz el pasado sábado / Foto: EFE

La movilización del PSOE

El sábado ya se confirmó que el hermetismo de Pedro Sánchez no era extremo: Salvador Illa admitía haber intercambiado algún mensaje con el presidente del Gobierno, pero mantenía en la confidencialidad qué se habían dicho el uno al otro. Así lo decía en su llegada a la reunión del máximo órgano de dirección del PSOE. Dentro la sede de Ferraz, algunos socialistas como Óscar Puente o Eneko Andueza no se diferenciaban mucho del discurso de Puigdemont y apelaban a la Guerra Civil y a ETA para reclamar al presidente español que no se doblara por los motivos que exponía en su carta. Pero aquel sábado, en aquel Comité Federal, pasó una cosa que sí que hacía pensar que no hacían teatro todos aquellos ministros que aseguraban no saber en qué punto de la reflexión se encontraba Sánchez: lloraban a lágrima viva en la calle de Ferraz, en un baño de masas con 12.000 personas.

Fuera de cámara, algunos admitían que empezaban a tener cuello abajo que su líder les dejaba plantados, y que era cuestión de horas que el PSOE tendría que empezar a plantear el proceso de sucesión (exprés) de Pedro Sánchez. Se les veía realmente abatidos. El domingo, el ministro Óscar Puente hacía unas declaraciones que alimentaban la teoría de la dimisión. Por la noche, la incertidumbre era máxima: la Moncloa no informaba en sus previsiones a qué hora comparecería el presidente del Gobierno para informar sobre el veredicto.

Concentración en las puertas del Congreso en apoyo a Sánchez / Foto: EFE

El lunes también se alarga la 'performance'

Arranca el lunes y la incertidumbre es máxima. El presidente español, que en su carta prometía "comparecer ante los medios", confirma que declarará, pero sin que la prensa pueda ir a cubrirlo. Pedro Sánchez abandona la Moncloa y se dirige al palacio de la Zarzuela para hablar con el rey. Todas las quinielas ya daban por hecho en este momento que la carrera política de Pedro Sánchez había llegado a su fin. El presidente del Gobierno ha llegado a teatralizar su comparecencia hasta el punto de dejar algunos segundos de suspense para pronunciar la frase clave: "He decidido continuar". Ahora hacen falta respuestas por parte del presidente español. Porque se daba por hecho que no anunciaría una continuidad y ya. Ha prometido una "regeneración" democrática de España. Habrá que ver en qué se concreta.