César Molinas, miembro de la Fundación Princesa de Girona, ha cometido una pifia monumental en un tuit que ha publicado hoy contra la celebración de la Diada. Molinas, que es matemático y economista así como articulista de varios diarios, ha asegurado que con la guerra de Sucesión de 1714, Catalunya perdió las comarcas del Norte, que pasaron a soberanía francesa.

Y no fue así. En realidad, el pacto entre España y Francia para ceder a los franceses la Catalunya Nord no fue en 1714, sino en 1659, con el tratado de los Pirineos, después de la guerra de los Segadores. Medio siglo antes del asedio de Barcelona en 1714.

"Mañana, 11 de septiembre, Catalunya celebra su fiesta nacional. No conozco ningún otro pueblo en el que esta fiesta sea la conmemoración de una derrota fatal. En ella, los catalanes perdimos nuestras libertades y parte de su territorio, que pasó en Francia. No entiendo qué se celebra", ha indicado.

César Molinas

La conmemoración de la Diada empezó el siglo XIX, durante el Renaixença, como una acción reivindicativa. Y el año 1901 se produjo un salto importante en la historia de la celebración de la Diada. El 11 de septiembre, mientras un grupo jóvenes de la Unió Catalanista depositaba una ofrenda floral a la estatua de Rafael Casanova, la policía española contestó con porrazos y detenciones indiscriminadas. En el imaginario nacionalista español, el resultado de las guerras de Cuba, Puerto Rico y Filipinas (1898) estaba muy fresco. Y la gran movilización reivindicativa del Tancament de Caixes (1899), todavía más. Estos detalles son muy importantes porque explican que, en el imaginario nacionalista español, el catalanismo era una réplica de las crisis que habían precedido la pérdida de las colonias.

Pocos días después, se convocaba una concentración de 15.000 personas ―de todo el espectro social y político del catalanismo― en el Saló de Sant Joan. Aquellos manifestantes no se concentraron delante de la estatua de Guifré el Pilós, ni delante de la de Roger de Llúria. Lo hicieron en torno a la de Rafael Casanova, la máxima figura política durante el asedio y asalto borbónico franco-castellano de 1713-1714. El simbolismo era clarísimo: no tan sólo se protestaba por las agresiones y las detenciones perpetradas por el aparato policial español, sino que se reivindicaba un modelo político de libertades, que reconociera a Catalunya su naturaleza nacional.

Según consta en la web de la Fundación Princesa de Girona, César Molinas forma parte de su estructura, en el grupo de trabajo de desarrollo profesional.

 

Otro pueblo que conmemora derrotas

 

El pueblo catalán no es el único que conmemora derrotas como una fecha señalada. Si bien no es la fiesta nacional, que se centra en el día de la independencia de Israel, el pueblo judío conmemora desde hace siglos al máximo nivel el denominado Tisha b-Av, que hace referencia a la destrucción del primer y segundo templo de Jerusalén el día 9 del mes Av, en el primer caso por los babilonios y en el segundo por los romanos. En este día se lee el libro de Lamentaciones.

Este libro es uno de los más crípticos del Antiguo Testamento o Torá, porque tiene una estructura matemática basada en las 22 letras del hebreo. Y empieza cada versículo con una letra siguiendo el abecedario hebreo, con la estructura simétrica de 22 versículos (capítulo 1), 22 versículos (capítulo 2), 66 versículos (capítulo 3, donde repite 3 veces cada letra), 22 versículos (capítulo 4) y 22 versículos más (capítulo 5).

Es muy conocida la anécdota que protagonizó Napoleón cuando vio en Francia la celebración del Tsha b-Av. Primero preguntó qué sucedía y cuando se lo explicaron exclamó: "Una nación que llora y ayuna durante más de 2.000 años por su tierra y su templo será recompensada con su templo".

La commemoración de derrotas no es ninguna anécdota.