La primera semana de la campaña electoral vasca se caracterizó por su falta de emoción. Lo admiten en conversaciones informales con este periódico fuentes de las distintas formaciones políticas que este domingo se presentan a las elecciones de Euskadi. El sábado 6 de abril, además, el Athletic de Bilbao ganaba la Copa del Rey y monopolizaba informativamente la primera semana de la carrera por la lehendakaritza. Hasta el día de las elecciones se han visto en el País Vasco más banderas y escudos de este club de fútbol que carteles electorales. Todo ha explotado esta última semana, a partir del martes; por la negativa del candidato de Bildu, Pello Otxandiano, de referirse a ETA como organización terrorista en una entrevista el lunes por la noche. Incluso el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, salió a llamar a las cosas por su nombre, y el PNV también ha acabado haciendo leña con la cuestión, recordando que ETA fue un "error, un horror y una organización terrorista". Otxandiano se ha visto obligado, al final, a pedir disculpas, aunque lo ha hecho a medias.

 

De las distintas conversaciones que ElNacional.cat ha tenido durante la última semana con multitud de ciudadanos vascos, se puede extraer una conclusión: hay unanimidad en la idea de que, en Euskadi, la sociedad ha pasado página del conflicto armado, pero que todavía se arrastra una mochila que tendrá que desaparecer con el tiempo; en tanto que solo los jóvenes tienen el imaginario prácticamente en blanco. Al final, la última palabra la tendrán las urnas; solo ellas podrán demostrar si ETA es todavía un elemento de desgaste en Euskadi o no, si las palabras de Otxandiano castigarán a Bildu después de haber estado liderando las últimas encuestas, y si su sociedad ha saltado de pantalla antes de que lo hayan hecho los medios y los partidos políticos de Madrid.

Sea como sea, el doctor en Ciencia Política y profesor de Sociología de la UPV Jonatan García asegura en declaraciones en ElNacional.cat que agitar el fantasma de ETA siempre altera más al electorado en Madrid que en Euskadi. "Aquí el debate ha desaparecido", sobre todo porque "una parte de la ciudadanía ya no tiene la violencia como referente", afirma.

"Está completamente superado", declara a este periódico Idoia, una vecina de Galdakao de 60 años, que toda la vida ha votado al PNV y reconoce haberlo pasado muy mal en los 80 y 90 porque "tenías que estar siempre callado". Aunque nunca le ha gustado la izquierda abertzale, celebra que saque buenos resultados, porque significa que los jóvenes votan esta formación y que el conflicto ya les queda muy atrás. Otro ejemplo es el de la alcaldesa de Durango del PNV, Mireia Elkoroiribe, que en una conversación con este medio en su despacho, afirma que años atrás, cuando cada mañana miraba bajo el coche por si había una bomba, se había convertido en tabú hablar de política con sus amigas, que eran simpatizantes de la izquierda abertzale. Hoy en día, afortunadamente, una conversación sobre política con ellas puede acabar siendo incómoda y basta.

ETA, un muro fantasma que aleja a Bildu de los grandes pactos

El caso es que ETA es el obstáculo que todavía cierra el paso a Bildu para llegar a grandes pactos con el PNV y el PSE. El politólogo Jonatan García insiste en que para los socialistas vascos no es nada fácil olvidar la cantidad de compañeros de militancia asesinados por ETA. Además, muchos de los actuales miembros de Bildu provienen de marcas políticas que, históricamente, habían justificado el uso de la violencia durante el proceso vasco de liberación nacional. El cabeza de lista del PSE en estas elecciones, Eneko Andueza, no tardó nada, una vez arrancada la campaña, en dejar bien claro que con Bildu no llegaría a ningún pacto después de las elecciones del 21-A.

El caso es que el PSE ya da por hecho que después de estas elecciones reeditará el pacto de gobierno con el PNV y hará lehendakari a Imanol Pradales. Sin embargo, ¿cómo es que el Partido Nacionalista Vasco no pacta con Bildu? Si bien en Catalunya ha sido posible el acuerdo entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya (o CDC) en los últimos años, ¿por qué no pueden hacer lo mismo estas dos formaciones soberanistas vascas? La respuesta la dio el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en una entrevista publicada en ElNacional.cat este miércoles: "Se puede pasar página, pero olvidar es más difícil; tendríamos que ver que los que están delante han cambiado, y tengo muchas dudas de que el cambio de estrategia política de Bildu sea de verdad".

El politólogo Jonatan García explica que parte de la ciudadanía vasca todavía exige a Bildu "una renuncia más clara de aquel pasado terrorista". Por eso son habituales en Euskadi los cordones sanitarios a esta formación política, y por eso el resto de partidos aprovecha resbalones como los de Otxandiano en beneficio propio. García asegura que Bildu ya ha hecho un recorrido ético muy importante, y son solo algunos pequeños sectores de esta coalición de partidos de la izquierda abertzale los que tendrían que dar algún paso más. Al mismo tiempo, sin embargo, asevera que en este espacio político "todavía les genera mucha tensión" toda la cuestión de la dispersión de presos. La huella de ETA se tendrá que desvanecer con el paso del tiempo.

Cartel de Bildu para las elecciones del 21-A, con el símbolo de ETA al lado

El cartel de Bildu también genera polémica

ETA ya se había introducido en la campaña vasca antes de que esta hubiera arrancado. El motivo se encontraba en el cartel de Bildu. Erabaki Aldaketa (decidir el cambio), dice el eslogan escogido por la izquierda abertzale en esta campaña. El caso es 'Aldaketa' no solo acaba con 'eta', sino que la letra 'E' de esta palabra tiene una forma extraña que recuerda a la serpiente que envuelve el hacha en el símbolo del grupo armado. Los medios de Madrid hicieron mucha leña con esta cuestión, e incluso Isabel Díaz Ayuso pidió llevar el cartel de la formación de Arnaldo Otegi ante el Tribunal Supremo. Vox lo ha acabado haciendo: en la Audiencia Nacional.