El Gobierno afronta esta semana sus primeras grandes votaciones de la legislatura sin garantías de que los tres reales decretos ley que se tienen que votar el miércoles en el Congreso de los Diputados reciban luz verde. Y es que después de las alianzas que el PSOE y Sumar han exhibido con los partidos independentistas catalanes y vascos desde agosto, el primer pleno del año en la Cámara Baja tensa las costuras de la mayoría de la investidura.
Se pone así de manifiesto la aritmética endemoniada que dejaron las elecciones del 23 de julio y se evidencia el enorme poder que tendrán ERC y Junts en cada y una de las votaciones en el Congreso durante esta legislatura. Llevar encima la calculadora (o tener las sumas perfectamente claras) parece que será imprescindible pleno tras pleno para anticiparse al desenlace de las votaciones.
Primer condicionante: la posición del PP y el requisito de las leyes orgánicas
De entrada, el cálculo más directo depende del posicionamiento del Partido Popular. El voto a favor de los de Alberto Núñez Feijóo a cualquier iniciativa del Gobierno permite automáticamente su aprobación. La suma de PP, PSOE y Sumar llega a los 284 escaños, una cifra que permite aprobar cualquier propuesta (también si se necesita una mayoría de 3/5 partes, equivalentes a 210 diputados, o una de 2/3 partes, que implica el apoyo de 234). Además, la abstención de los populares garantiza, por ella misma, el éxito de cualquier votación que no requiera la mayoría absoluta.
Apunte técnico: lo más habitual en el Congreso de los Diputados es que sea necesaria la mayoría simple (más votos a favor que en contra) para aprobar una iniciativa (por ejemplo, para convalidar un real decreto ley o para tomar en consideración una proposición de ley). La mayoría absoluta es necesaria, entre otros, para las leyes orgánicas o la reforma del Reglamento del Congreso, mientras que los tres quintos o los dos tercios tienen que ver con la reforma constitucional.
Para sacar adelante una votación que requiera mayoría absoluta y que cuente con la oposición de PP y Vox, el Gobierno necesita que los cuatro partidos independentistas catalanes y vascos voten a favor (solo se puede permitir que el BNG y CC se opongan). Ahora bien, todo se complica cuando hablamos de mayorías simples.
La abstención de ERC y Junts (al mismo tiempo) tumba cualquier votación
Dejando de lado las leyes orgánicas, si nos ponemos en el escenario más previsible (que el PP y Vox voten en contra de una propuesta que el Gobierno somete a votación en el Congreso), que es lo más previsible, constatamos el poder de veto que tienen ERC y Junts y la importancia que tendrá para Pedro Sánchez dialogar, negociar y acordar con el independentismo catalán.
Breve recordatorio: ERC y Junts tienen siete escaños cada uno, EH Bildu tiene seis y el PNV y Podemos (ahora en el Grupo Mixto), cinco por cabeza.
Primera situación: si cualquier socio de investidura vota en contra de un real decreto ley o de un proyecto de ley ordinaria (con la condición de que PP y Vox también se oponen), la iniciativa no sale adelante. Por lo tanto, el 'no' de ERC o de Junts, por sí mismo, impide cualquier aprobación.
Segunda situación: si dos de los cuatro partidos catalanes y vascos se abstienen, evitan que la votación reciba luz verde. Así pues, si ERC y Junts muestran sus reservas, por ejemplo, a un real decreto ley y las dos formaciones apuestan por una abstención, tumban la propuesta. Lo mismo pasaría si se abstienen ERC y Bildu a la vez o si son Junts y el PNV los que van de la mano.
Tercera situación: si ERC o Junts se abstienen (uno de los dos) y el otro partido vota a favor (siempre y cuando Bildu y el PNV también den su apoyo), el Gobierno necesita a toda costa que el BNG y CC voten a favor. Por lo tanto, en este contexto, la mera abstención del diputado gallego o de la diputada canaria haría descarrilar la votación. Esta puede estar llamada a ser uno de los elementos clave de la legislatura.
El margen de maniobra de Bildu y el PNV
Por su parte, Bildu y el PNV también tienen su poder de veto en la aritmética parlamentaria actual, aunque con leves matices con respecto a los independentistas catalanes. En estos escenarios, tenemos que suponer que ERC y Junts votan a favor (y PP y Vox continúan oponiéndose) y que el elemento que condiciona la aprobación o rechazo de una iniciativa es el sentido del voto de los partidos vascos.
Si los abertzales (que tienen 6 escaños) se abstienen, el Gobierno se puede permitir la abstención (y no el voto en contra) del BNG o de CC (uno de los dos). En este caso, si tanto el diputado gallego como la diputada canaria se abstienen o si uno de los dos vota en contra, Pedro Sánchez perdería la votación.
Si los jetzales (con 5 diputados) se abstienen, la Moncloa respiraría tranquila con la abstención del BNG y de CC. Ahora bien, si el diputado gallego o la diputada canaria votan en contra (uno de los dos), el otro tiene que votar a favor para evitar el rechazo de la iniciativa.
Recordamos que el simple 'no' de Bildu o del PNV, en concordancia con la negativa de PP y Vox, hace descarrilar cualquier votación.
¿En qué escenarios el Gobierno perdería una votación?
Por lo tanto, resumiendo, siempre y que PP y Vox voten en contra, el Gobierno perderá una votación que requiera mayoría simple si...
- ERC, Junts, Bildu o el PNV (uno de los cuatro) votan en contra
- ERC y Junts (los dos) se abstienen
- ERC y Bildu (los dos) se abstienen
- Junts y el PNV (los dos) se abstienen
- ERC o Junts (uno de los dos) se abstiene y el BNG o CC (uno de los dos) también se abstiene
- Bildu se abstiene y el BNG y CC (los dos) se abstienen
- Bildu se abstiene y el BNG o CC (uno de los dos) vota en contra
- El PNV se abstiene y entre el BNG y CC suman una abstención y un voto en contra
La nueva legislatura española, pues, ha abierto un nuevo escenario en el Congreso de los Diputados, ha conducido a una reconfiguración de las alianzas y obligará a hilar delgado en todas las votaciones. De rebote, ha hecho necesario sacar el polvo de los apuntes de gramática de Bachillerato para tener clara la diferencia entre una conjunción copulativa y una conjunción disyuntiva. Porque el futuro de cualquier ley puede depender de si estamos ante una y o una o.