“Renunciar a la participación del Estado español en la OTAN, abandonando esta alianza militar y exigiendo su disolución”. Es uno de los puntos que se ha votado esta mañana en el Congreso de los Diputados sobre políticas de defensa y gasto militar. Se sometían a votación dos iniciativas no legislativas (sin carácter vinculante ni efectos jurídicos) impulsadas por el PP y por el BNG. En el aire sobrevolaba la división en el seno de la Moncloa y entre los habituales socios parlamentarios. Y han cristalizado. Una de las votaciones más sustantivas era la relativa a la salida de la OTAN, propuesta por el BNG, en la que el Gobierno se ha agrietado: el PSOE se ha opuesto y Sumar ha votado a favor. Además, Bildu y Podemos lo han apoyado, ERC se ha abstenido y Junts y el PNV han votado en contra.
La división se ha hecho patente en otras dos votaciones de puntos del texto suscrito por los nacionalistas gallegos. En primer lugar, el PSOE y Junts han votado en contra, Sumar, Podemos y Bildu han votado a favor y ERC se ha abstenido sobre el rechazo a la propuesta de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen de constituir un fondo de 800.000 millones de euros que se destinarán a gastos de defensa y a la compra de armamento. Y Sumar, ERC, Bildu y Podemos han compartido la voluntad de “renunciar a cualquier aumento del gasto militar, que redundaría en una reducción de los recursos disponibles para destinarlos a políticas sociales o inversiones públicas necesarias”, mientras que el PSOE, Junts, el PNV y el PP han votado en contra.
Eso sí, ha habido otros temas en los que la mayoría que permitió la investidura de Pedro Sánchez se ha impuesto frente a la abstención del PP y el voto en contra de Vox. Así pues, el Congreso ha rechazado las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a terceros países, particularmente a Panamá y Groenlandia, ha condenado el anuncio de Trump de “tomar el control de la Franja de Gaza para convertirla en un resort, después de llevar a cabo una limpieza étnica con el desplazamiento de toda su población palestina a terceros países” y ha apostado por la “vía del diálogo y la negociación para la paz y para propiciar un nuevo contexto de estabilidad y relaciones de buena vecindad en Europa y el mundo”.
El pleno del Congreso rechaza por completo la iniciativa del PP
Por otra parte, el PP no ha conseguido que su texto saliera adelante. Se ha votado en conjunto y se ha rechazado con la abstención de Vox, Junts y el PNV y el voto en contra del PSOE, Sumar, ERC, Bildu y Podemos. Los populares querían “reafirmar el compromiso de España con la integridad territorial y soberanía plena de Ucrania” y “defender la implicación de la Unión Europea y de Ucrania en cualquier negociación relativa a acabar con la guerra de agresión rusa”. Además, apostaban por “respaldar la posición de la Unión Europea y defender el vínculo transatlántico dentro del respeto entre todos sus componentes, clave en las relaciones entre Estados Unidos, Canadá y Europa”. Finalmente, abogaba por “cumplir con los compromisos adquiridos por España con la Alianza Atlántica relativos a la inversión en Defensa a la mayor brevedad posible” y “garantizar que cualquier decisión que afecte a la posición de España en relación con la guerra en Ucrania, el vínculo transatlántico o los compromisos con la Alianza Atlántica sea debatida y aprobada por mayoría en el Congreso”.
Las posiciones de los partidos durante el debate
Para defender la iniciativa, Borja Sémper cargó contra la política exterior de la Moncloa y contra la división entre los socios. “Tenemos un Gobierno sin rumbo, sin criterio y sin palabra. Padecemos un ejecutivo que defiende en su seno intereses contradictorios […] y que no está en condiciones de comprometer absolutamente nada frente a nuestros socios europeos”, lamentó el portavoz del PP. Los populares desaprueban que los aliados parlamentarios del PSOE son partidos que “ni creen en España, ni creen en la Unión Europea, ni creen en la Alianza Atlántica” y disparan contra Pedro Sánchez por haber “convertido la política exterior en un sainete opaco” y provocar que la política exterior sea “rehén” de su “soberbia política”. “El Congreso no puede ser ignorado y despreciado mientras el Gobierno improvisa y devalúa nuestra credibilidad internacional. El Congreso tiene que conocer, debatir y votar sin que su voluntad y su voz sea secuestrada”, reivindicó.
Asimismo, el diputado popular cargó a izquierda y derecha contra el PSOE y Vox: “Mi grupo no insultará al gobierno de un país aliado ni practicaremos seguidismo ciego de intereses extranjeros en contra de los intereses europeos y nacionales. Ni enalteceremos figuras de tiranos extranjeros, ni contribuiremos a la nula fiabilidad de España ante nuestros socios por la incompetencia del Gobierno. […] Los intereses de España son demasiado serios como para jugar con ellos desde el tactismo, el electoralismo o el relato vacío para generar división, discordia o desunión”.
En nombre de Junts, Isidre Gavín denunció que Estados Unidos “ya no es un aliado fiable de Europa” y lamentó que Europa no haya “sabido ni podido hacerse grande y asegurar su defensa por ella misma ni constituir un ejército europeo”. “Europa tiene que reaccionar con urgencia”, subrayó el diputado juntaire, que reclamó “fortalecer” la defensa europeo y orientarla a la “negociación por la paz”. Además, Junts presentó una enmienda (que el PP rechazó) para pedir que la inversión en defensa se “focalice en el sector industrial” con criterios relativos al “impacto en el desarrollo tecnológico e investigación y en el sector de tecnología duales” y con una distribución “territorial equitativa y tanto en grandes como en medianas empresas”.
Por parte de ERC, Francesc Marc-Álvaro desacreditó el “atlantismo desatado” que comparó con lo que “llevó a España a participar en guerras contrarias a resoluciones de Naciones Unidas” y reprochó al PP que hiciera “preguntas antiguas”. “Hablan de la OTAN como si Trump no hubiera llegado a la administración americana”, señaló el diputado republicano, que pidió “hacer uso de todas las herramientas de diplomacia y presión económica que tienen al alcance cuando los gobiernos autoritarios atacan los derechos humanos”. “Europa está sola y el debate sobre el gasto militar no es nada más que un debate sobre si los europeos queremos coger el destino en nuestras manos o queremos acabar siendo juguetes de Washington o de Moscú”, concluyó.