Barcelona fue durante décadas un feudo inexpugnable del PSC. Fue el territorio que consolidó a primeras espadas del partido como Narcís Serra y, sobre todo, Pasqual Maragall, que gobernó con mayorías inapelables. Sin embargo, el partido no consiguió mantener la potencia en este feudo cuando Maragall, el carismático alcalde de los Juegos del 92, decidió dar el salto a la política nacional y abandonó el Ayuntamiento a media legislatura, después de quince años encadenando mandatos.

Dos años después de la marcha de Maragall, Joan Clos todavía consiguió aprovechar el empuje del PSC y mejorar en 1999 el último resultado de su predecesor, pero a partir de aquí los socialistas enfilaron una caída en picado que seguiría, en el 2007 con Jordi Hereu. En las elecciones del 2011, Xavier Trias, consiguió por primera vez arrebatarle Barcelona al PSC. CiU fue en aquellos comicios la fuerza más votada y con más concejales -15, CiU; y 11, el PSC-. Los diez distritos de Barcelona se repartieron a partes iguales entre los dos partidos.

Collboni toca fondo

La última estocada a la formación socialista llegó cuatro años más tarde, en el 2015, con Ada Colau. El surgimiento de la líder antidesahucios liderando la lista de Barcelona en Comú barrió al PSC de los distritos que todavía retenía. Aquel año, el primero en que Jaume Collboni encabezó la candidatura, el PSC se desplomó, registró el peor resultado de su historia en Barcelona. Solo consiguió cuatro concejales y no obtuvo la victoria en ninguno de los 74 barrios de la ciudad. Con todo, el acuerdo con los comuns para nombrar a Colau alcaldesa permitió a los socialistas volver al gobierno municipal, y les mantuvo a flote. Collboni asumió la segunda tenencia de alcaldía.

En las últimas elecciones, el 2019, el PSC consiguió frenar la caída e iniciar la remontada. Lejos todavía, sin embargo, de los resultados anteriores, recogió su segunda peor marca: tercera fuerza con 8 concejales. El PSC recuperó el distrito de Nou Barris y 15 barrios de otros distritos de la capital, entre los cuales, Sant Martí de Provençals, la Verneda, Vall d'Hebron, el Carmel y la Teixonera. Además, la victoria de ERC por delante de Colau encareció el apoyo de los socialistas, aunque no tuvieron ninguna duda, que su apuesta era que hubiera un gobierno no independentista en la capital catalana.

Divorcio con Colau

Collboni ha ocupado los últimos cuatro años la responsabilidad de primer teniente de alcalde en el gobierno de Ada Colau, a raíz del pacto con que desbancaron -con la ayuda de Manel Valls i Cs- a Ernest Maragall de la alcaldía. No obstante, después de ocho años sustentando el gobierno de Colau, el candidato ha querido marcar distancias con la gestión que los comuns en la ciudad y sorprendió a finales de enero anunciando que renunciaba a su cargo en el Ayuntamiento para preparar la campaña. Collboni abandonó los ocho años de matrimonio con Colau en un momento en que las encuestas dejaban claro no solo una opinión muy mayoritaria entre los barceloneses en contra que la alcaldesa repita un tercer mandato, sino también un rechazo muy extendida entre los votantes del PSC ante esta posibilidad.

En cambio, las encuestas demuestran también que la valoración negativa de la gestión de la alcaldesa se concentra mucho en su figura y no se ha hecho extensiva a sus socios de gobierno, por lo cual el PSC ha mantenido su presencia en el consistorio. Collboni se ha marchado de casa pero ha dejado el cepillo de dientes. El socialista cuenta con volver al gobierno de la ciudad, pero ha evitado en todo momento aclarar con qué socios.

Crida al votante de centro

Fuentes socialistas aseguran que el PSC ve a tocar la alcaldía, que el partido está movilizado y positivo, que "por primera vez en años ve que el PSC tiene opciones de ganar", ante unos comicios que ahora mismo plantean como un pulso con Junts, aunque las encuestas muestran repetidamente que los comuns consiguen mantenerse todavía entre las primeras posiciones de la carrera.

La campaña de Collboni se propone, según sus estrategas, recuperar al votante que dio las victorias históricas al PSC en Barcelona, en un momento en que los socialistas con Pedro Sánchez han recuperado el impulso en el conjunto del Estado. "Una campaña muy socialista", subrayan, donde no faltará ni Pedro Sánchez ni Salvador Illa. No obstante, el PSC también se propone ofrecer refugio a votantes desencantados con los comuns de Ada Colau o votantes de centro, desde simpatizantes de la antigua Convergència, que no se sienten cómodos con Junts o con Carles Puigdemont, hasta barceloneses que hace cuatro años compraron la apuesta de Manel Valls con Ciudadanos y ahora buscan un nuevo refugio ante la implosión de la formación naranja.

Esta estrategia se ha traducido en "una lista muy PSC, pero también muy transversal" que incorpora como número dos a Maria Eugènia Gay, exdelegada del gobierno en Catalunya y expresidenta del Colegio de Abogados de Barcelona, además de hija del exvicepresidente del TC Eugeni Gay, que tendría que facilitar la penetración de la candidatura socialista en estos sectores más moderados de la parte alta de Barcelona. Pero también, el guiño a los votantes de los comuns con el fichaje del exjefe de lista de Catalunya Sí que Es Pot en el Parlament, Lluís Rabell.

Sobre el terreno, esta apuesta se tendría que traducir en una recuperación y consolidación de distritos habituales del PSC donde las últimas convocatorias se ha instalado los comuns, pero tendría que permitir también la entrada en territorios de perfil más conservadores, como el Eixample, Sarrià o las Corts. Para conseguirlo aseguran haber diseñado una campaña basada en una "apelación a volver a ser lo que la ciudad ha sido", y que, según los estrategas socialistas, se basa en tres "os": orden -una Barcelona limpia y arreglada-, oportunidad -vertebrada para vivir allí y trabajar- y orgullo. Todo ello, acompañado de una vertiginosa elusión alrededor del papel de esta formación en el gobierno de la ciudad.