El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado en bombo y platillo la creación de una ayuda para jóvenes de 250 euros al mes para pagar el alquiler. A este "bono joven de vivienda" podrán acceder durante los próximos dos años aquellas personas de entre 18 y 35 años que tengan unos ingresos anuales inferiores a 23.725 euros. Pero, a veces, no todo es el que parece. ¿Qué dice la letra pequeña?
Sólo un 1% de los jóvenes
Aunque habrá que esperar a la aprobación oficial de esta medida, de momento, Sánchez ha explicado que el primer requisito para tener esta ayuda es cobrar menos de 23.725 euros. Desgraciadamente, esta condición sí que la cumplen casi todos los jóvenes. De los 6 millones que hay España, 5 millones cobran un salario inferior. Y está aquí donde empiezan los problemas. El Estado ya ha avisado de que el máximo de personas que podrán cobrar la ayuda son 50.000 y, por lo tanto, si hacemos los cálculos, eso supone que sólo la podrán recibir un 1% de jóvenes.
¿Igualdad o equidad?
Por si el primer dato no fuera lo suficiente, este bono sólo se aplicará si tienes trabajo y en contratos de arrendamiento con un límite máximo de unos 600 euros, un tope que hace imposible pedir la ayuda si vives en ciudades con mucha presión inmobiliaria como Barcelona, donde es muy difícil encontrar un piso por menos de 600 euros. Además, la ayuda nunca podrá superar el 40% del coste del alquiler y los 250 euros serán la cantidad máxima.
Por otra parte, se trata de ayuda homogénea a todo el territorio. Eso quiere decir que, por ejemplo, las condiciones serán las mismas para una persona que alquile un piso en Falset (al Priorat, donde de mediana cuestan 330 euros, que para una que lo haga en Barcelona.
Un posible incremento especulativo
Algunos expertos también avisan de que en muchas ocasiones estas medidas resultan contraproducentes, como ha pasado en Francia o pasó en España cuando José Luis Rodriguez Zapatero impulsó una medida similar. Estas ayudas podrían provocar un efecto inflación y aumentar del precio de los alquileres, ya que la oferta en nuestro territorio es muy baja.
Unos datos juveniles dramáticos
La pandemia ha hecho que la tasa de emancipación baje tres puntos en tan sólo un año y ha agravado el problema del acceso de los jóvenes en la vivienda en España, el país con mayor tasa de paro juvenil del OCDE. Pero el objetivo de beneficiarios del bono joven anunciado por el Ejecutivo está muy lejos del volumen de ayudas que repartió entre 2008 y 2011 la renta básica de emancipación que aprobó el Ministerio de Vivienda durante el último Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero para paliar el impacto de la anterior recesión y con la que se ofrecían 210 euros en el mes a jóvenes de entre 22 y 30 años con ingresos inferiores a 22.000 euros al año.
El problema es endémico. Vivimos en un Estado con un paro juvenil de más del 40%, donde sólo un 18% de los jóvenes se han podido marchar de casa y con una edad media de emancipación de 29 años. Es por eso que hacen falta cambios estructurales para una generación que vive indefinida en la precariedad.