Cuando hablamos de los conflictos al Oriente Próximo es imprescindible hacer alusión a los miembros de las dos grandes ramas del islam: los suníes y los chiíes. La tensión entre ellos no es, ni mucho menos, nueva. Con unas raíces que se remontan a los inicios de esta religión, los enfrentamientos actuales pueden resultar difíciles de entender a ojos de un ciudadano de Occidente.

Por este motivo, uno de los grandes especialistas respecto a este territorio, Gabriel Ben Tasgal, ha aclarado al medio argentino Infobae algunas cuestiones sobre estos conflictos superficialmente confesionales, pero que también esconden motivaciones políticas.

El origen, el año 680

"La disputa entre chiíes y suníes existe desde el año 680", empieza el experto, que toma como referencia Irán para continuar su discurso. "Los chiíes, que son el 15% del islam, han tomado mucha fuerza en la región y han conseguido una media luna chií compuesta por Irán-Iraq-Siria- El Líbano. En eso hay que sumarle una isla chií a Yemen con los hutíes [un grupo insurgente que opera en este país de la península de Arabia]".

Sabemos perfectamente que las disputas de este tipo en pleno siglo XXI pueden volverse especialmente peligrosas: "tienen posibilidad de armarse nuclearmente", continúa Bien, "y todo ello crea una amenaza a los suníes que se ven superados por la capacidad bélica de Irán".

Y en medio de este tenso panorama, nos encontramos con Israel que busca consolidarse como estado de forma definitiva y, con el fin de conseguirlo, pacta con todos los países árabes posibles para asegurarse buenas relaciones, por ejemplo Arabia Saudí, máximo defensor del sunismo. Este hecho crea un escenario basado en las fuerzas y contra-fuerzas que en muchas ocasiones ignora la realidad social del territorio y solo se mueve por los intereses de los gobernantes.

 

Mapa sobre la influencia suní (rojo) y chií (azul) en el Oriente Próximo / France 24

Una situación límite

El experto pone un ejemplo para entender esta última cuestión: "En Baréin el 90% es chií, pero el gobierno es suní, impuesto por Arabia Saudí". Hacemos una pausa para ligar conceptos: Baréin es un pequeño estado insular situado en el Golfo Pérsico. Como hemos dicho, la mayoría de la población es chií, pero a Israel le conviene dar apoyo a un gobierno suní para así satisfacer a Arabia Saudí, que iniciaría un conflicto con Baréin en caso contrario. Al mismo tiempo, Baréin necesita ser aliado de Israel y beneficiarse de su protección porque, en caso contrario, Irán - defensor del chiismo - también lo podría atacar.

Con todo esto, Gabriel Ben Tasgal plantea una pregunta: "Se firmó un acuerdo de paz con Israel, ¿pero entre quién es el pacto?, ¿es con el gobierno o es con el pueblo...?.

Pobreza y desigualdad

Otro importante elemento es la pobreza que, a su vez, trae la indignación: "El Oriente Próximo fue creado con fronteras artificiales, metieron gente dentro y les dijeron: "A partir de ahora son iraquíes". Este es un problema que se arrastra desde 1920. Además, hay estados fracasados, porque si hay clase media, los estados son estables. Y solo hay clase media con revolución industrial. Pero si no la hay, hay gobernantes muy ricos y gente muy pobre". "A estos problemas internos hay que sumarle el hecho de que se trata de población muy religiosa, todo eso crea inestabilidad porque la gente se pregunta "¿qué es más relevante, aquello que diga el presidente o lo que dice el imán de mi barrio?"".

¿Qué pasa en el Oriente Próximo?

La pregunta inicial parece sencilla: ¿Por qué hay tantos enfrentamientos entre chiíes y suníes? Pues bien, básicamente se trata de dos ramas que se pelean por el poder en un escenario completamente inestable. El fanatismo religioso puede mover a una población desesperada por la pobreza e indignada con la clase política. Al mismo tiempo, algunos gobiernos no representan la voluntad religiosa de la mayoría de los habitantes de su propio país, lo que provoca todavía más desafección en un territorio donde el nacionalismo fue impuesto y, a consecuencia de ello, puede ser eliminado fácilmente.

¿El resultado? Atentados y víctimas mortales: El pasado 8 de octubre al menos cien personas murieron y 143 más resultaron heridas hoy en un atentado del Estado Islámico-K [suní] contra una mezquita chií durante las plegarias típicas de los viernes en la provincia de Kunduz, en el norte de Afganistán.

Porque, no lo olvidemos, los civiles siempre se llevaran la peor parte de los conflictos armados. 

 

Imagen principal: Detalle de un agujero de bala en la ventana de un edificio, este viernes, un día después de la jornada de disturbios vivida en Beirut, Líbano / EFE