Es mágico como se mueven las portadas. Como la manada de lobos que deja de devorar una bestia para abalanzarse sobre la siguiente que aparece en escena con la promesa de carne más fresca, más tierna. La amnistía, los fiscales del Supremo, la Oficina Federal de Justicia de Suiza, García-Castellón, Carles Puigdemont, Tsunami, las acusaciones de terrorismo... Todo ha desaparecido de las primeras páginas. También la sequía. "Que no nos olviden", decía este lunes uno de los damnificados por el incendio de Valencia a Felipe VI, que pasó a saludar un ratito aprovechando que regresaba a Madrid desde Barcelona, donde había inaugurado el Mobile World Congress. Los han olvidado. Todo se lo lleva el temporal del caso Koldo, que apunta muy directamente al exministro José Luis Ábalos Meco y ya empieza a salpicar a otros nombres del entorno de Pedro Sánchez. La tragedia de la pandemia se repite como una farsa de la corrupción. Si hacemos caso a las portadas, el gobierno español está a punto de caer cada semana por alguna nueva crisis decisiva, fulminante, rotunda, letal. Esta semana es el caso Koldo. En España, a los diarios —a algunos diarios— deberían obligarlos a estampar en portada unos avisos sanitarios como los de los paquetes de tabaco o las máquinas tragaperras.

Entre los damnificados del caso Koldo también figuran 200 popes, la mayoría veteranos, de la cultura y los espectáculos, y de esa pequeña nobleza que son los vips mediáticos. El lunes se han reunido —of all places— en la Plaça del Rei de Barcelona para manifestar su condena más enérgica, su reproche más vigoroso y su protesta más resuelta contra la actuación del juez García-Castellón en la causa de Tsunami Democràtic, y en defensa firme, incorruptible y decidida del derecho de protesta. El acontecimiento ha hecho acto de presencia, claro, en los telediarios e informativos de 3Cat, pero no aparece en ninguna primera página, salvo en un rincón de El Punt Avui. Si los organizadores no pretendían llamar la atención de los medios, está todo bien: el lunes por la mañana es un momento laborable ideal para protestar y la Plaça del Rei es un refugio encantador. Pero si buscaban impacto mediático, se han lucido escogiendo el día, el mismo que el rey de España hace su paseíllo por el Mobile, y también el lugar, uno de los rincones más escondidos de la capital, como el centro de un laberinto.

Algunas portadas de este martes sobre el caso Koldo se ven más o menos infladas y sin sustancia. ABC dice que Ábalos no quiere renunciar a ser diputado, cosa que se sabía desde el sábado. La Vanguardia y El País vuelven a ser las dos caras de la misma moneda. El diario barcelonés, más oficialista, presenta un PSOE digno, decidido y caballeroso que presenta un ultimátum al exministro, etcétera. El diario madrileño da voz al exministro y dice que pone a su partido contra las cuerdas. Uno y otro presentan el caso como una crisis política limitada a un señor dudoso que no quiere abandonar su escaño. Siempre es de mejor digestión que un caso de corrupción. El Mundo y La Razón, en cambio, quieren alargar esta narrativa y anuncian que hay más suciedad, que el pudridero aún está por descubrir, que hay más gente del PSOE envuelta, etcétera. Como todo lo tienen agarrado con imaginación e hilván, utilizan este trilerismo periodístico de atribuirlo a "el entorno de Ábalos" (La Razón) y a "altos cargos" (El Mundo). Contorsiones y volteretas semánticas que son señal de que el caso, policial y judicialmente, ya no da para más.

La Vanguardia
El Periódico
El Punt Avui
Ara
El País
El Mundo
ABC
La Razón