Te basta con comparar los títulos principales de las portadas de La Vanguardia o de El Periódico y de El País para captar el estado de cosas en la política catalana y la madrileña. En Barcelona los indepes han acordado la composición de la Mesa del Parlament y, junto a socialistas y comunes, han decidido aislar a Vox. La Vanguardia y El Periódico concluyen que el Govern ERC-Junts está decidido y que Pere Aragonès será su President. Tienen la receta y los ingredientes y sólo tienen que cocinarlo. En Madrid, en cambio, el estropicio entre Ciudadanos y el Partido Popular aboca a los de Pablo Casado a "perder el centro o perder Madrid", según El País, cosa que si la escribes en contrafactual se entiende mejor: cuanto más centrista es el PP, más posibilidades tiene de perder Madrid. Ahí es nada. Da un poco de miedo y todo.
Ahora hay que resolver una injusticia cometida ayer. Aquí se decía que los diarios muy mal porque no habían visto venir la crisis entre PP y Cs, que sólo tenían ojos para las dificultades entre socialistas y podemitas en el el gobierno español y entre independentistas en Catalunya, etcétera. Se decía todo eso y más porque esas son dificultades ordinarias en una coalición que es la primera en España desde 1939 y, por lo que hace al caso catalán, porque se suele perder de vista el contexto represivo en que se desarrolla la política en Catalunya.
Casado y Arrimadas: uno de los dos miente
Era una crítica razonable. A ver, incluso si, mutatis mutandis, se quieren considerar "coaliciones" los gobiernos de Franco —el franquismo, como la mafia, vivía en varias "familias", por usar un término acuñado por los historiadores— cabe decir que también sufrían enredos, jaleos y alborotos, como sabe todo el mundo que ha cursado bien el bachillerato. Es decir, es normal que se las tengan ministros de partidos diferentes en una cultura política como la española, más de garrotazo y rejón que de escuchar y entenderse. Quizás deberíamos acostumbrarnos, empezando por los diarios y siguiendo por los empresarios que se quejan exageradamente que PP y Cs "juegan con el hambre de España", según La Razón. No hay que escandalizarse tanto ni tan solemnemente, ni sacar tantas conclusiones.
Hay un atenuante en favor de los diarios, sin embargo, que vale la pena remarcar. La diferencia de los alborotos monclovitas y la crisis entre PP y Cs es que estos dos no logran explicar qué hacen, qué les ocurre, ni ponerse de acuerdo en los hechos concretos y precisos sobre los que se puede construir un relato verdadero y coherente. Por ejemplo, según La Vanguardia, la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, dice que llamó a Casado tras el anuncio de la moción de censura en Murcia y antes que Isabel Díaz Ayuso convocara elecciones en Madrid para confirmar que mantenía los pactos en Andalucía, Castilla y León y Madrid. Pero según el líder del PP, Arrimadas le telefoneó después de la decisión de la presidenta madrileña. Ya ves. Aparte que uno de los dos miente, es justo destacar aquí que, en estas condiciones, es muy difícil trabajar como periodista.