"El gobierno [español] encuentra una nueva rendija legal para defender la oficialidad del catalán en la UE" es el título de la primera noticia de la web de La Vanguardia cuando se escriben estas líneas. Lástima que la cantidad de trabajo contrarreloj y de mala gana del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en favor de la lengua catalana esté enterrada bajo la propaganda de unos premios que el diario se ha inventado por su 142 aniversario (¡enhorabuena!) como excusa para traer a Felipe VI a Barcelona y hacer ver que todo va bien y, de paso, galardonar in memoriam a Josep Piqué y a Juan Antonio Samaranch, "catalanes universales" según el cronista de la ceremonia. El rey ha vuelto a hablar de "pluralidad". El diario de "convivencia". Etcétera. Ni los guionistas del Polonia habrían fabricado un gag tan exacto del establishment denominado puente aéreo.
El Mundo, en un subtítulo de portada, habla del "esfuerzo del gobierno [español] país a país" por el reconocimiento de la lengua catalana. La Razón dice que el gobierno [español] "se la juega en Bruselas" pero en ningún momento menciona por quién o por qué, como si le costara escribir "la lengua catalana", sintagma que no aparece en ningún texto de portada, aunque el título principal habla, justamente, de la oficialidad de la lengua catalana en la UE. El diario del Grupo Planeta lo disfraza como "la exigencia de Junts" y el tabloide ultra lo llama "el despliegue para contentar a Puigdemont". Se han esforzado mucho por caricaturizarlo y que no parezca que se oponen rabiosamente a una propuesta razonable. El País se esfuerza por presentar la cara más simpática de todo y dice en el título principal que el uso de las lenguas cooficiales "abre una nueva era" y que el Congreso "prepara 650 dispositivos de traducción simultánea". Ya ves: basta medio millar de auriculares para abrir paso a la alborada de una nueva época.
Un catalán cualquiera —una persona sensata cualquiera, de hecho— puede reírse por lo bajini del sufrimiento y la angustia de los diarios madrileños para no mostrar que les molesta y les indigna que otra lengua fuera del español aparezca representando a España en el mundo. Tiene gracia ver cómo el Estado español se apresura, sube, baja, salta y "se la juega país a país" para que la lengua catalana disfrute en la UE del mismo estatus que la supuesta lengua común. Hace gracia porque, al margen de si sale o no sale, ves a tu adversario que rabia y sufre trabajando para ti mientras lo miras desde el sofá. Mejor sería no reír tanto, porque todas estas portadas sufrientes ya hace días que trabajan de lo lindo para crear un ambiente irrespirable, una situación imposible para la reedición de las alianzas que tienen que sostener el gobierno del PSOE y Sumar. La coalición todavía no se ha formado y ya es culpable de atacar la unidad de España, asesinar la Transición, laminar la igualdad de los españoles, degradar la Constitución y prostituir el Estado de derecho. Este es el panorama que pintan los diarios desde hace días, también este martes.
Las portadas de los diarios de Barcelona publican todas —excepto La Vanguardia, por lo de los premios— las nuevas cifras del déficit fiscal, ese desfase entre lo que pagan los catalanes al Estado y lo que reciben del Estado. Son 21.980 millones de euros, cifra que equivale ya al 10% del PIB de Catalunya. El Punt Avui lo califica a su título principal de "déficit histórico" y detalla que Catalunya aportó el 19,2% de los ingresos totales del Estado y recibió el 13,6% del gasto. Con este remanente parece que se pueden comprar muchos dispositivos de traducción simultánea, pagar los salarios de muchos traductores e incluso abrir una nueva era cada mes. Si se quiere.