Es notable la coincidencia entre dos políticos que militan en campos opuestos, más allá de su participación en las manifestaciones unionistas de 2017. Son Salvador Illa y Alejandro Fernández, entrevistados en La Vanguardia y ABC, respectivamente. “Catalunya ha votado no a irse”, dice uno. “La sociedad catalana ha votado romper con el procés”, dice el otro. Son dos declaraciones perfectamente intercambiables y resultaría difícil adivinar a quién corresponde cada una. Para hacerlo corto: la primera es de Illa —y acaba diciendo “[Catalunya ha votado] sí a la España plural”— y la segunda de Fernández —y acaba diciendo “pero Sánchez no quiere [romper con el procés]”. Ambos concluyen por encima de las posibilidades de las mismas elecciones —el 12-M no se preguntaba a los catalanes si querían o no marcharse de España—, pero ya todo el mundo entiende que tienen que vender su mercancía, de la misma manera, claro que sí, que cuando el independentismo ha ganado la mayoría en el Parlament, ni Illa ni Fernández han concluido que “Catalunya ha votado marcharse” o “continuar con el procés”.

En fin. Nadie se engaña. Muchas entrevistas a políticos —no siempre por culpa de los periodistas— suelen ser publicidad que los partidos no tienen que pagar. En inglés lo denominan earned media: anuncios o visibilidad obtenida gratis en medios que el partido o el político consiguen influir. La campaña de Donald Trump a las elecciones presidenciales de 2016 es el caso más logrado de earned media. Las televisiones, por ejemplo, emitían en directo sus mítines, no por su valor informativo, sino porque reunían más audiencia que cualquier programa alternativo, telediarios incluidos. Más audiencia equivale a más ingresos publicitarios, no hay que decirlo. En marzo de 2016, al inicio de la campaña, Trump había ganado (earned) cerca de 2.000 millones de dólares en atención mediática, el doble del coste total de las campañas presidenciales más caras de la historia, según mediaQuant y SMG Delta, dos auditoras de publicidad en medios.

Una alternativa la presenta Ara, que ha preferido describir el momento del país dejando que lo pinten diez intelectuales conocidos, la mayoría de los cuales no esconde su orientación política —no es desconocida por el público— pero hablan de la cosa como especialistas en sus ámbitos. El diario tiene un afán diferente, ni mejor ni peor, que es suministrar al público materiales de análisis variados para que cada uno pueda hacerse una idea del estado de la política catalana. El Periódico abre diciendo que los robos de cable de cobre son endémicos en Europa y América. Un malpensado sospecharía que esta información viene al punto para quitar importancia al robo de cable de cobre que el 12-M paralizó Rodalies —y todavía mantiene algunas líneas fuera de servicio. Pasa en todas partes. No hay para tanto. Hay que ser muy malpensado.

Hay más entrevistas. La Razón habla con el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Por lo que se lee en los títulos de portada, parece que García rebate una por una las acusaciones que este diario —y los colegas del Trío de la Bencina— le echan encima siempre que encuentran o fabrican un motivo para hacerlo, es decir, casi cada día. El Mundo entrevista a la venezolana María Corina Machado, caudillo de la oposición al gobierno entre autoritario y dictatorial de Nicolás Maduro. El diario describe a Machado como “la líder de un movimiento de liberación que asombra al mundo”. Caray. Es una manera de presentarla tan enfática y grandilocuente que hace sospechar. ¿Tanto cuesta informar —decir, vaya— que el Tribunal Supremo, compuesto por jueces leales a Maduro, la ha inhabilitado para quince años con cargos fabricados para que no pueda disputarle al mismo Maduro las elecciones presidenciales de este 2024? Es sospechosa la necesidad del diario —uno de los entrevistadores es el director— de decirte qué debes pensar en vez de darte información para que puedas concluir lo que te parezca. Quizá piensan que la gente es idiota.

La Vanguardia
ABC
Ara
El Periódico
La Razón
El Mundo
El Punt Avui