ABC se queda este sábado solo en la trinchera desde donde se defiende a los cuatro fiscales del Tribunal Supremo que dirigieron la acusación contra los líderes del 1-O y se han sublevado contra su superior, el fiscal general Álvaro García Ortiz. Primero, Javier Zaragoza, Consuelo Madrigal, Jaime Moreno y Fidel Cadena, acusaron a los cabecillas del referéndum de rebelión —como los centrales leñeros, a la primera enseñan la plantilla al delantero escurridizo para atemorizarlo— y tuvieron que conformarse con la condena por sedición y malversación. Gol. La sedición desapareció del Código Penal. Gol. La malversación se dividió en dos tipos —con lucro personal o sin él— y la de los independentistas encausados cae en la segunda. Gol. El gobierno español indultó parcialmente a los condenados. Gol. Ahora la amnistía limpia todo lo que quedaba. Gol.

El resultado es de 5 a 0 contra los cuatro acusadores. Una manita. En la fiscalía no le ha quedado ninguna acusación viva y, de rebote, tampoco saldrá muy bien parada la sala de lo penal del Tribunal Supremo, presidida por Manuel Marchena, que fabricó y firmó las condenas —utilizando conceptos tan precisos jurídicamente como "violencia ambiental", entre otras mistificaciones. Ni al Tribunal de Cuentas. Encima, el informe del fiscal general sobre las razones los cuatro subordinados inquietos es una colleja tras otra. Visto así, quizás se entiende mejor por qué los fiscales se comportan como unos trabucaires echados al monte. En su cabeza, se juegan el prestigio, la honorabilidad y la competencia. Desde fuera, sin embargo, parece la actitud del conductor pillado saltándose un semáforo que discute la multa por orgullo y al final no quiere firmarla, aunque el agente le diga que su disconformidad ya no tiene ningún efecto administrativo.

El Mundo y La Razón, compañeros del tabloide monárquico en el Trío de la Bencina, se han dado cuenta de que este partido va camino del 6-0 en el descuento, porque el día 18 de los presentes, García Ortiz impondrá su criterio a la junta de fiscales de sala, la última trinchera de los sublevados. Ni el tabloide ultra ni el diario del Grupo Planeta abren con la cosa, como dando por agotado este combate. Lo publican en un rincón de portada, señal que por este camino no se esperan un gran viaje.

El Mundo inaugura otra vía para morder a Pedro Sánchez: una presunta rebelión regional del PSOE contra una financiación singular para Catalunya. Nueva del todo no es, porque La Razón la ha utilizado a menudo sobre un montón de temas —el indulto parcial, por ejemplo— y también porque El Mundo es el diario que más portadas ha cedido a Emiliano García-Page, el simpático presidente de Castilla-La Mancha que siempre se opone a cualquier cosa relacionada con Catalunya. Da igual. Siempre que se anuncia alguna "rebelión regional" en el PSOE, todo acaba en pizza, en nada. La Razón abre con un título bien estrambótico: acusa al Gobierno de "bloquear" 16 leyes del PP en el Congreso. Con lo fácil que sería decir que el PP no consigue llevarlas a debate porque no tiene mayoría... Es una nueva muestra de la relación conflictiva del Trío de la Bencina con la democracia tal como se entiende en Occidente.

La portada más despistada de este sábado es, quizás, la de La Vanguardia, que considera el tema más importante del día el hecho de que la declaración final de la cumbre del G-7 no diga nada sobre el aborto. ¿Era el aborto la cuestión fundamental, decisiva y crucial de esta reunión del club que reúne a los estados más ricos del mundo, y no la guerra de Ucrania, el cáncer de la inflación o la crisis migratoria? Si no es una obsesión del diario, se le parece bastante.

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