Tiene gracia comparar La Vanguardia con El País. El diario barcelonés clava perfectamente su personaje (moderación, ecuanimidad, ponderación), con un reparto minucioso y equitativo del espacio —texto y fotos— entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, que ayer se enfrentaban en el debate de investidura en el Congreso de los Diputados. A cada líder le es atribuida una foto, la mitad del título y uno de los dos subtítulos, todos ellos estrictamente descriptivos, como un atestado policial pero sin los gerundios y los giros del burócrata. “Sánchez defiende el diálogo y Feijóo ve la investidura un fraude”. Es el método del diario para preservar el equilibrio, la estabilidad, la exactitud en la proporción. Que no haya en la taza más café que leche. La impresión que da es que no quiere explicar el debate de investidura, sino ahorrarse el trabajo de elaborar un relato con sentido y nervio del acontecimiento que se produjo este miércoles, que no puede relatarse solo como un elegante intercambio de opiniones entre rivales.
La técnica del diario de no arriesgarse para no incomodar a nadie consiste en repartir la realidad en mitades exactas, ni para ti ni para mí, una manera de renunciar al compromiso y al riesgo de explicar las cosas tal como son. Trasladan a los lectores la tarea pesada de contestar las preguntas que realmente se hacen. La prueba más clara de la poca actitud de La Vanguardia es que, en toda la portada, solo una sola vez, en un subtítulo, aparece la palabra “amnistía”, que es el tema del tema en este debate de investidura. Tiene pinta de ser una omisión deliberada, porque parece imposible y es muy difícil de creer que provenga de una inadvertencia o de un despiste. El diario apuesta por promocionar el concepto “diálogo” —una de las campanas de Pávlov que le hace salivar—, que es el mismo motivo por el cual Míriam Nogueras, de Junts, ha "peinado" a Sánchez en el debate, dejándolo inquieto y tenso.
El País, en cambio, en el título principal solo da espacio al discurso de Sánchez y lo centra en la razón de la amnistía: es el precio de mantener fuera del Gobierno a los ultras, el motivo que el PSOE da a Junts para que vote a su candidato a presidente. Es una lástima que la amnistía —que desde hace una semana ha encendido a “media España” y causado disturbios delante de las sedes del PSOE— quede en tan poca cosa, mera moneda de cambio, y con el sentido alterado. En ese diario y en el resto, salvo El Punt Avui, no hay mención a la tensión y el malestar entre Junts y el PSOE: los de Puigdemont han amenazado con no votar ninguna otra propuesta de un eventual gobierno de Pedro Sánchez.
El candidato socialista les tiene la moral muy comida a la derecha mediática madrileña, que ya no sabe como explicarse el fenómeno al que llaman sanchismo. A base de hacer títulos con interpretaciones y no sobre los hechos, los diarios del trío de la bencina ya no saben cómo explicar qué ha pasado este miércoles en el Congreso de los Diputados. Los títulos de portada parecen preparados de antemano, al margen de los acontecimientos o incluso en contra. Las versiones del debate de investidura son tan retorcidas y ruidosas que cuesta entenderlas. ¿Qué quiere decir “agrava la fractura entre españoles para tapar la amnistía”? ¿Qué significa “levanta un 'muro' ante media España”? ¿De qué “radicalismo” y de qué “crispación” hablan?
En su cabeza, la incapacidad de Alberto Núñez Feijóo para reunir una mayoría —vía urnas o vía pactos postelectorales— es un defecto de Pedro Sánchez. Estas consignas rabiosas de mitin para fanáticos exponen más sus manías, prejuicios y desazones que el contenido y la sustancia de lo que este miércoles se ventilaba en la cámara baja española. El Mundo, La Razón y ABC parecen tres pacientes que recapitulan su vida en la consulta del psicólogo y acusan de las propias angustias y traumas a la familia, a los amigos, a los colegas... ignorando inconscientemente que quizás el problema es suyo, en su mirada, en la manera como su cabeza trabaja la realidad, en la actitud con que se resisten a hacer las paces con los hechos.