A riesgo de ser pesado, muy pesado: este sábado ninguna portada de Barcelona y Madrid dice nada del voto particular de los dos magistrados del Tribunal Constitucional que consideran "desproporcionada" la pena impuesta por el Tribunal Supremo a los líderes independentistas, en concreto en Josep Rull. También estiman que el tipo delictivo de sedición es "indeterminado" (en plata: el juez puede hacer lo que quiera) y que hay motivos para considerar vulnerados los derechos a la libertad personal, a la libertad ideológica y de reunión del conseller. Es el segundo voto particular emitido en este sentido —hace unos días, otro se refería a Jordi Turull.
Tampoco ninguna portada dice nada de la decisión de la Audiencia de Barcelona, que enmienda a la fiscalía y descarta el archivo de las causas contra 50 policías españoles, acusados de lesionar a ciudadanos en las cargas del 1-O. El juez, que ha revisado cerca de 300 informes médicos sobre los heridos de ese día, concluye que los agentes causaron sufrimiento físico y psíquico. La Audiencia, además, quita el polvo a la fiscalía y califica de improcedente el argumento de que la mencionada sentencia del Supremo avalaba el uso de la fuerza para detener el referéndum. Y tan improcedente: una sentencia de 2019 no justifica actos de 2017. Encima, tampoco ninguna referencia a la sentencia del Supremo que da preferencia a las decisiones de la Junta Electoral sobre las del Tribunal de Justicia de la UE que declaraba eurodiputado a Junqueras.
Es muy tierno el título principal de El País, que habrá movido a compasión por el gobierno español a tantos lectores. Resulta que al principio de la pandemia no acertaban porque los datos y la información de que disponían no eran bastante buenos. No era por incompetencia, ni por haber centralizado el control de la crisis en un ministerio con 1.200 funcionarios, ni por la falta de inversión en el sistema de previsión, ni por el caos en la compra de suministros, ni por... No. Si les hubiera llegado la información en condiciones no lo habrían hecho tan mal.
Cambiar España
Da la risa al ver cómo La Razón y ABC se esfuerzan en desacreditar el movimiento del 15-M. En la portada principal del tabloide monárquico no se ve porque está en su segunda portada de página 2 (tienes las dos debajo de este texto). El título, que refleja toda una mentalidad, dice así: "Diez años del 15-M, el movimiento que sucumbió tras intentar cambiar España". Se pueden hacer un par de comentarios. Uno, que el movimiento no ha muerto. Sus herederos más directos ocupan una vicepresidencia y varios ministerios (menores, de acuerdo) en el mismísimo gobierno español. Otro, que España no ha muerto a consecuencia de ese gobierno y no es probable que lo haga. ¿Vive ABC en un país diferente? Misterio. Finalmente, un corolario cómico a ese titular: ¿Es España irreformable, no puede cambiar? ¿O los que intentan cambiarla tienen que sucumbir? Misterio.
A La Razón se la ve más perezosa. Ha encargado una encuesta a NC Report que, increíblemente, concluye lo que nadie se esperaba: que el 60% de los que participaron en las movidas de aquellos días están arrepentidos y no volverían a hacerlo. Una proporción parecida dice que todo aquello "no ha mejorado a la sociedad". No contentos con esta, digamos, encuesta, y con una falta de sensibilidad para el sábado muy aguda, anuncian artículos de cuatro "intelectuales": Boadella, Savater, Sánchez-Dragó y Freixas. Después dirán que la prensa pierde lectores. ¿Cómo no los va a perder?